EL PAíS
› KIRCHNER LE CONTESTO A BRINZONI EN EL ACTO POR EL DIA DEL EJERCITO
“Analizar al poder político no es función de un militar”
El presidente Néstor Kirchner, en su carácter de comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, refutó al titular del Ejército saliente, quien había denunciado “intrigas políticas” para desplazarlo. Dijo que “nadie puede sorprenderse o pedir explicaciones cuando se cumple la ley”.
› Por Nora Veiras
En su primer día como retirado, el ex jefe del Ejército Ricardo Brinzoni escuchó de boca del presidente Néstor Kirchner la respuesta a su temerario discurso sobre “la intriga política” que había sembrado el Gobierno al decidir el recambio de las cúpulas militares. “Analizar y caracterizar las conductas del poder político no es función que le corresponda a un militar. Sorprende que después de lo que ha vivido nuestra patria se le pida a la sociedad o se pretenda agradecimiento por respetar la Constitución”, afirmó Kirchner sin nombrar a su obvio destinatario. Exhortó a los militares a cumplir un papel “comprometido con el futuro, y no con el pasado”. Después de sus palabras en el Colegio Militar al conmemorar el Día del Ejército, en la Rosada daban por terminado el capítulo Brinzoni. “El general ya fue”, repetían algunos dando por hecho que las palabras del ex jefe de la fuerza reflejaron el enojo de él y su entorno por el decidido pase a retiro de una veintena de generales, pero que no “representa el espíritu de la fuerza”. “El Presidente demostró su capacidad de mando y de renovación”, argumentaban los kirchneristas. Después de veinte años de democracia, tanto el gobierno como los uniformados son conscientes de que la capacidad de protesta castrense se agota en las palabras.
El relevo de Brinzoni y su reemplazo por el general de Brigada Roberto Bendini –quien ayer dio su primer discurso como jefe del Ejército– se aceleraron con el fin de evitar el pronunciamiento público de Brinzoni. Sin embargo, el sucesor de Martín Balza habló igual anteayer frente al Regimiento de Patricios. Y obligó a Kirchner a entrar en esa batalla pública de discursos frente a representantes de las tres Fuerzas Armadas. La decisión de aplicar cirugía mayor fue ejecutada, pero hasta ahora sólo la Armada completó su Estado Mayor. En el Ejército, el ministro de Defensa, José “Pepe” Pampuro, seguía repitiendo anoche que todavía no se sabe cuántos generales pasarán a retiro. Sí es seguro que dejarán la actividad los siete generales de división y se calcula que otros trece o quince lo acompañarían. “Al frente de los regimientos quedarán todos generales, no será necesario apelar a coroneles”, explicaban. La indefinición inquieta a los mandos que no saben todavía a qué destino los mandarán.
–Duro, el discurso ¿no? –comentó un general como primera reacción ante la respuesta de Kirchner. Y, de inmediato, clausuró las interpretaciones decidido a respetar los nuevos mandos.
El murmullo entre uniformados y políticos mutó en silencio apenas empezó la ceremonia formal. Cuando habían pasado 15 minutos de las 11 de la mañana, el Presidente abordó un vehículo militar Hummer para pasar revista a las tropas del batallón 29 de Mayo. Lo acompañaron el ministro de Defensa –la única autoridad civil que lució una escarapela en su saco–, el general Bendini y el jefe del batallón. Mientras atravesaban el Campo de Espejo del Colegio Militar, se escucharon las 29 salvas de cañón en homenaje al jefe de Estado.
Al completar el recorrido, Kirchner, vestido con un traje gris, una camisa lila y una corbata al tono, dio el saludo de rutina: “Agrupación Ejército Argentino, buenos días”. Inmediatamente se dirigió al palco de autoridades, donde lo esperaban los jefes salientes de la Armada, Joaquín Stella, de la Aeronáutica, Walter Barbero, y del Estado Mayor Conjunto, Juan Carlos Mugnolo, con sus infaltables gafas negras. También estaban Sergio Acevedo, jefe de la SIDE, y el ministro de Salud, Ginés González García, los más madrugadores del gabinete. A ellos se sumaron, sobre el mismo comienzo del acto, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, y el titular de la flamante cartera de Planificación Federal, Julio De Vido.
