Desde Londres

La economía, la inmigración y el control democrático fueron los temas dominantes del referendo. El caballito de batalla de los Brexit fue que una salida de la Unión Europea evitaría una invasión inmigratoria y recuperaría para el Reino Unido el control democrático y soberano de decisiones políticas tomadas por una oscura y kafkiana burocracia europea. Por su parte, los pro-europeos centraron sus argumentos en el impacto económico de abandonar el euro. En medio de un análisis que no se destacó por la fiabilidad de los datos, Página/12 analiza los tres principales temas del referendo.

1. Control democrático

El argumento del Brexit es que el Reino Unido está sometido a leyes y regulaciones que toman desde Bruselas organismos sin mandato democrático. En la última década un 13 por ciento de las leyes que aprobó el parlamento británico venían de Bruselas. Si a esto se le suma las regulaciones europeas, que se convierten automáticamente en ley, el porcentaje salta a un 50%. Pero la realidad es que la inmensa mayoría de estas leyes y regulaciones forman parte del mercado común que los Brexit reivindican y contaron con la aprobación del Reino Unido. En estos diez años el gobierno británico solo se ha opuesto a un 2% de las leyes y regulaciones de Bruselas.

En cuanto al déficit democrático, la UE funciona con un ejecutivo de 28 “comisarios” (defensa, economía, agricultura, etc) nombrados por la UE (es decir, no electos). Estos comisarios proponen leyes que deben ser aprobadas por mayoría en el Consejo Europeo, constituido por los mandatarios electos de los 28 miembros, y por el parlamento europeo, que se renueva con elecciones cada cinco años. Esta mezcla no es diferente a lo que pasa en el Reino Unido que tiene una Cámara de los Comunes electa, una monarquía hereditaria y una Cámara de los Lores no electa.

2. Inmigración

Los Brexit señalan que con la expansión de la UE a 28 miembros, 500 millones de personas tienen el derecho de trabajar en el país que quieran. En el Reino Unido vive hoy un millón de polacos, muchos de los cuales emigraron con la incorporación de Polonia a la UE en 2004.

Este argumento de los Brexit fue amplificado con la idea de que muy pronto se sumarían 75 millones de turcos. En cuatro años el Reino Unido tendría cinco millones de habitantes más, un peso insoportable para sus servicios sociales.

El contraargumento pro-europeo es que no hay ninguna posibilidad de que Turquía ingrese en la UE en las próximas décadas y que, más allá de este caso particular, la imigración es un factor positivo para el crecimiento económico. Según la OCDE ha contribuído al aumento de la mitad del PIB desde 2005 y ha aportado más dinero en impuestos que lo que le ha costado al estado en servicios sociales, sea seguro de desempleo, vivienda, educación o salud. De hecho el Reino Unido se encuentra en el cuarto lugar de los países con menos desempleo en la UE.

3. Impacto económico

Este fue el caballo de batalla de los pro-europeos. Desde que el Reino Unido se incorporó a la UE en 1973 su PBI creció más que el de Alemania, Francia e Italia. De hecho, hoy la mitad del comercio británico es con el resto de la UE. Los pro-europeos han sostenido que el Reino Unido podría sufrir una caída de entre el 3 y el 6% de su economía y que los tres millones de empleos vinculados al comercio con los otros 27 miembros estarían en peligro porque se perdería el acceso al mercado único europeo.

El contraargumento de los Brexit es que el Reino Unido envía unas 350 millones de libras semanales a Bruselas (los pro-europeos y analistas independientes dicen que es la mitad una vez que se calcula todo lo que recibe el Reino Unido de Bruselas), dinero que se podría usar para el desarrollo económico y social. Argumentan además que no se perderían tres millones de empleos porque no pararía el comercio con la UE que también se benficia con las exportaciones al Reino Unido. De hecho el primer comprador en la UE de coches alemanes son los británicos.