EL MUNDO
“La opinión pública marca condiciones”
–¿Usted otorga importancia de futuro a las movilizaciones antiguerra de las últimas semanas?
–Sí. En primer lugar, son una advertencia a los gobiernos europeos. Si hay una opinión europea no se puede ir contra ella. No se puede hacer la guerra contra el propio pueblo. En segundo lugar, los europeos se han encontrado a través de unas ideas que, aunque sean simples y a la contra, demuestran que hay algo en común. Se dice que Gran Bretaña está estrechamente vinculada a Estados Unidos, y ahora resulta que no es verdad: que la opinión pública británica es mucho más europea. Y algo parecido ocurre con España. Lo cual quiere decir que tarde o temprano los gobiernos deberán tener en cuenta a una opinión pública que se opone a la guerra por razones muy fundadas.
–¿Europa debe tener límites o puede estar abierta a incorporaciones indefinidamente?
–Europa no es una cuestión de fronteras históricas y culturales, porque si fuera así las divisiones serían incluso internas en la Europa Occidental. Nunca se encontrará una frontera que permita decir: los límites naturales de Europa son éstos. Pero al mismo tiempo debe limitarse en algún punto porque si fuera demasiado grande no funcionaría. Creo que Rusia no puede entrar en Europa: la desequilibraría. Y pienso que la ampliación actual se está haciendo demasiado rápido. ¿Turquía? El problema es que todavía no es una sociedad europea. Debería previamente resolverse la cuestión kurda, reducir el ejército turco y conseguir un cierto reequilibrio socioeconómico.
–Se dice que Europa tiene un modelo social distinto del norteamericano, y en la presente crisis internacional los países que se han puesto del lado norteamericano son aquellos que más han sido permeables a la presión neoliberal.
–Es cierto. Pero el neoliberalismo está encontrando sus límites. Y Europa nunca lo ha recibido como algo propio, porque la ciudadanía se siente muy ligada a un modelo de protección social.