EL PAíS › LOS CASI SEIS MIL OCUPANTES ABANDONARON EL PARQUE INDOAMERICANO
Al mediodía el predio quedó totalmente vacío, aunque invadido por decenas de máquinas que empezaron a limpiar el lugar. Los ex ocupantes anunciaron una asamblea para decidir cómo controlan el cumplimiento de la promesa del plan de viviendas.
› Por Carlos Rodríguez
Después de ocho días de agitación, el Parque Indoamericano volvió a ser ayer un predio desierto. A las 13 se habían retirado las casi 6 mil personas que habían ocupado la parte más descuidada y apareció en escena un show a lo Fuerza Bruta, protagonizado por decenas de camionetas amarillas del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, camiones de gran porte, motoniveladoras y retroexcavadoras, más cientos de personas que parecían intentar el milagro de convertir al predio, en un pase de magia, en el “espacio público” acogedor que Mauricio Macri defendió para rechazar la ocupación de los que piden casas. A nivel político, la Nación y el gobierno porteño celebraron el acuerdo mutuo para la construcción de un complejo habilitacional, proyecto consensuado que sirvió para ponerle fin a la toma. El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, ratificó que el gobierno nacional “ayudará para que se lleve adelante un plan de viviendas”. Por la tarde, en la Villa 20, muchos vecinos expresaron su preocupación porque dicen no tener “garantías concretas de que se vayan a construir las viviendas y como ya tuvimos muchas frustraciones, seguimos dudando”.
“Parece que Macri nos toma el pelo. Ahora empezaron a limpiar el parque. ¿Por qué no lo hicieron hace tres años?” Antonio vive en la Villa 20 y se indignó frente a tanta actividad de los móviles del gobierno porteño. El parque, que tiene 130 hectáreas de extensión, está separado por una calle interna. De un lado el pasto está cortado en forma prolija, del otro hay montañas de escombros y basura. En ese sector menos agradable se habían asentado la mayoría de las familias que lo ocuparon. El gobierno porteño informó que concurrieron al lugar 60 camiones y más de 200 operarios, encabezados por el propio Macri y por el titular de Ambiente y Espacio Público, Diego Santilli, entre otros funcionarios.
“Hoy lo dejamos limpio y nivelado”, aseguró uno de los responsables de la tarea, que se prolongó hasta las seis de la tarde y que no avanzó más allá de cargar en camiones cuatro o cinco de las enormes montañas de basura, escombros y tierra que convierten a uno de los sectores del parque en un escenario lunar. “Desde hoy vamos a poner en valor el parque”, habían anunciado Macri y Santilli, durante su fugaz presencia en el lugar. Fanáticos de la seguridad, prometieron cerrar todo el perímetro del parque a razón de “cien metros de rejas por día”.
Por su parte, el ministro de Seguridad, Guillermo Montenegro, anunció que habrá “presencia permanente de la Policía Metropolitana, para evitar cualquier intento de nuevas tomas”. La idea, según Montenegro, es “ponerle cercas a todo el parque y después tener guardianes de plaza que estarán comunicados con la Policía Federal y con la Metropolitana”.
Cuando fue consultado acerca de los planes de vivienda, Montenegro afirmó que van a estar destinados “a los más necesitados de la ciudad y no sólo a los que ocuparon el parque, que no tendrán prioridad. Todos estarán en las mismas condiciones, según las necesidades de cada uno”.
Varias decenas de jóvenes, de una empresa privada contratada por el gobierno porteño, realizaron trabajos de fumigación “para prevenir contra el mosquito que transmite el dengue y otras plagas”, explicó Mario, uno de los encargados, nacido en Paraguay, quien aclaró entre risas: “Yo no estuve en la toma”. En medio del fuerte olor que despedía el líquido usado para fumigar, se escuchaban las quejas de los operarios que trabajaban en la zona: “Cómo van a fumigar mientras estamos trabajando. Es una locura, nos estamos intoxicando todos. Esto es una farsa”, comentó uno de ellos.
