Viernes, 27 de junio de 2014 | Hoy
EL PAíS › OPINION
Por Marcelo Valente y
Néstor Piccone *
Christian Salmon en su libro La máquina de fabricar historias y formatear las mentes recuerda que el juez de la Corte Suprema de Estados Unidos, Antonin Scalia, en un coloquio de juristas realizado en Ottawa en 2007, justificó el uso de la tortura basándose en el ejemplo de Jack Bauer, personaje de la serie 24, quien en la segunda temporada salva a California de un ataque nuclear gracias a información obtenida durante “interrogatorios enérgicos”.
Scalia no trepidó en afirmar que “Jack Bauer salvó a Los Angeles, salvó a cientos de miles de vidas. ¿Van a condenar a Jack Bauer? ¡Podemos decir que el derecho penal está en su contra? ¡Un jurado condenaría a Jack Bauer? No lo creo. Así pues, la cuestión es saber si creemos en estos absolutos. Y tenemos que creer en ellos”.
Antonin Scalia es uno de los magistrados que rechazó considerar el caso de la Argentina contra los holdouts. Scalia rechazó el planteo argentino y fue respaldado por John Roberts, Clarence Thomas, Samuel Alito y Elena Kagan. La única que falló en disidencia fue Ruth Ginsburg, mientras que Sonia Sotomayor evitó pronunciarse.
Como dice Salmon, que un juez eminente de la Corte Suprema, la institución garante de la constitucionalidad de las leyes y de los actos del Ejecutivo, pretenda fundarse en una serie de televisión para juzgar la validez de prácticas de tortura condenadas por el derecho internacional, instalando lo que habría que llamar la “jurisprudencia Jack Bauer”, indica hasta qué punto ha llegado la deriva institucional de lo que nuestros buitres internos llaman “países serios”.
Scalia (78 años) es miembro de la Corte estadounidense desde el 26 de septiembre de 1986 y fue nombrado por Ronald Reagan.
* Miembros de Convocatoria Popular.
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