El ministro del Interior peruano, Daniel Urresti, se retiró de su cargo al ser sustituido el martes por la noche por el presidente Ollanta Humala, para congraciarse con la oposición. El saliente funcionario se despidió al escribir “Síganme por Twitter”. La frase, de apariencia inocente, no lo es. Por el contrario, se trata de una declaración de guerra. Urresti, un personaje pintoresco de 58 años, hizo de esta red social un arma poderosa, donde entre chistes, insultos y verdades dispara contra sus adversarios y los arrincona. “Ya tienen mi cabeza”, escribió con resignación a sus enemigos de los partidos Fuerza Popular (FP) y Aprista Peruano (PAP), de los virtuales candidatos presidenciales Keiko Fujimori y Alan García, quienes podrán encontrarse con su odiado Urresti en las elecciones del año entrante. Hasta hace cuatro meses, el ex ministro era desconocido para la opinión pública, pero se ganó el mote de “Figurresti” al declarar la guerra a la delincuencia. Se vistió de policía y participó en persona en operaciones en que se golpeó a narcotraficantes o ladrones. Los espertos le recordaron que esa no era su función de ministro, aunque entre las clases populares nació la idea de una especie de “superhéroe” made in Perú. Los números prueban que la seguridad no mejoró con “Figurresti”, pero su imagen de luchador contra el mal estaba instalada y la utilizó para despacharse contra toda la oposición, en especial contra Fujimori y García.