EL PAíS › KIRCHNER DECIDIÓ JUGAR FUERTE Y
APOSTAR EXCLUSIVAMENTE AL EL PRESTIGIO DE UN SOLO POSTULANTE

Zaffaroni, candidato único para reemplazar a Nazareno

En una jugada sorpresiva, el Presidente eligió como su candidato a la Corte Suprema al vicepresidente de la Asociación Internacional de Derecho Penal, un ortodoxo de las garantías individuales. Allegados a Kirchner dijeron que el Gobierno consideró que Zaffaroni no pertenece a grandes estudios ni tiene causas vinculadas a empresas privatizadas.

 Por Martín Granovsky

Con la propuesta de que Eugenio Raúl Zaffaroni sea miembro de la Corte Suprema de Justicia, el presidente Néstor Kirchner fijó ayer el perfil de su candidato. Al no presentar una terna sino un solo postulante, Kirchner puso en funcionamiento su promesa de someter cada nuevo miembro al examen público. Pero a la vez marcó su objetivo: “Zaffaroni está absolutamente comprometido con el Estado de derecho, con los derechos humanos y es uno de los penalistas más importantes que dio América latina”, dijo el jefe de Gabinete Alberto Fernández.
Kirchner lo citó ayer a la tarde en la Casa Rosada. Página/12 pudo saber que hablaron a solas y que luego se sumaron el secretario de Legal y Técnica Carlos Zanini, el jefe de Gabinete Alberto Fernández y el ministro de Justicia Gustavo Beliz.
El Presidente había estado discutiendo la postulación de Zaffaroni junto con sus asesores más cercanos después de la medianoche del lunes. A esa altura ya había tomado una decisión: propondría a Zaffaroni solo, sin terna, como para dar una señal fuerte de lo que quería para la Corte.
“Esto es más que un proyecto político”, dijo un funcionario que pidió reserva de su nombre. “Es un proyecto de Estado.” En la designación de Zaffaroni como candidato pesaron, en la cabeza del Gobierno, algunos criterios políticos:
u No está ligado a los grandes estudios.
u No tiene causas vinculadas a las empresas privatizadas.
u Tiene un largo compromiso con la defensa de los derechos humanos.
Las cortes supremas suelen acompañar épocas. Si ese criterio es cierto, cada vez con mayor frecuencia la Corte deberá fallar sobre expedientes relacionados con el control de las empresas de servicios, o con el derecho a manifestar, y también con las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Ayer Zaffaroni no quiso hacer declaraciones, pero un abogado que lo conoce bien dijo que obviamente de ahora en adelante se cuidará de hablar sobre temas que, una vez en la Corte, sean motivo de fallos. “Será una forma de evitar acusaciones de prejuzgamiento”, dijo.
De todos modos es público, por ejemplo, que el penalista se pronunció en contra de las leyes de impunidad, y difícilmente cambie el voto si llega al tribunal máximo y la cuestión no se zanjó antes.
Cuando era juez en la última dictadura falló en contra de la autoamnistía con la que el régimen militar quería una transición sin juzgamiento a las violaciones de los derechos humanos. Al contestar el pedido de un fiscal en favor de la autoamnistía, le respondió que el pedido amparaba delitos de genocidio. Solo desistió de procesar al fiscal porque dio por seguro que “usted no conoce el Derecho”. Como a partir de su fallo ya lo conocía, de ahí en adelante se negó a mostrar las causas al fiscal.
Zaffaroni dejó de ser juez en 1990, después de haberse estrenado en un cargo en 1969. Nacido el 7 de enero de 1940, era un juez joven. Si pasa el examen público, volverá a la Justicia 13 años después de dejarla y nada menos que como ministro de la Corte Suprema.
Con su vuelta la Corte tendrá de nuevo un penalista entre sus miembros. El último fue Ricardo Levene. Ninguno de los miembros actuales es experto en Derecho Penal, una especialidad para la que Zaffaroni cuenta con antecedentes académicos de peso. El Gobierno los tuvo en cuenta, dijo ayer un funcionario de la Presidencia.
El candidato ganó por primera vez una cátedra de Derecho Penal en 1984.
Hoy, además de titular de su especialidad, es director del Departamento de Derecho Penal de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
Preside la Asociación Argentina de Profesores de Derecho Penal.
Y es vicepresidente de la Asociación Internacional de Derecho Penal.
El decreto 222, por el que Kirchner fijó un sistema de discusión pública para los candidatos que el Ejecutivo nomine para la Corte, sugiere que setenga en cuenta, “en la medida de lo posible, la composición de la Corte Suprema de Justicia de la Nación para posibilitar que la inclusión de nuevos miembros permita reflejar las diversidades de género, especialidad y procedencia regional en el marco del ideal de representación de un país federal”.
Zaffaroni no es un jurista del interior y elegirlo a él no permitiría acceder a la Corte hoy mismo a una jurista como la mendocina Aída Kemelmajer de Carlucci. Kirchner parece haber pensado que su primera apuesta debía ser fuerte, como para marcar el tono de una Corte distinta. Y de hecho esa apuesta deja el camino abierto para Kemelmajer. Es decir que no solo no lo obtura sino que lo fortalece, abriendo la puerta para garantizar no un reemplazo sino dos, una cifra que suena razonable ante la probabilidad de que dejen de ser ministros Eduardo Moliné O’Connor, Guillermo López o, a fin de año, Carlos Fayt.
En cuanto a que Kirchner no se haya inclinado por una terna, funcionarios del Gobierno recordaron anoche que el artículo cuarto del decreto 222 habla de “la o las personas que se encuentren en consideración para la cobertura de la vacancia”. Fue Beliz quien hizo hincapié en una terna durante la última semana, aunque ayer durante el anuncio que formuló junto al jefe de Gabinete y el vocero presidencial Miguel Núñez eligió ser didáctico sobre otros puntos del decreto. “Hay que pensar en un mes de plazo”, dijo el ministro de Justicia. Sumó 15 días de antecedentes en exhibición, un período de observaciones a cargo de ciudadanos y organizaciones no gubernamentales y la decisión final de enviar el pliego al Senado. Beliz dio que en la página web de su ministerio se publicarán el curriculum de Zaffaroni y su declaración jurada de bienes.
El cálculo del Gobierno, recogido anoche por este diario, es que el cuestionamiento más duro al candidato único a reemplazar a Julio Nazareno saldrá de los medios que propagandizan el gatillo fácil. No esperan resistencia en las facultades de Derecho ni en los colegios públicos de abogados que realmente cuentan, y tampoco en el Senado. En principio Zaffaroni no contaría con las simpatías de los representantes de San Luis (el jurista fue un crítico de la dependencia judicial respecto del Ejecutivo puntano), pero se beneficiaría del apoyo actual a Kirchner entre los senadores. Zaffaroni tiene buenas relaciones con el radicalismo, y en particular con Raúl Alfonsín, y está asegurado el voto de la senadora Vilma Ibarra.
El Gobierno arregló que Cristina Fernández, la esposa del Presidente, comenzará esta misma semana el tejido para tenerlo listo si es que Zaffaroni cruza el obstáculo del examen público. Ella misma fue una de las impulsoras del abogado que a diferencia de Moliné, un habitué de Roland Garros, dijo a sus amigos que solo planea dejar alguna vez el país para dar conferencias de Derecho Penal en el exterior.

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Fernández y Beliz en el anuncio público de la postulación de Zaffaroni.
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