EL PAíS › CóMO BAJARON LAS SALIDERAS POR LAS MEDIDAS TOMADAS TRAS EL CASO PíPARO

Lo que pudieron las mamparas

El robo a Carolina Píparo derivó en una ley de seguridad bancaria que redujo en casi 90 por ciento las asaltos a la salida de una entidad bancaria. La Asociación de Bancos de la Argentina señaló que las salideras bajaron de 58 a 11 mensuales en un solo año.

 Por Raúl Kollmann

Después del caso Píparo y a raíz de las medidas que tomaron, en 2010, el Banco Central y los ministerios de Seguridad de la mayoría de las provincias, las salideras bancarias se redujeron en un 80 por ciento ya en 2011 y hoy en día es un delito casi inexistente. La reducción llega a más del 90 por ciento, según las primeras estadísticas de 2012. La Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) señaló que las salideras bajaron de 58 a 11 mensuales en un solo año. En el Gran Buenos Aires, el lugar más caliente, la disminución es de casi el 70 por ciento, pasando de 40 a 11, según las estadísticas oficiales a las que accedió Página/12 en forma exclusiva. Como es obvio, las medidas de seguridad hicieron que el delito vaya cambiando, porque la cuestión de fondo es social y no se termina el delito con una medida de seguridad. Los especialistas sostienen que la modalidad que creció con la baja de las salideras es la de entraderas en casas y los robos de automóviles.

Tanto los bancos como los ministerios de Seguridad coinciden en que la reducción de las salideras bancarias es drástica. Es más, ni siquiera los medios de comunicación reflejan hoy ese delito, porque se producen muy pocos casos. En la Capital Federal llegó a haber 20 y hasta 30 salideras en un solo día.

En el Banco Central decían ayer que las medidas de seguridad reglamentadas en enero de 2011 redujeron tanto las salideras que hoy en día sólo se aborda, en las reuniones con los bancos, como una cuestión muy secundaria, aunque se siguen profundizando las medidas de seguridad. Por ejemplo, las mamparas que ya existen para que no se pueda ver quién retira una importante suma de dinero se están trasladando hacia adentro, es decir que se implementan mamparas adicionales que ni siquiera permitirán que un cajero vea cómo está operando el cajero de al lado. Hay otros aspectos de la Ley de Seguridad Bancaria que todavía no se cumplen plenamente.

En la provincia de Buenos Aires, el Ministerio de Seguridad tiene estadísticas hasta diciembre de 2012. Abarcan fundamentalmente el conurbano bonaerense y muestran la caída abrupta a partir de la reglamentación de la ley, del 20 de enero de 2011, que obligó a los bancos a hacer las modificaciones para garantizar la seguridad. Según las estadísticas oficiales, en febrero y noviembre de 2010 se produjo la mayor cantidad de salideras, 45 y 44, respectivamente. En julio de 2010, cuando ocurrió el asalto a Carolina Píparo, las salideras en el conurbano fueron 33. Hoy el promedio mensual es de 11, pero hay meses de cinco o seis casos.

Del otro lado del mostrador, la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA) también dio cuenta de una reducción del 80 por ciento de las salideras en todo el país. La entidad, que nuclea a los bancos extranjeros, dijo en 2011 que de unos 58 asaltos en esa modalidad que se producían en 2010, se pasó a 11 mensuales en promedio en 2011.

El punto de inflexión fue la Ley de Seguridad Bancaria que se votó después del caso Píparo, en septiembre de 2010, y que se aprobó por unanimidad. El proyecto original fue de Gerardo Milman, del GEN, que lo había presentado con bastante anterioridad. Luego, en enero de 2011, el Banco Central estableció la reglamentación y el cronograma de cumplimiento. En todo el proceso trabajó también el Ministerio de Seguridad a cargo de Nilda Garré. El principal aspecto de la ley y el que más se cumplió es la colocación de mamparas que impiden ver qué operación está haciendo el cliente en la caja. En el asalto a Píparo, el entregador, Miguel “Pimienta” Silva, caminaba dentro del banco simulando hacer un trámite. Incluso en algún momento se puso en la cola. Desde ahí alcanzó a ver que Carolina se llevaba una cantidad importante de dinero, por lo que les avisó a los cómplices, que esperaban afuera en una moto. Luciano López manejaba y Carlos Moreno iba atrás. Las mamparas no dejan ver quién se lleva dinero.

La idea de la ley era también imponer bloqueadores de celulares dentro de los bancos, o sea impedir que una llamada o un mensaje de texto pudiera salir desde adentro de la entidad. Los bancos resistieron bastante esta medida porque argumentan que necesitan comunicarse por celular para hacer operaciones de call money, es decir préstamos entre bancos. Insistieron también que los bloqueadores podían traer problemas a los clientes con marcapasos cardíacos, algo que –según el Ministerio de Seguridad– no tiene respaldo científico. Lo habitual ahora es que el personal del banco impide que las personas usen el celular, pero siempre se depende de lo atento que puedan estar los empleados.

La ministra Garré dispuso que los policías federales ya no estén dentro del banco, sino en la vereda, por lo que ahora los bancos tienen personal privado en la garita y el policía federal, afuera; previene justamente las salideras poniendo el ojo sobre los que merodean. Otro de los avances es que mejoraron mucho las cámaras de seguridad.

Todas las medidas, esencialmente preventivas, llevaron a reducir las salideras, que dejaron de estar en el centro de los problemas de seguridad. En otro momento, por ejemplo, la mayor preocupación estuvo en los secuestros extorsivos. Como la cuestión de fondo es social, de marginación y exclusión, el delito tiende a buscar otros caminos: la modalidad actual, la que produce mayores preocupaciones, es la llamada “entradera”, o sea el robo entrando a hogares, cuando las personas están ingresando o cuando no están. Los especialistas sostienen que frente a esa modalidad no hay otro camino que redoblar los patrullajes, con más efectivos y más vehículos. Aunque a mediano plazo, la clave está en mantener los niveles de empleo, lograr que los chicos se mantengan en los colegios hasta terminar el secundario y mejorar los niveles de vida a través de planes de vivienda –como el Pro.Cre.Ar.– o urbanizando las villas.

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La sucursal platense del banco Santander Río que entregó el dinero luego robado a Carolina Piparo.
Imagen: Gonzalo Mainoldi
 
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