Lunes, 21 de diciembre de 2015 | Hoy
EL MUNDO › OPINIóN
Por Mercedes López San Miguel
Pese a que el partido Podemos fue blanco de una campaña mediática de demonización, ganó un gran protagonismo en estas elecciones generales. Esta formación nació al calor del movimiento de los indignados de mayo de 2011. Tres años más tarde, dio la sorpresa en los comicios europeos y, en mayo pasado, ganó varias de las alcaldías más importantes de España que llevaban décadas bajo el mando de los partidos tradicionales. Ayer se ubicó como tercera fuerza, a un paso del desacreditado PSOE, y quedó como un actor principal para la formación del futuro gobierno.
La prensa de derecha vinculó a los dirigentes de Podemos con el chavismo y agitó el fantasma de que España se convertiría en Venezuela. El Partido Popular y el PSOE apuntaron a Nicolás Maduro como una amenaza para los intereses de las grandes corporaciones españolas, y con ello extendieron el estigma hacia Pablo Iglesias y otros fundadores de Podemos, en su mayoría, docentes de Ciencias Políticas en la Universidad Complutense.
“Los vínculos de Podemos y el chavismo” alarmó en febrero ABC, en uno de los tantos misiles de ese diario, ferviente adulador de Mariano Rajoy.
El País, afín al ala de centro del PSOE, enarboló titulares como “La fundación relacionada con Podemos cobró 3,7 millones de euros de Chávez en diez años”, entre muchas otras notas en el mismo sentido.
“El ataque sale tres semanas en portadas de diario y cuando el juez dice que no hay nada ilegal eso sale publicado en un recuadro chiquito”, se quejó semanas atrás ante Página/12 el número dos de la formación, Iñigo Errejón, un joven dirigente que nunca ocultó que trabajó en Venezuela como politólogo.
“El populismo está al alza en la Unión Europea. Si los españoles lo rechazan y abrazan las reformas, su país se convertirá en un ejemplo para Europa” sostuvo la semana pasada el diario británico The Economist, en línea con los matutinos españoles. Y eso es lo que más preocupa a los conglomerados mediáticos: que Podemos se mire en el espejo de procesos políticos de izquierda de América latina.
Con su irrupción, el partido que lidera Iglesias obligó a las formaciones clásicas a intentar un cambio que fue más cosmético que real. En ese contexto asomó Ciudadanos, un partido que se presentaba como una cara joven y lavada de los conservadores, y que ayer quedó en cuarto lugar y con pocas posibilidades de tornarse decisivo.
A la luz de los resultados, buena parte del electorado no se asustó ante una posible catástrofe si España daba un giro hacia la izquierda populista. Será porque la catástrofe del desempleo y la pobreza ya llegó a la vida de muchos españoles de la mano del ajuste.
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