EL PAíS
El Presidente recargó las pilas frente a una multitud en Rosario
Kirchner fue recibido eufóricamente por una inusual cantidad de gente ante el Monumento a la Bandera. El Presidente pudo compartir la tribuna con Carlos Reutemann y Hermes Binner.
Por M. P.
Desde Rosario
Le pasaban papelitos, banderas argentinas, viejas páginas de diario con fotografías, cartas con pedidos como los que recibía Evita en su rol de benefactora. Unos chicos de la calle le preguntaban “¿vas a izar la bandera con nosotros?” y otro muchacho, Pedrito, de Capitán Bermúdez, que no tiene brazos ni piernas y conoció a Juan Pablo II, lo felicitaba y se volvía con una sonrisa porque el Presidente lo había abrazado. En el acto de jura de la bandera, Néstor Kirchner dedicó una hora y media al contacto con las veinte mil personas que llenaron la explanada del monumento y las calles adyacentes. El acto también sirvió para que Kirchner se mostrara con los protagonistas de la pelea por la gobernación santafesina –Hermes Binner, Jorge Obeid y el reutemista Alberto Hammerly– y permitió observar el estado de la relación del Gobierno con las Fuerzas Armadas.
El tradicional desfile de militares y civiles se realizó sobre la Costanera rosarina, a unos cien metros del Monumento a la Bandera. Había mucha gente con banderas argentinas, la mayoría familias de clase media y media baja, que según los visitantes de Buenos Aires y algunos dirigentes rosarinos no había sido movilizada por nadie. “Acá no hay punteros”, aseguró a Página/12 el senador Oscar Lamberto, un reutemista que ayer en el palco se cansó de elogiar a Kirchner. Sin embargo, se pudieron ver tres estandartes que no parecían improvisados: uno decía “Fuerza Kirchner” y otros dos “Lole, no te vayas nunca” y “Gracias Lole”. El propio Reutemann, que en su última aparición con Kirchner había pasado un mal momento, se encargó de destacar la presencia de esas pancartas.
En el escenario, junto a Kirchner, se acomodaron los ministros Aníbal Fernández (Interior), José Pampuro (Defensa) y Daniel Filmus (Educación), el titular de la SIDE, Sergio Acevedo, y el secretario legal y técnico, Carlos Zanini. Habían llegado desde Buenos Aires en el Tango 01. También estaba Reutemann, bien pegado al Presidente, y el intendente Binner. Al lado estaban los jefes del Ejército, la Fuerza Aérea y la Marina, Roberto Bendini, Carlos Rohde y Jorge Godoy. Y a un costado se lo veía al comandante del Segundo Cuerpo, de apellido Brinzoni. Se trataba del hermano del ex titular del Ejército que se despidió de su cargo diciendo que “la intriga política sobre los cuarteles parece regresar después de veinte años”.
Ayer, los militares de ese cuerpo, asentado en Rosario, se mostraron atentos con el Presidente, pero no pudieron evitar cierta tensión por el arresto del coronel Germán Riquelme, quien fue apresado por orden del juez federal chaqueño Carlos Skidelsky por su participación en la masacre de Margarita Belén, en la que 22 presos políticos fueron sacados de prisión y asesinados a un costado de la ruta. Aunque la tensión parecía invisible, un ministro confió a Página/12 que un capitán del regimiento criticó en malos términos a Kirchner (“No hace nada en favor de las Fuerzas Armadas”, habría sido la frase) en una conversación ante tres personas y que el reproche llegó a oídos del Presidente. Por esta razón, el santacruceño, antes de regresar a Santa Cruz, conversó con un alto oficial que le pidió diplomáticamente disculpas.
Otra fue la historia cuando el Presidente usó el micrófono para dirigirse a la multitud. Por oposición con las palabras de Reutemann –quien entre otras cosas había pedido “moderación” y “equilibrio en las cuentas públicas”–, su discurso apuntó contra los “poderes que impiden el cambio”. Y el mensaje, como reconoció a este diario un alto funcionario que se paseaba por el palco, tuvo entre sus destinatarios a los jefes de las Fuerzas Armadas. “Hagamos un fuerte compromiso de honor, de no dar un paso atrás, de no caer en la tentación de volver al pasado. De tener memoria, de recordar lo que nos pasó y por qué nos pasó”, dijo Kirchner en una frase calcada de su asunción ante la Asamblea Legislativa.
Pero el discurso no se dirigió exclusivamente en ese tema, sino que el patagónico insistió con su cruzada por la transparencia en una referencia velada al PAMI. “Amar nuestra bandera es luchar contra la corrupción”, subrayó Kirchner. La multitud lo festejó y comenzó a gritar “Argentina, Argentina”. La expedición terminó con la comitiva eufórica, que repetía lo que le habían contado funcionarios santafesinos. Hacía cuatro años que ningún jefe de Estado asistía a la jura de la bandera, y las últimas apariciones presidenciales habían terminado con abucheos.