Luego de la entonación del Himno Nacional y de la plegaria del capellán del Ejército, fue el turno de los discursos. El mensaje del generalRoberto Bendini tuvo un estricto corte institucional. Con el típico tono enérgico de los mandos castrenses, el general calificó al Ejército como “una institución confiable de la democracia, una institución que miró de frente su pasado, que en el presente dio pruebas de la profundidad de sus convicciones”. Bendini, quien llegó a la jefatura del Ejército desde la Brigada Mecanizada XI de Río Gallegos, Santa Cruz, le habló directamente al Presidente: “Hace pocos días usted ha fijado el rumbo del país, señalando que debemos hacer una nueva Argentina y la necesidad de que el Estado nacional reasuma sus responsabilidades indelegables en un Estado activo, presente y promotor”. Recordó las distintas misiones internacionales en las que participan los uniformados y aludió a la presencia del Ejército en “el ámbito de la ciencia y la tecnología a nivel nacional”. Fueron 11 minutos, al cabo de los cuales se escuchó el tradicional “Subordinación y valor para servir a la patria”.
A las 11.48 llegó el momento más esperado de la jornada. Néstor Kirchner descendió los escalones que separaban el palco del lugar donde estaba instalado el micrófono, pisó la alfombra roja, colocó pausadamente la hoja con el contenido de su discurso sobre el atril, levantó la vista y comenzó a hablar. Los primeros cinco minutos fueron los más contundentes. “Exigiré que todos cumplamos cada uno su rol, sobre todo quienes están bajo mi mando”, afirmó. Enseguida lanzó su frase más dura: “Nadie puede sorprenderse o pedir explicaciones, o calificar una situación como inexplicada, cuando se han puesto en ejercicio facultades constitucional y legalmente regladas”. Aunque en ningún momento hizo nombres, estaba claro a quién se dirigían estas palabras. El general Brinzoni, ubicado en el sector de “Ex comandantes en jefe del Ejército” al lado de Martín Balza, se mantuvo imperturbable. Ni una mueca en su rostro.
“La democracia no se ratifica por discursos, sino por conductas”, continuó Néstor Kirchner, quien se manifestó sorprendido con aquellos que piden a la sociedad “agradecimiento por respetar la Constitución”. Recordó un fragmento textual de su mensaje del domingo en el Congreso: “Queremos a nuestras Fuerzas Armadas altamente profesionalizadas, prestigiadas por el cumplimiento del rol que la Constitución les confiere y, por sobre todas las cosas, comprometidas con el futuro y no con el pasado”. Acto seguido, con mayor énfasis, repitió la misma frase, reemplazando la expresión “Fuerzas Armadas” por “Ejército”.
El tramo final del discurso presidencial, que duró 12 minutos, se refirió a “la política de defensa nacional” que pretende implementar el nuevo gobierno. Kirchner habló de “los cambios operados en la política mundial” y respaldó “la necesidad de fortalecer el multilateralismo”. Hizo referencia a la “capacidad ociosa en tecnología y producción que la industria militar puede aportar a la nueva economía nacional”. Habló de integrar, “como la Constitución manda”, los niveles de decisión “en manos de civiles” con “el entrenamiento y las tácticas en manos de militares”. Finalizó con un pedido a los miembros del Ejército para que acompañen a la “nueva Argentina que está naciendo” con “toda la energía, el coraje y el profesionalismo que ustedes pueden dar y que los argentinos nos reclaman a todos”.
Finalizadas las palabras de Kirchner, el general Brinzoni se mantuvo firme en su lugar, incluso sin aplaudir, a pocos metros del palco de autoridades. Los que sí aplaudieron fueron Aldo Rico y la senadora justicialista Mabel Müller, ubicados en la tribuna de la derecha del palco. Nadie se movió de sus lugares durante los siguientes 45 minutos, mientras se realizaba el desfile militar.
A las 13 comenzó la desconcentración y se invitó por altoparlantes a los presentes a tomar una copa y saborear unas empanadas en el Casino de Suboficiales. Balza y Rico se cruzaron en ese escenario y compartieron una larga charla. Así terminaba para Néstor Kirchner su primera actividad oficial como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Hoy asumirá el jefe del Estado Mayor Conjunto, el brigadier Chevalier. La semana próximase realizará la ceremonia del recambio en la Armada, donde asumirá el contraalmirante Jorge Godoy y en la Fuerza Aérea, donde se hará cargo el brigadier Carlos Rohde.
En la Rosada, esperan que una vez calmado el terremoto provocado por el inesperado cambio de cúpulas, los uniformados se limiten “a mirar hacia el futuro”. El eco por el fallo pendiente en la Corte Suprema sobre la constitucionalidad o no de las leyes de impunidad sigue resonando. En el kirchnerismo especulan con que “después de esta demostración de autoridad, no tendrán margen para ningún tipo de lobby político o judicial”. El recién designado secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, ya adelantó que para él las leyes son inconstitucionales. La reapertura de juicios por violaciones a los derechos humanos cometidas durante la última dictadura es una espada de Damocles para las Fuerzas Armadas.
Informe: Mariano Roca.
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