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Las relaciones con Estados Unidos nunca fueron buenas y Mary Robinson, finalmente, destapó la olla. La saliente Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos declaró ayer que estaba dispuesta a permanecer en su cargo y enfrentar las crecientes amenazas a los derechos humanos en todo el mundo, “pero parece haber fuerte resistencia de sólo un país”. Robinson será reemplazada en setiembre por el brasileño Sergio Vieira de Mello, un veterano de la ONU. “La situación se ha hecho más difícil para los derechos humanos. No soy de las que simplemente se alejan”, declaró Mary Robinson. “Entiendo que Estados Unidos estuvo muy traumatizado por los atentados del 11 de setiembre y se preparó para una situación de guerra. Esto significó que no puso el mismo énfasis en los parámetros de los derechos humanos, y mi trabajo era decir que los parámetros del respeto a los derechos humanos se aplican más en tiempos como éstos”, dijo la futura ex funcionaria. Ella considera que, a pesar de adoptar actitudes que no siempre agradaron a las grandes potencias –como las críticas a Rusia por su manejo de la situación en Chechenia–, lo que terminó decantando su suerte fue la crítica a Estados Unidos por su negativa a concederles status de prisioneros de guerra a los miembros del ex régimen talibán y de la red Al-Qaida de Osama bin Laden, capturados en Afganistán y mantenidos como prisioneros en la base naval estadounidense en Guantánamo (Cuba).