Martes, 22 de septiembre de 2009 | Hoy
EL PAíS › EN LA UNIVERSIDAD DE COLUMBIA, LA PRESIDENTA INSISTIó EN LA URGENCIA DE REEMPLAZAR AL FMI Y EL BANCO MUNDIAL
Cristina Kirchner habló ante estudiantes y docentes estadounidenses. Remarcó que la crisis financiera internacional evidenció el fracaso de los organismos de crédito. Reivindicó el debate sobre la ley de Servicios Audiovisuales y defendió la libertad de expresión.
Por Fernando Cibeira
Desde Nueva York
En el ámbito académico de la Universidad de Columbia, la presidenta Cristina Kirchner volvió a alentar la idea de reformas en los organismos internacionales o, incluso, la creación de una nueva organización que no se quede sólo en lo financiero sino que contemple “el desarrollo económico y social de una manera global”. “El bienestar tiene que ser accesible no sólo a los países desarrollados, sino también al conjunto de naciones”, subrayó. La Presidenta volverá a la carga hoy con la propuesta cuando hable en la reunión de Iniciativa Global Clinton. Habrá que ver cómo toma la idea quien será su compañero de mesa, el director general del FMI, Dominique Strauss-Khan.
La Presidenta insistirá con la cuestión en cada oportunidad en Estados Unidos. Recordó que el domingo había conversado sobre la idea con quien llamó “un hijo dilecto de Columbia”, el Nobel de Economía Joseph Stiglitz. “Pienso que estamos en una nueva etapa. Como integrante del G-20 hemos discutido muy fuertemente el rol del Fondo Monetario, la responsabilidad que le ocupa, la necesidad de reformular nuestros organismos multilaterales, pero se me ocurre que debemos ir un poco más allá. Estamos ante un nuevo mundo, una nueva realidad, que exige repensar nuevos organismos y nuevas reglas de funcionamiento”, sostuvo la Presidenta.
Hasta el domingo, Cristina Kirchner venía con la idea de plantear una reforma del FMI que contemple una mayor cuota de poder para los países emergentes, en desproporcionada minoría cuando se llega el momento de contar los porotos. Pero a partir de la conversación con Stiglitz adoptó su propuesta de dejar al FMI y al Banco Mundial a un lado –“los que los manejan son los mismos que provocaron la crisis, son fundamentalistas del mercado”, le dijo el economista– y directamente crear un nuevo organismo manejado por los países emergentes enfocado a alentar políticas sociales y de producción.
La Presidenta también volvió a Stiglitz hacia el final de su discurso cuando recordó el trabajo que realizó junto a otros especialistas en la Universidad de La Sorbona, que propuso una nueva forma de medir el crecimiento de los países, alejándose de la economicista que privilegia el crecimiento del PBI por otro que mida el bienestar de la población.
El recinto de la Low Library, el edificio donde habló la Presidenta, lucía colmado. La histórica construcción con forma de panteón romano data de 1895 y en cada esquina lleva la inscripción de una rama del conocimiento: derecho, medicina, teología, filosofía. El edificio también tiene su historia más reciente porque resultó ocupado por los estudiantes durante una recordada protesta en la universidad en 1968 que terminó en represión y hasta una película que lo reprodujo, “The Strawberry Statement”.
En los asientos lo que prevalecía eran los estudiantes de origen latinoamericano, incluso se veía alguna camiseta argentina. A la Presidenta la aplaudieron en tres ocasiones. Una, cuando mencionó la vuelta de Manuel Zelaya a Honduras. “Sí, pueden aplaudir”, animó a los estudiantes que habían festejado tímidamente.
La Presidenta habló en el marco del programa de World Leaders Forum. En el folleto se pueden ver al Dalai Lama y a Michelle Bachelet, entre otros, pero no al iraní Mahmud Ahmadinejad, que causó gran revuelo cuando se presentó. El discurso de Cristina Kirchner había sido anunciado como “La Crisis Global: una perspectiva latinoamericana”. Comenzó señalando la casualidad de hablar ante ese auditorio cuando en Argentina se celebraba el Día del Estudiante y mencionó que el embajador argentino en Estados Unidos, Héctor Timerman, era un ex alumno de Columbia.
La Presidenta hace varios años que se presenta en Columbia en sus visitas a Nueva York, aunque anteriormente lo había hecho en aulas o auditorios. A los estudiantes que fueron a verla en algunas de esas oportunidades les debe haber resultado conocido el primer tramo del discurso en el que hizo una recapitulación de los años recientes del país, en especial en el capítulo que desembocó en la crisis. No faltó la referencia al Consenso de Washington y al tratamiento que se le daba a Carlos Menem en el FMI.
En esta ocasión, la Presidenta marcó un paralelismo entre la situación que se vivió en la Argentina en 2001 y la que hoy atraviesa Estados Unidos, con muchos que pierden sus casas porque no pueden pagar las hipotecas. “Era la doctrina económica que había sido aprobada por el Fondo Monetario Internacional”, sostuvo para volver a insistir en la necesidad de reformar los organismos internacionales.
El discurso de Cristina Kirchner fue extenso y la Universidad de Columbia prevé una hora para este tipo de presentaciones, así que apenas si hubo oportunidad para una pregunta de las muchas que habían sido recolectadas entre los asistentes. El presidente de la Universidad resumió en una varias que tenían que ver con su relación con la prensa, la libertad de expresión y la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. La Presidenta aseguró estar contenta por la posibilidad de hablar de esta cuestión. “Me parece un tema fantástico”, definió.
Recordó que la actual ley de Radiodifusión surgió por un decreto de Videla y defendió el proyecto de ley que pasó al Senado. “Es profundamente desmonopolizadora. El 73 por ciento de la las licencias en materia radiofónica, televisiva y de cable pertenece a una sola empresa que es propietaria también de diarios”, mencionó. Añadió que puntos de la ley habían sido copiados de la legislación norteamericana en la materia.
“Desafío a que alguna vez haya habido tal grado de libertad de expresión como la que existe ahora. Prefiero mil millones de mentiras, mil millones de difamaciones, antes de hacer callar la boca a alguien”, sostuvo. Y recordó que envió al Congreso el proyecto para despenalizar el delito de calumnias e injurias. Mencionó que en Estados Unidos tiempo atrás se había detenido a una periodista del New York Times por negarse a revelar su fuente. “Eso en Argentina no sería posible”, dijo.
La Presidenta se extendió largo en la respuesta. Habló de la necesidad de un debate sobre los medios y la libertad de expresión. Que Zelaya, en Honduras, había sufrido un golpe “cívico-mediático” y que la libertad de expresión debía estar en los ciudadanos y no en las empresas de medios. Tanto se extendió que no hubo tiempo para más.
Con elegancia, el presidente de la universidad acudió a aquello de “sabemos que la Presidenta debe irse para atender otros asuntos...”, pero ella respondió que todavía tenía tiempo. El hombre de Columbia salió del paso con una broma en español: “¿Qué hará usted para que el Diego clasifique a la Selección argentina?”, sorprendió. “Ah, ésa es la pregunta más difícil que me hicieron en mi vida”, le respondió la Presidenta.
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