EL PAíS › MATILDE MENENDEZ QUEDO DETENIDA POR TESTIGO RETICENTE EN EL CASO AMIA
Un fulminante ataque de amnesia selectiva
La ex interventora del PAMI mantuvo una charla telefónica con Mariano Cúneo Libarona, alusiva a un apriete que éste le hacía al juez Galeano. Ayer la escuchó ante el Tribunal Oral y se hizo la olvidadiza. Los jueces, hastiados, ordenaron su arresto.
Por Raúl Kollmann
“Sí, sí, está ese elemento que tiene el muchacho. Hay que ver cómo hacerlo trascender.”
“Sí, el emisor, se lo tiene que dar al transmisor.”
“No podemos rebobinar, porque el tema ya se sabe en todos lados.”
Frases como éstas fueron parte del diálogo telefónico que mantuvieron el 4 de abril de 1997 la ex interventora del PAMI, Matilde Menéndez, con el abogado Mariano Cúneo Libarona, por entonces abogado del acusado en el caso AMIA, el ex comisario Juan José Ribelli. Entre tanta frase elíptica, se lo escucha a Cúneo mencionar la DAIA, la Embajada de Estados Unidos y el Gobierno, por lo que resulta claro que la ex funcionaria y el abogado hablaban del caso AMIA y de un famoso video que el letrado tenía en su poder y con el que se disponía a presionar al juez Juan José Galeano. Ayer, cuando fue a declarar, Menéndez dijo decenas de veces “no sé, no me acuerdo” y un célebre “yo no sabía de qué me estaba hablando. Yo estaría pensando una cosa y él en otra”. Tras la advertencia de los jueces sobre las desmemoriadas explicaciones de Menéndez, la abogada de la DAIA, Marta Nercellas, pidió su detención por testigo reticente y falso testimonio. El Tribunal le dio la razón y la ex funcionaria y actual dirigente menemista durmió entre rejas. El caso pasará hoy a otro juez que, seguramente, le otorgará la excarcelación.
El Tribunal integrado por Miguel Pons, Gerardo Larrambebere y Guillermo Gordo está concentrado en los últimos diez días en el famoso video en el que aparecen negociando el juez Galeano y Carlos Telleldín. Para los policías bonaerenses, acusados de participar del atentado, el video sería la prueba de que Telleldín aceptó, a cambio de 400.000 dólares, lanzar una pista falsa para imputar a los uniformados. Para Galeano y los fiscales, en cambio, Telleldín declaró la verdad: que les entregó la Trafic a los policías.
El video de la negociación fue filmado por instrucciones del juez Galeano, pero alguien –seguramente de la propia SIDE– se robó el casete. Después, llegó a manos de Cúneo Libarona, quien fue a ver a Galeano, se lo entregó en mano y le dijo simplemente: “Miralo en tu casa, ya sabés lo que tenés que hacer”. Ese apriete llevó a que Cúneo fuera acusado de extorsión, aunque finalmente resultó condenado por amenazas.
Uno de los episodios llamativos de la causa es que por aquellos días en que Cúneo recibió el video, habla con Matilde Menéndez por teléfono. Se conocían, porque el abogado defendía a una hermana de la funcionaria. Lo concreto es que en el diálogo –grabado por la SIDE– evidentemente conversan sobre qué hacer con el video.
Cuando hablan del “elemento que tiene el muchacho”, están mencionando el video y cuando dialogan sobre el emisor y el receptor, o bien hablan del juez y de Ribelli o de las gestiones en marcha para que se emita en la televisión. Cuando el presidente del Tribunal le preguntó a Menéndez de qué hablaban, ensayó una serie de respuestas poco creíbles:
- Que el diálogo era porque ella quería que su hermana cambiara de abogado.
- Que Cúneo estaba nervioso por otra causa y ella quiso darle cierto apoyo psicológico.
- “Los que hablamos somos yo y Cúneo, pero ya hace seis años y no me acuerdo”.
- Yo no sabía de qué me estaba hablando. Yo estaría pensando una cosa y él de otra”, tanteó Menéndez.
Cuando el juez Pons perdió la paciencia, le dijo a la funcionaria: “Usted está enganchada en la conversación... Le pido que refresque su memoria. Esta charla no encaja ni con los problemas de su hermana ni con los problemas de Cúneo”.* “No puedo recordar lo que dije y por qué lo dije, pero le garantizo que no hablábamos de la AMIA”, remató Menéndez.
Ante esta situación, la abogada de la DAIA, Marta Nercellas, pidió la detención por testigo reticente y falso testimonio porque su declaración “fue un insulto a la inteligencia”.
Lo concreto es que parada en la planta baja de Tribunales, Menéndez escuchó a un policía leerle su orden de detención, firmada por dos testigos, un empleado de mantenimiento y un motoquero que pasaba por ahí. Luego dos mujeres la escoltaron, sin esposas, a un patrullero, que la llevó detenida a la Comisaría 46ª.