EL PAíS › EN CAPITAL SE LANZO LA FORMULA QUE APOYA EL OFICIALISMO

Scioli aprobó en su primer examen

Kirchner presentó a su flamante compañero de boleta en un acto donde el Gobierno y el duhaldismo tuvieron asistencia perfecta. En cambio, faltaron algunos gobernadores. Scioli se despegó del menemismo e hizo profesión de fe de su nueva pertenencia.

 Por Fernando Cibeira

A dos meses de las elecciones, Néstor Kirchner presentó ayer en sociedad su fórmula presidencial con el secretario de Turismo Daniel Scioli en un acto en el que quedó claro, primero, que evidentemente son los candidatos del Gobierno y, segundo, que tendrán que esforzarse para conseguir el apoyo de los gobernadores. El gobernador de Santa Cruz prometió profundizar la veta productiva de la economía iniciada por la gestión de Eduardo Duhalde. Scioli, en tanto, sobrevoló el debate sobre su origen menemista. “La mejor década no está atrás sino adelante”, definió. Ambos buscaron mostrarse como una dupla nueva para la política argentina. “Ni un paso atrás, todo para adelante, miramos al futuro”, dijo Scioli.
Con la apuesta de sumar a Scioli a sus filas, Kirchner jugó su bala de plata y, a juzgar por la primera impresión, parece que no le erró. Según los encuestadores, el secretario de Turismo le sumará votos de los independientes y también atraerá simpatías de los sectores bajos, se supone que debido a su pasado deportista. Algunos de los que siguen desde hace tiempo al gobernador de Santa Cruz, de perfil más progresista, ayer no disimulaban lo mal que les cayó la decisión, pero Scioli supo ganarse al público al insistir en definir al menemismo como algo superado.
Pasadas las 17.30, la modesta capacidad del teatro Ateneo estaba colmada pero había poco clima: mucho traje y cero bandera. Como toda reunión que se precie, ganó en entusiasmo cuando llegaron las chicas. El ingreso por el pasillo lo encabezó la primera dama, Hilda “Chiche” Duhalde, la siguió la senadora Cristina Fernández de Kirchner, la modelo y empresaria Karina Rabollini y la hija de Scioli, Lorena. Poco después, como tratando de averiguar al fin si las mujeres le dicen que no o qué, entró sonriente el gobernador Felipe Solá. Se sentó junto al otro gobernador presente, el jujeño Eduardo Fellner.
La fórmula ingresó después, también por atrás, con la gente aplaudiendo de pie y el “Y dale alegría a mi corazón”, cantado por Mercedes Sosa, de fondo. El otro hit de la tarde fue el “Resistiendo”, de Teresa Parodi, últimamente infaltable en todo acto de centroizquierda y afines. El público era de dirigentes e invitados, no estaba habilitado el ingreso de la gente común. El escenario era neutro, con pantalla gigante con bandera argentina y el mismo slogan del afiche con el que ayer empapelaron la ciudad “Por un país en serio”. Ni fotos de Perón y Evita, ni escudo justicialista. Onda light. Sólo una mesa que ocuparon los matrimonios Kirchner y Scioli, los cuatro muy elegantes.
Si había alguna duda por las reacciones, hay que decir que el secretario de Turismo fue bien recibido. Tantas cosas le dicen los menemistas, que los de Duhalde no pueden menos que considerarlo ahora uno de los suyos. Scioli agradeció uno por uno a los invitados de las primeras filas, salpicadas de funcionarios. El jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, los ministros Aníbal Fernández y Graciela Giannettasio, el secretario general de la Presidencia, José Pampuro, el secretario de Interior, Alberto Iribarne, más los presidentes de ambas cámaras, el senador José Luis Gioja y el diputado Eduardo Camaño. También dieron el presente el intendente de Lanús, Manolo Quindimil, y el de La Matanza, Alberto Balestrini, el diputado Lorenzo Pepe, y los kirchneristas Rafael Bielsa y Eduardo Sigal. En síntesis, una buena representación de duhaldistas pero casi ningún aliado extra.
Scioli utilizó uno de los tópicos preferidos de sus discursos, que se refiere a “los momentos difíciles” que le tocaron vivir y que siempre pudo superar. “Por eso, que no pierdan más su tiempo en llamarme para hacer presiones o llamados a la reflexión”, advirtió. El sujeto tácito del acto de ayer fueron Menem y su entorno, al que siempre se hizo referencia pero jamás se mencionó. Scioli, otrora un entusiasta del modelo menemista, ayer se pronunció a favor del “modelo productivo” de Duhalde. “No es momento de interrumpir este proceso”, dijo. El anuncio del discurso del candidato presidencial arrancó un clásico pero siempre efectivo “Se siente, se siente, Kirchner presidente” de las plateas. Kirchner justificó brevemente su inclinación por Scioli, de quien reconoció tener orígenes muy diferentes. “En política, nadie es propiedad de nadie. Menos en el justicialismo, donde estamos comprometidos con una doctrina”, le lanzó al menemismo. En el punto teórico más fuerte, habló de la necesidad de agregar la “inclusión social”, a la propuesta económica de competitividad y productividad. Sobre el final, el gobernador tentó una veta emotiva, habló del amor y de los sueños de la gente, hasta de “volver a reírse”. “No les vamos a pedir que nos sigan, les vamos a pedir que nos ayuden. Caminemos juntos de la mano”, sostuvo, rozando lo new age.
Al final, el público le puso el toque militante cuando empezó a cantar a capella la marcha peronista. De tanto ir a actos, la Rabollini demostró que se la aprendió bien. El anticlímax llegó enseguida, cuando sonó a todo volumen el “cumpleaños feliz” y le acercaron a Kirchner una torta para que apagara la velita. Cumplió 53 años.
A la salida, en la búsqueda del aire de la calle y escapar del sofocón de adentro, el clima era de conformidad sin euforia. Chiche salió junto a Quindimil, Solá y Giannettasio –la fórmula bonaerense– posaban para las fotos. Balestrini y Fellner, dos de los que en su momento se barajaron como posibles ocupantes de la candidatura a vice, aseguraban que no había problemas con la designación de Scioli.
“No puedo lamentar algo que nunca quise”, decía Balestrini. A cargo del municipio más populoso del conurbano, Balestrini sostenía que en el relevamiento periódico que hace en La Matanza, durante el fin de semana ya había podido detectar el corrimiento de cierto electorado independiente y de clase media a la fórmula Kirchner-Scioli. “Igual, no va a ser fácil”, decía, analizando la continuidad de la campaña del gobernador de Santa Cruz, alguien que, se sabe, no termina de conformar a toda la dirigencia que habitualmente juega con Duhalde. “El vice tendría que haber sido alguien de la provincia, pero creo que Solá tuvo que ver con esto”, se lamentaba.

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Daniel Scioli y Néstor Kirchner, únicos oradores en un teatro pequeño, que estuvo colmado.
 
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