EL MUNDO › OPINION
Un cura de derecha
Por Eduardo “Tato” Pavlovsky
En su libro Globaloney, que apareció en el 2000, el sociólogo James Petras da una versión de Jean Bertrand Aristide que no parece conocerse bien.
Según Petras, Aristide, un cura populista, defensor de los pobres, mayoría aplastante en Haití, con ánimos de restablecer una mayor justicia social, gana las elecciones en 1991 con el 80 por ciento de los votos. Llega al poder contra Washington y contra el candidato del Banco Mundial.
Como siempre ocurre en Latinoamérica, Estados Unidos apoya clandestinamente a Raoul Cedras en un golpe de Estado y cae el gobierno recién electo por el pueblo. Caen con él las ideas de una justicia social más humana, que parecía encarnar Aristide y acababan de ser refrendadas en las urnas.
Aparentemente Washington hace una crítica “formal” al golpe, mientras envía a Puerto Príncipe al mismo tiempo todo tipo de asesores y apoyo al gobierno golpista. Miles de haitianos salen hacia Florida y Washington se preocupa de cómo evitar el flujo de negros haitianos a EE.UU. Entonces, señala Petras, se repite el proceso: buscar una salida electoral. “A Aristide lo ponen en una habitación en Washington y le enseñan quiénes van a ser sus futuros ministros, cómo va a ser su próximo programa de gobierno y su nuevo plan económico” (¿no es siempre igual?). Le enseñan nuevos modales. Aristide acepta el retorno pero con su nuevo perfil neoliberal. Vuelve entonces una democracia sin apoyo popular, la gente se siente excluida del proceso y “el país queda ocupado por el ejército norteamericano y otras fuerzas”.
Para mantener esta línea de gobierno, aprendida en los salones de Washington, Aristide ejerce una brutal dictadura. Bandas que hoy están en la calle con su padrinazgo. Bandas que han sido formadas. Ejército informal que creó el presidente para intimidar o asesinar a sus opositores políticos. Mientras tanto, la rebelión popular es cada vez más intensa.
El Aristide que en 1991 ganó las elecciones con el 80 por ciento del voto popular y con intenciones de un mayor bienestar y justicia social, fue derrocado por un golpe de Estado al estilo Departamento de Estado.
El Aristide que terminó ayer es el que estuvo en Washington tres años recibiendo el adoctrinamiento para ejercer un gobierno autocrático-neoliberal. Es el Aristide que defraudó a los haitianos. El curita tercermundista que los traicionó. De allí la tremenda indignación popular, que no acepta el 85 por ciento de pobreza y marginalidad en su población.
El último Aristide es un cura de derecha. El otro, el que ganó la primera elección, era progresista y por eso sufrió un golpe de Estado.
Estados Unidos como siempre le hizo un golpe de Estado.
Duvalier, los Tonton Macoutes y Aristide. Sus bandas de terror. La misma miseria y marginación en el pueblo. Y su brutal exclusión.