Lunes, 9 de noviembre de 2009 | Hoy
EL MUNDO › EL EPICENTRO DE LOS ACTOS DE HOY SERá LA PUERTA DE BRANDEBURGO
Exactamente por el sendero que cubría el Muro ya están desplegadas las más de mil piezas de un colorido dominó gigante que por la noche de hoy caerán una tras otra, recorriendo todo Berlín. Será el momento cúlmine.
Por Diego González
Desde Berlín
Todo está listo en Berlín para los festejos del aniversario. El epicentro, como no podía ser de otra manera, será la puerta de Brandeburgo, esa que en la mayoría de las imágenes de 1989 simboliza el derrumbe de la República Democrática Alemana (RDA) y la reunificación. Exactamente por el sendero que cubría el Muro ya están desplegadas las más de mil piezas de un colorido dominó gigante que por la noche de hoy caerán una tras otra, recorriendo toda la ciudad. Pero unos instantes antes de la caída, pasarán por debajo de la imponente puerta la canciller alemana Angela Merkel, el alcalde socialdemócrata de Berlín, Klaus Wowereit, el presidente francés Nicolas Sarkozy, el ruso Dimitri Medvedev, el primer ministro británico Gordon Brown y la canciller estadounidense, Hillary Clinton.
Todo comenzará a las 19, con un concierto al aire libre de la Staatskapelle de Berlín que dirigirá el argentino israelí Daniel Barenboim. Luego vendrá el turno de los políticos actuales. Más tarde, el efecto del dominó cuya primera pieza empujará el ex presidente polaco y líder del sindicato Solidaridad Lech Walesa. Luego darán sus respectivos discursos el ex ministro de Relaciones Exteriores de la República Federal alemana Hans-Dietrich Genscher y el ex presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, a quien los alemanes apodaron “Gorbi”. Y como para cerrar, Bon Jovi y fuegos artificiales.
Los alrededores de la puerta de Brandeburgo hace días están repletos de puestos que venden cerveza, vino caliente para amenizar el frío invernal, panes varios y todas las variantes de salchichas que se pueda uno imaginar. Sobre la calle Unter den Linden, a menos de cien metros, un cartel enorme con varios barriletes con las banderas de los Estados de Europa del este sobre un fondo celeste cielo anuncia: “1989: lo logramos juntos”. A unos 200 metros, sobre la misma calle, la embajada rusa se muestra inconmovible. Más cerca de la puerta, la embajada inglesa está rodeada de policías y la estadounidense, exactamente al lado de la puerta, del lado que fuera el este, está rodeada por los preparativos y los organizadores. Burger King aprovechó también la efeméride y metió su nueva promoción de una hamburguesa enorme, con salsa, panceta y mucho queso bajo el lema de “cheese revolution”.
Otros que aprovecharon la ocasión fueron aquellos que habitualmente sellan los pasaportes de los turistas como lo hacía la RDA en aquellos tiempos con los documentos de quienes pretendieran cruzar legalmente el Muro. Cahit, a cambio de dos euros, realiza toda una performance. Vestido de verde oliva se mueve como si fuera un soldado del socialismo. Sentado en su mesita que simula ser una aduana, escruta con los ojos duros, pregunta para qué es que quieren cruzar y, de mala gana, termina sellando el pase.
Según la perspectiva de los organizadores, el momento cúlmine de hoy será la caída del dominó. Se trata de más de mil piezas que pintaron a lo largo del último tiempo en escuelas de todo el país. Los motivos de cada una debían salir de las clases de arte o historia. Pero no sólo fue en colegios, algunas fueron pintados en los países de Europa del este, otras en Palestina. También hubo familias que pidieron pintar la suya. Kirsten Fowler pintó con sus vecinos dos de ellas. “La idea me pareció buena, por eso convoque a mis amigos del barrio para que pintemos una los adultos con los chicos. La ocasión fue excelente para explicarles a nuestros hijos qué fue lo que pasó. Porque si el Muro siguiera ellos no conocerían a muchos de sus amigos ni a gran parte de su familia.” Gina, de ocho, se acerca, curiosea y le muestra a Página/12 el hombrecito que ella dibujó.
El que Lech Walesa sea quien empuje el primer bloque es todo un símbolo. “Todo empezó en Gdansk”, dice también el cartel con barriletes, en referencia al triunfo de los trabajadores del astillero de esa ciudad polaca que en 1988 hicieron una huelga demandando la relegalización del sindicato Solidaridad. En las negociaciones posteriores el gobierno aceptó la demanda. Y luego hubo elecciones para el Parlamento y el sector de Walesa ganó. Era el principio del fin.
La apuesta por los niños es otro símbolo. Sucede que entre las nuevas generaciones las diferencias entre aquellos que habrían nacido de un lado o del otro del Muro son más difíciles de percibir. Cosa que es distinta para aquellos que vivieron durante los años duros de la Guerra Fría. La integración sigue siendo un tema conflictivo a pesar de los esfuerzos de los diferentes gobiernos a lo largo de estos veinte años. Es por eso, sostienen muchos, que tendrán que pasar todavía algunas generaciones para que el Muro se caiga definitivamente.
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