Zully Pérez, vecina de la Villa 20, recordó que la evacuación del parque “duró toda la noche y fue pacífica, aunque muchos no estaban de acuerdo con dejar el lugar. Hay desconfianza porque muchas veces nos han prometido cosas que nunca se cumplieron”. En la toma hubo vecinos de la 20, pero también de la 1.11.14, de barrios de Lomas de Zamora, Soldati y Barracas. Los funcionarios porteños replicaron que las casas se van a construir y que el acuerdo con Nación incluye el otorgamiento de “créditos blandos” para la compra de viviendas, previo relevamiento de datos. En el camino quedaron las afirmaciones del Gobierno de la ciudad de que no tenía “un peso más para planes de vivienda” y de que el desalojo policial era la única salida para el conflicto.
Alejandro Salvatierra, uno de los referentes de la toma, dijo que los pobladores realizarán este fin de semana una “asamblea general para analizar cómo vamos a fiscalizar el plan de viviendas”. El temario previsto, según Salvatierra, incluirá también “la realización de marchas y protestas para exigir juicio y castigo para los responsables de los asesinatos ocurridos durante la toma”. La asamblea se hará el fin de semana –todavía no se definió el día– y se omitirá la difusión del lugar de la reunión “para evitar cualquier tipo de incidente”.
Salvatierra justificó el levantamiento de la toma porque “ya era mucho el deterioro sufrido por las personas que estaban allí, sobre todo los chicos, y como había grupos violentos que venían desde afuera, era mejor levantar todo, pero ahora tenemos que garantizar que se realicen las obras prometidas”. El dirigente, que vive en la Villa 15, conocida como Ciudad Oculta, aseguró que de ahora en más “todos tenemos que trabajar juntos para garantizar que la gente tenga su vivienda”.
Ayer por la tarde, varios vecinos hacían comentarios y observaciones, de diferente tono, acerca del acuerdo. “Muchas personas no firmaron el papel que les ofrecía el Ministerio de Desarrollo Social, porque era un papel sin ningún compromiso claro. Lo que nosotros pensamos es que hoy, los que firmaron y los que no firmaron ese papel tienen el mismo nivel de incertidumbre sobre las obras”, le dijo a este diario Luciano Nardulli, “El Tano”, referente de la Corriente Clasista y Combativa.
Nardulli opinó que la toma se levantó porque “Salvatierra le habló mucho a la gente y la convenció de que tenía que creer en el compromiso asumido por el gobierno nacional, pero nosotros no estamos seguros de que haya tal compromiso. Nos parece que en la primera reunión que se hizo en la Casa Rosada, en la que estuvimos presentes, hubo una postura más fuerte de (Aníbal) Fernández, que después se fue diluyendo para poder acordar con Macri, que siempre está en contra de los sectores populares”.
La CCC y el Frente Darío Santillán, que también tiene una presencia importante en la Villa 20, se reunieron ayer con algunos vecinos, la mayoría de los cuales se habían negado a firmar el documento que había presentado como condición el Ministerio de Desa-rrollo Social. Los vecinos estaban indignados por el despliegue de vehículos del gobierno porteño. “Cuando estábamos en la toma no nos traían ni comida ni agua. Macri no piensa en los pobres, nosotros no existimos para él. La Presidenta tiene que intervenir en forma directa, porque acá no hay seriedad”. Leonel es hijo de paraguayos y nació en la Argentina. “A mis padres les vienen prometiendo vivienda digna desde hace muchos años y nunca cumplen.”
Josefina, que vive cerca del lugar donde murió Bernardo Salgueiro, una de las primeras víctimas de la toma, estaba enojada con las palabras de Macri: “Ahora dice que va a iluminar el parque, que va a poner rejas y que todo va a estar muy lindo, pero no hay nada más lindo que ver a la gente contenta, en sus propias casas, y no viviendo en ranchos como nosotros. Alguien tiene que escucharnos esta vez y alguien tiene que hacer cumplir nuestros sueños de casa propia, porque si no, vamos a tener que volver a la lucha y eso no lo quiere nadie, pero es el único camino”.
Ayer, los últimos en irse, se retiraron entonando una parte del Himno nacional que nunca se canta, el que dice: “No lo veis sobre México y Quito arrojarse con saña tenaz/y cual lloran bañados en sangre/ Potosí, Cochabamba y La Paz”. Dicen que lo hicieron “para demostrar que los patriotas argentinos nunca rechazaron a los hermanos bolivianos como lo hace hoy el Gobierno de la Ciudad”.
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