Sábado, 21 de febrero de 2009 | Hoy
EL PAíS › EL SENADOR JUAN CARLOS ROMERO SE FUE DEL BLOQUE OFICIALISTA
El ex compañero de fórmula de Carlos Menem en 2003 anunció su pase al peronismo disidente. Se despidió del kirchnerismo con duras críticas. Desde el Gobierno le salieron al cruce. También dejó la bancada del oficialismo Sonia Escudero.
“El 2009 es el final de un ciclo político en la Argentina. Ni la oposición puede cantar victoria ni el oficialismo detenerlo.” Con este pronóstico tan contundente escrito de su puño y letra, el senador salteño Juan Carlos Romero anunció ayer su alejamiento del bloque oficialista en la Cámara alta y su pase al peronismo disidente. Romero formalizó su ruptura a través de una carta pública, que envió al titular de la bancada del Frente para la Victoria, Miguel Pichetto. “Los argentinos estamos agobiados por la intolerancia, por la confrontación permanente, por la inseguridad, por la destrucción del marco institucional, por la diferencia entre la opinión pública y la opinión publicada”, argumentó Romero a modo de despedida final del kirchnerismo. También rompió con el oficialismo la senadora salteña Sonia Escudero.
Ex compañero de fórmula de Carlos Menem en 2003, cuando ambos compitieron contra Néstor Kirchner, el salteño nunca tuvo demasiada empatía con el santacruceño. Ayer sumó su ruptura al promocionado distanciamiento de Carlos Reutemann.
La partida de Romero no sorprendió a los funcionarios del Gobierno. “Se va de un lugar en el que nunca estuvo”, salió a cruzarlo el ministro del Interior, Florencio Randa-zzo. “Votó siempre en contra de los proyectos importantes para la gente, para el conjunto de la sociedad, como Aerolíneas o AFJP. Es un dirigente que piensa solamente en su proyecto personal y defiende otro modelo de país”, cargó Randazzo. También le dedicó algunas críticas el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli. “El ex candidato a vicepresidente de Carlos Menem nunca apoyó las leyes del Gobierno en el Senado. Ni él ni la senadora Escudero. Nunca nos acompañaron”, recordó Parrilli.
Aparte de los cuestionamientos que volcó en su carta, Romero denunció ante los medios actitudes “stalinistas” del Gobierno y se quejó porque en el Senado había “dificultades” para debatir los proyectos oficiales. “Lo único viable es apoyar ciegamente los proyectos oficiales”, aseguró.
Ex gobernador de Salta, elegido en tres oportunidades (1995, 1999 y 2003), Romero fue designado vicepresidente primero del Senado por consejo de la Presidenta. Fue una forma de compensar la derrota que sufrió en 2007 el candidato delfín de Romero, Walter Wayar, en la elección para gobernador. El triunfante resultó ser el entonces diputado Juan Manuel Urtubey, de mejor relación con CFK.
Ayer, en su carta de renuncia al bloque kirchnerista, Romero pareció cobrarse ésa y otras deudas. “¿Cómo es posible que después de cinco años de gobierno descubramos a los pobres en Tartagal, cuando millones de ellos se hacinan a metros del Obelisco?”, se preguntó el salteño. La mención a Tartagal, donde el reciente alud de barro obligó a que la Casa Rosada enviara ayuda (la propia Presidenta viajó para supervisar las tareas y hablar con la gente), no pasó de-sapercibida en el Ejecutivo.
Quien se encargó de devolver gentilezas fue Parrilli, uno de los hombres de mayor confianza del matrimonio presidencial. El funcionario recordó un episodio de 2006. “Cuando él (por Romero) era gobernador de Salta y hubo un desastre en Tartagal, el gobierno nacional tuvo que ir solo allá porque él, que era la máxima autoridad provincial, no podía ir”, lanzó.
La relación entre Romero y el Poder Ejecutivo venía de mal en peor desde mediados del año pasado. La fecha clave fue el 17 de julio, cuando se debatió en el Senado el proyecto de retenciones móviles previsto en la Resolución 125 y sus modificaciones. Aquella noche interminable Romero se cruzó muy duro con Pichetto. En la votación, Romero se pronunció en contra del proyecto del Gobierno junto a otros senadores oficialistas: eso determinó que hubiera empate. El desenlace, se sabe, hizo famoso al vice Julio Cobos con su voto no positivo. En los meses que siguieron, Romero se negó a apoyar proyectos que el kirchnerismo juzgaba estratégicos. Bastan un par de ejemplos: la estatización de Aerolíneas y el pase al Estado de la administración de las AFJP.
A diferencia de Reutemann, quien anunció su alejamiento pero acompañó su decisión con palabras cautas y moderadas hacia los Kirchner, Romero se está moviendo con el objetivo de fortalecer al peronismo disidente y hacerle el mayor daño posible al Gobierno. Ayer anunció que está dialogando con el senador del Partido Renovador, el también salteño Juan Pérez Alsina, para que rompa con el kirchnerismo en forma definitiva. Las renuncias de Romero y Escudero se suman a las de Reutemann y la senadora Roxana Latorre. Los dos santafesinos supieron aprobar en general algunos proyectos esenciales para el Gobierno. Romero y Escudero, por el contrario, se negaron sistemáticamente a contribuir con su voto ante las necesidades del Ejecutivo. Desde el Gobierno aseguraron que las renuncias no afectarán la mayoría parlamentaria del oficialismo en el Senado.
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