Sábado, 17 de enero de 2009 | Hoy
EL PAíS › CON POCA GENTE, EN COLON NO PUDIERON CUMPLIR EL OBJETIVO DE CORTAR LA RUTA EN PROTESTA POR LAS PAPELERAS
La Gendarmería se apostó en la ruta desde temprano y aseguró el paso de los vehículos. Sin chances de cortar, los asambleístas llegados principalmente de Gualeguaychú repartieron volantes y anunciaron que se quedarán hasta mañana.
Por Laura Vales
Desde Colón
Con más ganas que gente, la protesta contra Botnia se instaló en el puente internacional Colón-Paysandú, donde los asambleístas no llegaron a interrumpir de manera permanente el paso de los turistas. Aunque hicieron varios intentos de cortar la ruta, fueron impedidos por la Gendarmería desplegada en el lugar. La concurrencia resultó exigua, un centenar de personas. Los gendarmes, en cambio, eran el doble.
Así las cosas, los ambientalistas repartieron volantes, mostraron carteles a los que cruzaban la frontera, dieron notas a todos los medios y dijeron finalmente que se quedarán en el lugar hasta el domingo, manteniendo latente la posibilidad de bloquear el tránsito como medida de máxima, y con eso la tensión necesaria para que los movileros no abandonen en masa el lugar.
La de ayer fue la primera protesta contra Botnia que las asambleas de Gualeguaychú, Colón y Concordia realizan con la abierta oposición del Gobierno, que hasta hace poco aparecía más tolerante frente a los cortes. Se habían tejido por eso muchas fantasías. Una vaticinaba un enfrentamiento civil entre hoteleros y comerciantes contra los asambleístas, enfrentamiento que estaría fogoneado por el cambio de clima político. Pero en Colón, una ciudad que está al tope de turistas, a los hoteleros y comerciantes se los ve demasiado ocupados en atender a los visitantes como para gastar tiempo en un comando antipiquete. En general, siguieron la protesta con indiferencia.
La otra fantasía era que habría represión. Pero, al menos al cierre de esta edición, la idea de los vecinos no era tensar la cuerda hasta el punto de ser desalojados. “La gente que hoy no vino se asustó ante la posibilidad de incidentes. Esto tiene que ser pacífico”, definió Juan Veronessi, de la asamblea de Gualeguaychú.
La TV, por supuesto, habló toda la tarde de tensión. No fue para tanto. En cambio, como era de esperar, desde la mañana los turistas se desesperaron por cruzar la frontera y en la aduana se formaron colas del infierno, larguísimas, kilómetros de autos bajo el rayo del sol, que llegaron a sufrir dos horas de espera para pasar desde un país al otro.
La Gendarmería desplegó desde temprano sus efectivos a lo largo de la ruta, formando un corredor a ambos lados del asfalto para garantizar el paso de los automóviles. Al mediodía se supo que había una orden del juez federal de Concepción del Uruguay de mantener despejado el puente. Y desde las seis, hora de inicio de la jornada contra la pastera, un helicóptero sobrevoló la zona.
La mayoría de los manifestantes llegaron desde Gualeguaychú. Hubo por supuesto gente de Colón –no mucha–, y de Concepción del Uruguay. La asamblea de San Telmo viajó desde Buenos Aires con una delegación de 20 personas. “Tenemos la obligación de acompañarlos, especialmente con esta ofensiva del Gobierno”, explicaron.
El tema del día fue el informe del INTI según el cual no hay registro de que Botnia contamine. Verdes con las declaraciones del titular del organismo, Enrique Martínez, los asambleístas lo desafiaron públicamente a un debate. Acá nadie cree en la posibilidad de que la planta sea inocua.
¿Por qué? “Los tóxicos de las papeleras son en general tóxicos a largo plazo. Es una barbaridad científica decir, con dos o tres análisis del agua, que el río no está contaminado”, argumentaba Carlos Goldaracena, bioquímico y profesor de toxicología. “Lo que dice la propia Botnia a través de un estudio de la consultora Ecometrix sobre sus primeros seis meses de funcionamiento es que en ese lapso la planta ya tiró al aire y el agua más de 5 mil toneladas de productos tóxicos. Por eso, nadie puede decir que no contamina. A lo sumo puede decir que cumple con determinados estándares. ¿Pero son esos estándares lo que queremos acá?”
