“Hoy marchamos, mañana votamos y si nos echan brincamos.” Este fue uno de los principales lemas de las cientos de marchas que ayer inundaron las calles de más de 60 ciudades estadounidenses. Superando ampliamente las manifestaciones de marzo, cerca de dos millones de inmigrantes se adueñaron de los principales centros del país. “Desde hoy (por ayer) se va a tener en cuenta la voz de los inmigrantes”, dijo Nativo López en diálogo telefónico con Página/12. López es el presidente de la Asociación Política Mexicana-Americana de Los Angeles, quien estimó que reunieron a unas 600 mil personas.

Sin duda alguna, los tres puntos neurálgicos de la protesta nacional de ayer fueron Los Angeles, Chicago y Nueva York. López resaltó el significado histórico de la jornada: es el “primer paro económico a nivel nacional dirigido por los inmigrantes”. Para este viejo defensor de los intereses de los inmigrantes en el sur de California, los inmigrantes “ya no aceptarán nada menos que una amnistía total”. “¿Y por qué hacerlo?”, se pregunta y se responde, “si ya demostramos nuestro poder”. Sin embargo, no todos comparten esta opinión. Uno de los principales referentes políticos de la comunidad latina, el alcalde de Los Angeles, Antonio Villaraigosa, fue más moderado al sostener ayer en una entrevista con CNN en Español que el proyecto que debe surgir a partir de aquí debe comprender un reforzamiento de la política inmigratoria y de la seguridad nacional, que incluya un procedimiento para permitir la ciudadanía para los inmigrantes. Villaraigosa no participó de las marchas ayer, aunque sí lo hizo en marzo, porque debía viajar a Dallas para conseguir un equipo de fútbol americano para la ciudad.

En Chicago, medio millón de personas –300 mil según estimó la policía– se reunieron para escuchar, entre otros, al único senador negro del país, el demócrata Barack Obama, que se adueñó por unos minutos del legendario grito del líder mexicano de los sesenta, César Chávez, y le gritó a toda la multitud “¡Sí se puede!”. Unos 75 mil manifestantes ocuparon, en tanto, las calles de Denver, Colorado, mientras que otros miles hicieron lo mismo en las ciudades de Atlanta, Georgia, y de Homestead, una ciudad rural de Florida. En el estado de California se promediaban unas 25 marchas, todas con más de mil manifestantes.

En el resto del país, el peso de la protestas no fue tan fuerte, aunque aún las marchas más pequeñas reunían a cientos de inmigrantes. La contraparte de esta jornada fueron los sectores anticastristas de Miami, que se manifestaron en contra del boicot y las protestas de los inmigrantes. Este sector, aunque también inmigrante, goza de un régimen migratorio especial, que le permite acceder a la ciudadanía sin muchos más requisitos que ser exiliados de la isla. No obstante, López explicó que con la jornada de ayer “pusieron en jaque al Partido Demócrata”, que ahora debe negociar e impulsar una “ley favorable para los inmigrantes”.