Ya era casi la madrugada. El vino y la comida del tradicional restaurante radical Lalín estaban llegando a su fin. El anfitrión, José Bielicki, un viejo dirigente radical, comenzó con la presentación de los invitados especiales al encuentro del lunes pasado: Rubén Giustiniani, titular del PS, y “un joven senador” al que nunca nombró sino hasta que Elisa Carrió le advirtió que no lo había hecho. Se trataba del presidente de la UCR, Gerardo Morales, que a la hora de subir al escenario le devolvió con ironía la gentileza: “Le agradezco al joven dirigente del Grupo Progreso por la invitación”. El tema de la edad se convirtió en motivo de risas al punto de que, para cerrar el acto, la líder de la Coalición Cívica se reconoció “casi una sexagenaria”. “Pero estoy acompañada por dos jóvenes presidentes de bloque y por estos jóvenes senadores”, exclamó. Sin embargo, miró hacia la mesa central y reculó: “Bueno, el senador Giustiniani es un hombre maduro pero se conserva muy bien. Es mucho más erótico que Hermes Binner”. Las trescientas personas estallaron de risa ante tamaña revelación.
El hermetismo es una marca registrada del kirchnerismo, a punto tal que la mayoría de los funcionarios se enteran de las nuevas medidas que toma el Gobierno cuando la presidenta Cristina Fernández de Kirchner las anuncia públicamente. De ese modo, se busca evitar que se filtren detalles a la prensa y se diluya el impacto político. El celo de los K a veces es tan extremo que ni los ministros están al tanto de algunos temas de sus áreas. El miércoles pasado Débora Giorgi se molestó al enterarse de la inminente presentación del plan canje de heladeras cuando la llamaron para invitarla al anuncio que se haría en la Quinta de Olivos al día siguiente. Pese a todo, la ministra de Producción puso su mejor sonrisa cuando la Presidenta comunicó la novedad.
Llegó a la cita cuando ya no quedaban casi periodistas en la sala, pero igual no perdió oportunidad para charlar con alguno de ellos y mostrarse exultante con el lanzamiento del “interbloque agropecuario” en la Cámara de Diputados. En la presentación ante la prensa, todo el arco opositor que respaldó el acuerdo –UCR, CC, PRO, PS y el peronismo anti K– había anunciado su presencia: “Está por llegar”, aseguraron. Todos habían representado su papel correctamente ante los periodistas. Felipe Solá, también: fingió haber intentado sortear sin suerte una serie de compromisos personales previos para llegar a tiempo a la rueda de prensa. En realidad, a última hora, el resto de los diputados opositores decidió que la presentación en sociedad del interbloque campero la harían los representantes de cada uno de los partidos que integran la comisión legislativa de Agricultura de la Cámara baja, lo que dejaba afuera a Solá. Todos aspiraban a mostrarse ante la sociedad como los defensores de las demandas ruralistas, pero nadie quería “regalarle” protagonismo al ex gobernador bonaerense.
Hace tiempo que mantienen una buena relación de vecinos. Un nuevo evento local –los 500 números de El Diario, de Morón– volvió a reunirlos el viernes pasado durante un brindis en la universidad privada de la ciudad. Como tantas otras veces, intercambiaron opiniones políticas. El intendente Martín Sabbatella y el ex funcionario nacional Jorge “Huevo” Cevallos se sienten más cercanos que nunca y sus colaboradores más íntimos ya pronostican que el Encuentro por la Democracia y la Equidad (EDE) y Libres del Sur serán parte de un acuerdo electoral “más amplio” en la provincia de Buenos Aires para las legislativas de 2009. Ambas agrupaciones fueron parte de la transversalidad K, pero ahora buscan aglutinar a los decepcionados del espacio tras la decisión de Néstor Kirchner de apoyarse en el PJ bonaerense y en los cuestionados “barones del conurbano”.
Mostrando su costado menos conocido, el diputado Felipe Solá se llevó varios aplausos por su sentido del humor. En Mendoza, en la inauguración de la sede del partido Unidad Popular, compartió escenario con el vicepresidente Julio Cobos, con su compañero de bloque Enrique Thomas y con los dirigentes locales Patricia Gutiérrez y Guillermo Amstutz. Cuando le tocó el turno de hablar, al momento de cerrar el encuentro, se apiadó de los presentes. “Primero les quiero agradecer a todos ustedes que estuvieron esperando todo este tiempo. Y a vos te venía mirando hace un rato, cómo te van a doler los brazos mañana”, le dijo Solá a uno de los participantes apenas empezó su discurso: el hombre llevaba un largo rato sosteniendo una bandera del peronismo mendocino. Inmediatamente hizo una aclaración: “Esto no es un acto del colegio de ingenieros. Lo que pasa es que se nos dio por estudiar ingeniería. En definitiva somos todos compañeros, ¿o no?”, bromeó el ex gobernador. De los cinco presentes, Solá y Thomas son ingenieros agrónomos, y Cobos, Gutiérrez y Amstutz, ingenieros civiles.
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