Jueves, 18 de febrero de 2010 | Hoy
Producción: Mariana Seghezzo.
Roxana Perazza *
“Es muy auspicioso que la actual política educativa se centre en la escuela secundaria, porque es el nivel que más problemas tuvo en los últimos años. Según las estadísticas, son muy pocos los jóvenes que ingresan y, después de cinco años, se reciben. Además, es un hecho tanto para los padres, los pibes, los docentes, como para los especialistas, que durante el secundario los chicos aprenden poco y nada. Pero con la Asignación por Hijo y la obligatoriedad de la secundaria se generará una nueva demanda que la escuela deberá absorber y es el Estado el que tiene la obligación de generar las condiciones para que los alumnos ingresen y no deserten. Cuando una escuela funciona bien, los chicos pueden elegir, los profesores enseñan mejor y hay muchos pibes que desean quedarse en las aulas. Por eso, además de ciertas reformas en los tiempos y las tutorías docentes, la nueva reforma del secundario debería incluir en el futuro los intereses de los chicos: si los pibes piensan que la escuela es un punto de partida y no de llegada para sus intereses, es decir, si se sienten que son respetados en el ámbito escolar, el ausentismo dejarían de ser el problema fundamental del sistema educativo. El rol del gobierno nacional es fundamental en esta tarea, ya que debe controlar a la provincias y garantizar la justicia educativa para que cada alumno del país tenga acceso a los nuevos cambios”.
* Pedagoga, ex secretaria de Educación porteña.
Gustavo Oliva *
“Es muy positivo para la Argentina el reposicionamiento y la jerarquización de la educación en términos generales que se ha logrado en el último tiempo. Primero, con la Ley de Financiamiento y luego al volver a los ciclos bien definidos, dando por tierra con la patética Ley Federal de Educación recetada por los organismos internacionales de crédito. Si a este panorama le sumamos las nuevas tecnologías incorporadas a la escuela, el carácter obligatorio del secundario, el crecimiento del 400 por ciento al presupuesto universitario y la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la sociedad del conocimiento en nuestro país es una meta alcanzable. Aunque falten algunas modificaciones, los indicadores, la dirección y el ritmo son los correctos. Como los cambios a nivel educativo son a largo plazo, hay dos cuestiones para que las medidas se concreten en el menor tiempo posible: la decisión del Estado y el protagonismo de cada actor social involucrado. La cuestión macro ya se está resolviendo, ahora falta que las reglas de cada institución se reformulen desde un lugar más micro, desde dentro, con el aporte de cada sector. Las pequeñas cosas; por ejemplo, que cada escuela respete las horas de tutoría establecidas dependerá de la buena voluntad de cada directivo. Sólo restan cuestiones puntuales y un cambio de actitud para creernos que podemos ser artífices del cambio.”
* Rector del Colegio Nacional de La Plata.
Pablo Imen *
“Hay que destacar primero un dato cualitativo de lo que significa la obligatoriedad de la escuela secundaria. Según el censo de 2001, existen más de 14 millones de personas con 15 años que nunca estuvieron incluidas en el sistema educativo medio. Además, en términos educativos aún subsisten dos herencias del neoliberalismo. La primera es la distribución desigual en la carga y el esfuerzo entre las provincias que aportan el 70 por ciento del presupuesto y la Nación, que sólo da un 30. Y la segunda es la descentralización educativa, producto de la coexistencia de 24 sistemas educativos. Un verdadero quilombo, que las nuevas reformas están intentando modificar. También, la flexibilidad de la currícula y que se contemplen algunas curiosidades de los pibes hacen que la reforma sea por lo menos interesante. Sin embargo, el riesgo principal que se plantea es que la flexibilidad termine administrando la pobreza pedagógica y que los chicos terminen aprobando sin conocer. Como riesgo, puede reforzar la brecha educativa que es lo que en un principio se intenta superar. Por eso, y como un nuevo paso, tenemos que elaborar un diagnóstico y rediscutir el sentido de la educación y que se haga como práctica política, porque la calidad educativa no es la medición de conocimiento en un examen estandarizado, sino la formación de hombres y mujeres libres capaces de construir un proyecto colectivo.”
* Secretario de Investigaciones del Centro Cultural de la Cooperación.
Flavia Terigi *
“Hay que reconocer el esfuerzo del Ministerio de Educación y de los ministerios provinciales por abordar y tener en cuenta a un nivel (el secundario) que durante mucho tiempo fue desarticulado. La unificación del título secundario a nivel nacional era algo pendiente y es una respuesta evidente a la diversificación curricular, que no sólo se reduce a la época del ’90. Pero hay que ir más allá. Estas medidas son sólo el primer punto de un plan mayor que asuma los problemas estructurales de la escuela secundaria. Por ejemplo, el puesto de trabajo docente, la propuesta formativa, el régimen académico, la simultaneidad de muchas materias, la falta de electividad de los alumnos y el hecho de que repitan todo el año por no aprobar tres materias son aspectos de la escuela que deben ser modificados. La obligatoriedad del secundario nos posiciona como país frente a una oportunidad única y sería un error crear esas condiciones bajo un modelo de enseñanza antiguo y no superador. Necesitamos discutir la formación para el trabajo, que no es el perfil propio del bachillerato, pero además el ingreso a la escuela secundaria de grupos sociales que históricamente fueron relegados requerirá el esfuerzo de los alumnos, los padres y las instituciones educativas, también de las áreas de salud, defensorías y organismos legales. Si no, sería pedirle al sector educativo cosas que por sí solo no puede hacer.”
* Profesora de la UBA y la UNGS.
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