Sábado, 17 de septiembre de 2011 | Hoy
EL PAíS › EL ABOGADO DE SEIS REPRESORES DE LA ESMA EMPEZó LA úLTIMA ETAPA DE ALEGATOS
Alfredo Solari, defensor de Ricardo Miguel Cavallo, ocupó varios días en defenderse a sí mismo porque el tribunal pidió sanciones para él por sus calificaciones políticas. Su estrategia es prolongar el alegato para dilatar el juicio.
Por Alejandra Dandan
El abogado Alfredo Solari arrancó las jornadas de alegato de los juicios por los crímenes de la ESMA defendiéndose a sí mismo: dijo sentirse un “perseguido político” porque uno de sus alumnos de la Facultad de Derecho lo denunció cuando pronunció aquello de “¿para qué les pagamos a los militares?”. Y respondió: “Para matar”. Y se quejó porque el Tribunal Oral Federal 5 –a cargo del juicio– lo denunció ante la Comisión de Disciplina del Colegio de Abogados luego de que el abogado recusase a un juez por decir la palabra “dictadura” en una audiencia, como si un gobierno de facto pudiese definirse de otra manera. “Es una consigna política el terrorismo de Estado”, dijo Solari en otro tramo sobre una figura que a su criterio “no existe” pese a ser “tantas veces cacareada”. Con Solari, el juicio oral de la ESMA terminaría la etapa de alegatos. Ahora debería ingresar en las réplicas y últimas palabras, un momento breve antes de la sentencia, pero que genera incertidumbre entre acusadores y querellas: en el contexto largo del juicio, nadie sabe si los 18 acusados se limitarán a pronunciar las últimas palabras o aprovecharán una vez más ese espacio para dilatar el juicio varias semanas más.
Solari es el abogado de seis marinos, entre ellos Ricardo Cavallo. Es el último defensor que pronuncia su alegato y lleva ya cinco jornadas de dos y cuatro horas de extensión cada una, distribuidas desde el viernes 9 de septiembre. Se dice que podría terminar el lunes próximo, pero en realidad nadie lo cree: el abogado tiene un problema de salud que le impide hablar durante más de dos horas sin cortes. Y hasta aquí nunca habló más de cuatro horas en un día. En ese tiempo, llegó sólo a pronunciar la parte más política y jurídica del alegato –con argumentos de los ’80–, pero aún no entró en la refutación de las pruebas, que se supone larga por el número de defendidos.
Solari es aquel profesor, titular de cátedra de Garantías Constitucionales en el Proceso Penal de la Facultad de Derecho, a quien un alumno le pidió un juicio académico por su “reivindicación inobjetable de la dictadura”. En la audiencia se quejó del juicio, consideró que lo que existe es un juicio político, habló de la “Corte kirchnerista” y criticó hasta a las “felices familias cubanas en donde las madres trabajan como jineteras para llevar comida a sus hijos”. En uno de los mejores tramos se indignó con los diarios La Nación y Clarín porque en su momento tuvieron un “apoyo explícito al gobierno militar”, dijo, pero ahora a su criterio “se acomodan al gobierno de turno”. También le dedicó un piropo al Che Guevara, a quien presentó como un “alucinado de la época”.
Como el ex camarista Alfredo Bisordi en el juicio a Luis Abelardo Patti, Solari también hizo eje en la idea de la persecución política. No sólo invocó la denuncia de su alumno sino la decisión del Tribunal que en cierta ocasión se quejó de sus modos ante el Colegio de Abogados. El propio Solari lo escribió hace tiempo en una página web de lo que parece ser parte de un espacio web de la comunidad informativa, de los marinos siempre activos. “Por consignar en mis escritos que soy ‘defensor de los presos políticos de las administraciones Kirchner’ –lo cual es absoluta verdad–”, dijo, los jueces le dijeron que “deberá abstenerse de consignar en sus presentaciones referencias de tinte político o ideológicos que en nada se condicen con el libre ejercicio del derecho de defensa, bajo apercibimiento de extraer testimonio de sus escritos y remitirlos al Colegio Público de Abogados, a sus efectos.”
El Tribunal Oral Federal 5 está integrado por Daniel Obligado, Ricardo Farias y Germán Castelli. Solari criticó especialmente a Castelli como lo había hecho el año pasado, cuando lo recusó porque supuestamente pronunció siete veces la palabra “dictadura” en una audiencia con el cardenal Jorge Bergoglio. La recusación en realidad es parte de una estrategia vieja. Los defensores de los juicios de lesa humanidad ganan tiempo presentando quejas para dilatar los juicios. Pero en este caso, Solari intentó apartar a uno de los jueces, lo que en el contexto de este juicio es un problema mayor: el Tribunal funciona sólo con tres de los cuatro jueces necesarios para un proceso de estas características. En mayo del año pasado, todos los defensores, incluso Solari, recusaron a Oscar Hergott por parcialidad y lo apartaron. Castelli pasó de cuarto juez a tercero. Si lo apartan –a él o a cualquiera– no sólo se va él sino que todo el juicio quedaría nulo.
Castelli en general no habla en las audiencias, pero esa vez sí preguntó, y dicen que “puso a Bergoglio contra las cuerdas”.
Fuera de eso, cuando Solari termine deberían empezar las réplicas. Y luego las últimas palabras, un derecho de los acusados. En este juicio hay 18 acusados con derecho a declarar y esto preocupa a las querellas y fiscales. No porque cuestionen el derecho a la palabra, que es uno de los derechos más importantes en un juicio, sino por la larga cantidad de semanas que podrían tomarse.
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