Para un país que entrega el Premio Nobel de la Paz y gasta más en ayuda exterior per cápita que cualquier otra nación, parece sorprendente que Noruega sea un objetivo para los terroristas. Hasta anoche nadie se adjudicaba la autoría por la bomba ni por el loco tiroteo, pero las sospechas recaerán en militantes islamistas o en la extrema derecha.

Los primeros informes que llegaron de la isla de Utoya sugerían que el hombre que la policía tiene detenido es blanco y nórdico, lo que le da peso a la teoría de que los neonazis puedan estar detrás de los ataques. El país tiene una larga historia de movimientos de ultraderecha, pero no se cree que tengan la misma influencia que tuvieron durante la década de 1990 y además nunca recurrieron a tales masacres.

Pudiera ser que los disparos de Utoya no tengan relación alguna con la explosión de la bomba o que el hombre que disparó sea un converso al Islam, aunque la policía noruega indica que ellos creían que ambos ataques estaban conectados. Así que, ¿podrían ser islamistas?

Hace tiempo que las redes jihadistas han elegido a Noruega como un blanco legítimo –aunque de menor prioridad–. Desde 2003, el número dos de Al Qaida, entonces, y ahora líder, Ayman al Zawahiri, instó a los militantes a atacar al país en una grabación condenando la invasión de Irak. Noruega sigue teniendo un pequeño contingente de tropas en el norte de Afganistán. “Noruega es parte de la misión de la OTAN en Afganistán y, en cuanto a lo que se refiere a los jihadistas, cualquier país involucrado en lo que ellos ven como una ocupación ilegal de territorio musulmán es un blanco legítimo”, dice James Brandon, un experto en militancia islamista en la Quilliam Foundation. En la opinión mundial de los militantes islamistas, Noruega es un miembro menor de la alianza internacional “cruzada judía”, a la cabeza de la invasión y sometimiento de las tierras musulmanas. Pero aunque estuviera en una lista de Al Qaida no es un blanco prioritario.

Eso comenzó a cambiar en 2005, después de la publicación de las caricaturas del profeta Mahoma y las difundidas protestas que provocaron. Las redes militantes se aferraron al golpe de propaganda e instaron a atacar a países escandinavos, alimentados por la creencia de que Dinamarca, Noruega y Suecia son una misma. Cuando las multitudes irrumpieron en Damasco, después de la controversia por las caricaturas, no fue una coincidencia que la embajada noruega fuera incendiada junto con la danesa.

En noviembre pasado, la policía sueca elevó el nivel de la amenaza terrorista en el país, citando “un cambio de actividades” entre las redes dentro del país. Al mes siguiente, un ciudadano sueco nacido en Irak se voló en Estocolmo. Afortunadamente, sólo una de las bombas que tenía abrochadas a su pecho explotó y fue el único muerto. Pero la bomba marcó la primera vez que un violento islamista logró detonar un artefacto en tierra escandinava.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: C. D.