Sábado, 18 de junio de 2011 | Hoy
EL MUNDO › HABLA EL EXPERTO DE CHATHAM HOUSE, NAHIM SHEHADI, SOBRE LA REVUELTA SIRIA
El especialista libanés cree que la actual situación de Siria y el levantamiento del mundo árabe son muy parecidos a la caída del comunismo en Europa del Este. Dice que Occidente apuesta a la continuidad de Assad.
Por Marcelo Justo
Desde Londres
El 26 de enero de este año, Hasan Ali Akleh se prendió fuego en Al Hasakah, una ciudad en el noroeste de Siria, tal como lo había hecho un mes antes el tunecino Mohamed Bouazizi, chispa que encendió la pradera del mundo árabe. Al principio tímidamente, luego de manera multitudinaria, finalmente con la aparente presencia de grupos armados, la oposición siria ha puesto en jaque al gobierno de Bashar al Assad y al Partido Baasista, que gobierna desde 1970. La actual ofensiva del ejército en la frontera con Turquía y la aparición de miles de refugiados son el último capítulo de una historia que está lejos de terminar. Página/12 dialogó con Nahim Shehadi, especialista libanés de Chatham House en Londres, quien cree que la actual situación de Siria y el levantamiento del mundo árabe son muy parecidos a la caída del comunismo en Europa del Este.
–¿Cree que con la actual ofensiva del ejército en Jisr Ash Shugur, el gobierno está recuperando el control de la situación?
–A nivel doméstico, no. Hasta ahora, cuanta más violencia usó el gobierno, más se intensificó la resistencia. Pero a nivel internacional está adoptando una estrategia inteligente. El gobierno comprendió que Occidente está asustada por la violencia y que tiene sus manos llenas con lo que pasa en Libia. De manera que, con su accionar, el gobierno busca demorar la inevitable decisión que tendrá que tomar Occidente con respecto al régimen de Assad. Por el momento, el mensaje de Occidente es muy ambiguo. Hay una condena de la violencia, pero le pide reformas al mismo Assad, sugiriendo que lo va a apoyar si lleva adelante estas reformas. Por el momento, para Occidente, el futuro de Siria es con Assad.
–En los casos de Egipto y Túnez, también hubo ambigüedad de Occidente. ¿Cómo explica que el gobierno de Assad pueda sobrevivir a estas protestas y que Mubarak en Egipto y Ben Ali en Túnez hayan caído?
–No hay un manual de supervivencia del dictador para revueltas de este tipo. Nadie esperaba que esto sucediera, de modo que todos están aprendiendo de la experiencia misma. Assad vio lo que pasó en Túnez y la conclusión que sacó es que Ben Ali se fue demasiado rápido. Vio lo que pasó con Mubarak y concluyó que hizo demasiadas concesiones que fueron interpretadas como una señal de debilidad que fortaleció a la rebelión. Cuando ve lo que pasa en Libia, llega a una conclusión diferente. Khadafi se mantiene en el poder gracias al uso de la violencia, y hoy está claro que Occidente ya no tiene muchas ganas de seguir con Libia y que hay divisiones de todo tipo. En este sentido, Assad está actuando con la lógica del poder. Ve que de esta manera puede sobrevivir, escucha que Occidente le pide reformas, pero ve el futuro de Siria con él a la cabeza y apuesta a suprimir con violencia las protestas.
–¿Cree entonces que Assad tendrá éxito en la supresión de las protestas?
–No. Siria llegó a un punto de no retorno. El régimen está terminado. Es una cuestión de tiempo y costos. Lo que falta es una posición internacional firme. Ben Ali dejó el poder en Túnez cuando perdió legitimidad dentro y fuera del país. Lo mismo sucedió con Mubarak. Esto es lo que sucede con regímenes de esta naturaleza. Cuando un pueblo ha vivido bajo un régimen como éste durante décadas y ve la luz, no hay manera de que vuelvan a aceptar el régimen. Cuando hablo con gente de Europa del Este, ellos entienden instintivamente la situación.
–Es posible que Assad haya perdido toda legitimidad, pero mientras tenga el poder y las arma, no va a ser tan fácil removerlo. Ni siquiera enfrenta una situación como la de Khadafi en Libia, donde hay una división de facto.
–Su situación es peor que la de Libia porque, en Libia, Khadafi puede al menos pensar que una parte de la población lo apoya. En Siria es peor porque la insurrección es en todo el país. Assad quiere hacerlo pasar como una revuelta en una zona, pero no es así. Es en todo el país.
–La posición de Occidente puede ser muy importante, pero situaciones como ésta suelen resolverse cuando el ejército se divide o deja de respaldar al gobierno. ¿Ve alguna señal de esto?
–Es muy difícil saberlo por las características mismas del régimen. Un régimen de este tipo genera la sensación de que, sin el régimen mismo, el mundo no es viable. Se dice que la oposición está confundida o es incoherente. Por supuesto. Si existiera coherencia, si hubiera un líder visible de la oposición, si existiera transparencia en el ejército, no habría régimen. Este es un régimen que se mantiene en el poder con los típicos mecanismos totalitarios. Hay deserciones en el ejército, pero nadie sabe bien qué está pasando a nivel interno. A esto se añade que las fuerzas armadas en Siria son más débiles a nivel institucional que en Egipto o Túnez, donde el ejército tenía cierta independencia institucional. En Siria gobierna una familia y el ejército se parece a milicias del régimen, muchas veces compitiendo unas con otras, por ganar el favor del gobierno.
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