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El cuerpo de Muammar Khadafi yacía en un frigorífico anoche, mientras que la disputa sobre su entierro nublaba los planes del CNT de formular una declaración de liberación nacional post-mortem para mañana.

Un funcionario del gobierno transicional dijo que las autoridades cívicas y militares aún no habían decidido si enterrarlo en Misrata, Sirte u otro sitio. Otros también dijeron estar negociando con la tribu de Khadafi la posibilidad de un funeral secreto para evitar que la tumba se convierta en santuario. El cadáver fue llevado a Misrata desde Sirte, donde finalmente Khadafi fue asesinado, en circunstancias aún poco claras.

Mientras exhibían el cuerpo envuelto en una sábana dentro del cubículo de frío, un policía aseguró que Khadafi recibiría un entierro musulmán. “Su cuerpo será lavado y tratado con dignidad. Calculo que será enterrado dentro de las 24 horas”, dijo. Pero el ministro interino de petróleo, Ali Tarhouni, confirmó que había propuesto retrasar el entierro para que la gente se saque por sí misma cualquier tipo de dudas sobre la suerte de Khadafi. Decenas de libios desfilaron por el frigorífico con cámaras de celulares para saciar los sentimientos de morbosidad. “Habrá una declaración oficial del presidente del CNT, Mustafá Abdel Yalil, en Benghazi”, dijo el ministro de información interino, Mahmud Shamman. El funcionario dijo que la ceremonia se realizará posiblemente mañana al mediodía, aunque no explicó los motivos por la demora.

En el transcurso del largo conflicto, el excéntrico político ruso Kirsan Ilyumzhinov viajó a Trípoli para oficiar de mediador no oficial. El jefe de la Federación Mundial de Ajedrez jugó unas partidas con Khadafi y se mostraron de buen ánimo, mientras en Libia arreciaban las bombas. Cuando ayer le preguntaron si su amigo le temía a la muerte, respondió: “Ni un poquito. El creía en la reencarnación”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Juan Nicenboim.