Con poca gente ni siquiera se hizo una asamblea, como estaba pautado. La amenaza del corte se convirtió en un juego contra los gendarmes: la gente, con pancartas y cantos, se instalaba cortando un tramo de la ruta. La Gendarmería habilitaba el paso de los vehículos por el costado, los manifestantes se corrían para bloquear esa maniobra y entonces era el turno de que la Gendarmería se volviera a mover. El minué volvía a empezar.
Circuló la versión de que Alfredo De Angeli venía en camino “con los chacareros”. Parecía posible que, ante la poca gente, alguien diera un volantazo para cubrir la falta de número con la presencia del ruralista, como un desafío más fuerte a la Casa Rosada. Pero los propios asambleístas lo desmintieron. “Le pedimos que no venga para no mezclar las cosas”, aseguró Jorge Fritzler.
La mayoría de los que estaban en la ruta no ocultaban su admiración por De Angeli, ni su adhesión a los reclamos del campo, aunque eso los ponga en la contradicción de decirle No a Botnia mientras le dicen sí la soja, que no ayuda al medio ambiente. La asamblea, más que en el desarrollo de una conciencia ecológica, se ha sostenido con otro tipo de argumento: el de la violación del Tratado del Río Uruguay por parte del gobierno de Montevideo, al autorizar la instalación de Botnia de manera unilateral, sin el permiso argentino. En las movilizaciones es por esto mucho más fácil escuchar argumentos nacionalistas que ambientalistas. Con todo, no hay una persona que piense como real la posibilidad de que con la pastera no haya daño ambiental.
Para los vecinos, los argumentos del gobierno en ese sentido tienen como explicación el veto de Uruguay a que Néstor Kirchner presida la Unasur. Uno de los asambleístas lo definía en estos términos: “el gobernador, los intendentes, Kirchner, todos están metiendo presión no por este corte. Buscan que en marzo, cuando se termine la temporada de verano, la línea de la asamblea vinculada al PJ proponga levantar el corte. La presidencia del Unasur se define en abril, y así a Kirchner le darían los tiempos para ocuparla”.
La principal oposición al bloqueo del puente en Colón está concentrada en los comercios instalados sobre su cabecera. Se trata de una estación de servicio –su dueño, Nery Bouvet, les quemó dos veces el refugio a los ambientalistas e incluso les levantó un corte con un grupo de choque– y una quincena de locales de venta de ropa y tres supermercados. El conjunto es una feria armada porque el cambio favorece que los uruguayos de Paysandú crucen todos los días a comprar. “Cualquier producto, acá, les cuesta la mitad”, informa Sergio, dueño de un negocio de bijouterie y perfumes sobre la ruta 135.
En el local de al lado atiende Claudia, una uruguaya que todos los días cruza el puente en bicicleta para venir a trabajar. Para ella, Botnia no contamina. Todo el problema se reduce a que los argentinos no se bancan que la planta esté del lado uruguayo. “Envidia”, dice.
Detrás de otro mostrador, Jorge e Isabel definen la curva de los intendentes: “Hace tres años apoyaban el corte, les ponían baños químicos. Ahora se ve que los llamaron de arriba y se dieron vuelta como una media”. ¿Pero ustedes no están contra el corte? “Sí”. Pero más critican a los intendentes. Y además, están “seguros” de que la pastera contamina.
La ambivalencia, la contradicción, las dudas, marcan a todos los que hablan sobre el conflicto. Es que nadie sabe si la planta los está envenenando o hay si hay que creer en los informes que, según el INTI, dicen que no hay riesgo, que se puede levantar campamento y volver cada uno a su casa a disfrutar de la playa y del sol. Tienen la pastera al lado y le tienen miedo.
La escasa concurrencia al puente de Colón pone en cuestión la permanencia del bloqueo en el puente San Martín, que une a Gualeguaychú con Fray Bentos, donde el tránsito está interrumpido hace dos años y dos meses. Algunos ya evalúan que ese corte no podrá sostenerse mucho tiempo más. Cuando se pregunta esto en la asamblea de Gualeguaychú, contestan que sin corte el tema desaparecerá de la agenda, no habrá más cámaras mostrándolo ni interés del Estado en ocuparse del caso.
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