Miércoles, 3 de septiembre de 2014 | Hoy
EL PAíS › HOY EMPIEZA EN TECNóPOLIS LA EDICIóN NúMERO 14 DEL CICLO
Cristina Fridman, Amancay Espíndola y Raquel Albeniz, integrantes de la comisión directiva de TxI, aprendieron que “hay que sembrar para después tener”. Saben lo que se consiguió y son conscientes de que faltan 400 nietos. Por eso el lema de este año es “Pasar la posta”.
Por María Daniela Yaccar
“Estamos con muchísimo trabajo, pero muy contentas. Creemos que la aparición del nieto de Estela de Carlotto va a hacer que se acerquen a Abuelas muchos más nietos. Teatro x la Identidad siempre se ha manejado como una herramienta fundamental de difusión para ellas. Así que ojalá que aparezcan muchos más nietos a partir de estos dos hechos”, expresa a Página/12 Cristina Fridman, una de las fundadoras de Teatro x la Identidad, y miembro de la comisión directiva junto a otras doce personas. La edición número 14 del ciclo, que se propone colaborar con la búsqueda de Abuelas de Plaza de Mayo, estará signada por la alegría de aquel acontecimiento. Pero, por supuesto, la lucha sigue: faltan 400 nietos. “Desaparecidos vivos”, define Amancay Espíndola, que también participó de esta entrevista, junto a Raquel Albeniz.
Vivieron ese día, el de la aparición del nieto 114, con una gran emoción. Estaban las tres juntas trabajando para este recomenzar del ciclo y salieron corriendo para Abuelas. Al día siguiente, sucedió algo curioso: el teléfono de la modesta sede de TxI no paró de sonar. “No podíamos hacer otra cosa que atenderlo. Fue muy impresionante”, desliza Fridman, actriz y productora. “Hacemos TxI desde hace catorce años. Al principio la gente no se nos acercaba o nos hacía preguntas muy vagas. Estamos hablando de la última época de Menem, era otra la realidad del país, la situación política. Nos ha pasado que se nos acerquen, que nos den papelitos... pero esta vez, directamente, atendíamos el teléfono y escuchábamos: ‘Mirá, yo nací en el ’78 y tengo dudas’”, cierra.
Cada día se repetía la escena: diez llamados, mínimo. Personas que se acercaban con dudas sobre su identidad o sobre la de alguien cercano. Algunos llegaban a la sede de TxI producto de una confusión: sucede que, antes, en Gurruchaga 1079, trabajaba el equipo de psicólogos de Abuelas. Entonces, el número de teléfono sigue figurando en la página de la entidad. “Son momentos bisagra en la historia”, sostiene Fridman. “Solamente gente que ni vale la pena nombrar y que fue, por suerte, la minoría, no se alegró por este encuentro, este abrazo tan pendiente de la sociedad.”
“Todos sentíamos que formábamos parte de esa búsqueda”, continúa. “Por eso nos emocionamos y lloramos. Nos seguimos conmoviendo cada vez que aparece una noticia referida a dar más pasitos respecto del tema de la verdad. Tenemos, obviamente, un grupo de WhatsApp de la comisión directiva. No parábamos de mandarnos mensajes. Estábamos todos locos, llorando.” “Lo de las Abuelas es una lucha contra el tiempo”, añade Albeniz, actriz y directora. “Sabemos que la abuela de la última nieta que apareció murió en 2009. En el caso de Estela es emblemático: no sólo porque es la presidenta de Abuelas, sino porque había en la sociedad una sensación de que no iba a lograr ese abrazo.” La última que toma la palabra, en el bar del hall del Teatro San Martín, es la actriz y dramaturga Amancay Espíndola. “Como la aparición de Guido cubrió masivamente el país y el extranjero, provocó un sacudón aun en quienes no nos acompañan ideológicamente. Y una cantidad de llamados enorme.”
Hoy recomienza el ciclo que hace visible, desde el teatro, la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo. Esta edición tendrá sus particularidades: cada año, la comisión directiva se esfuerza por ofrecer alguna novedad, por darle una vuelta de tuerca a la propuesta. En este caso, lo nuevo es una feria en Tecnópolis, que será, por primera vez, sede de TxI. En el galpón que tiene en el predio el Ministerio de Cultura, habrá clowns, improvisación, estatuas vivientes y teatro tradicional. También, narradores de cuentos, circo con rutinas a cargo de Gerardo Hochman, laberintos de espejos deformantes y títeres de Pablo El Juglar. Afuera del pabellón se desplegará una intervención callejera y habrá susurradoras y tamboras. “Será como una kermés”, define Albeniz. “Como esos viejos paseos que hacíamos con las familias. Todo lo que ofrecemos tendrá como temática la identidad.”
“Lo bueno de Tecnópolis es que vamos a tomar a un sector de gente que debe estar poco informada de lo que es TxI, y a todos los chicos de los colegios. Van a ser días febriles de niños y de toda la familia”, se entusiasma Espíndola. “Siempre buscamos generar formatos nuevos y llegar a un público que no sabe de nuestra existencia. Queremos buscar nuevas formas de comunicar a partir del teatro y de lo que somos. Porque lo que somos excede lo teatral”, sostiene Fridman.
El 17 de septiembre se reanuda elciclo, con una segunda etapa que tendrá el formato de un festival, al igual que todos los años. Se presentarán obras seleccionadas por un jurado, que ya estuvieron en cartel, y otras que ganaron un concurso. La sede será el Teatro San Martín, que acogerá a TxI por primera vez. Con entrada libre y gratuita, el público podrá disfrutar de La omisión de la familia Coleman, Qué me has hecho vida mía, La Parka, Sanos y salvos, Agarrate Catalina, Idénticos II, Duramadre, Venimos de muy lejos, Perro, un cuento rural, Para mí sos hermosa, El loco y la camisa y Edipo en Ezeiza. Las obras que ganaron el concurso de dramaturgia son Nube negra, 1998, Heridas, El naufragio interminable y Síntoma. Por otro lado, el texto que se lee todos los años luego de los espectáculos, también se integrará a las salas comerciales.
–¿Por qué creen que TxI fue creciendo? ¿Había una necesidad por parte del público de que existiera?
Cristina Fridman: –Apareció en un momento histórico muy importante. Empezó con un semimontado de Patricia Zangaro. La gente que iba a verlo era joven, explotaba el teatro sin nada de publicidad, por el boca en boca. En ese entonces se decía que la gente joven no se quería comprometer... y vimos que no era cierto. Cuando hicimos el ciclo en catorce salas, con 44 espectáculos, fue una explosión. Creo que esto se multiplicó porque editamos todas las obras. Los libros viajan. Por ejemplo, éste es el tercer año que TxI se hace en Londres. Había una necesidad de ver este tipo de teatro.
Amancay Espíndola:–Suponemos además que muchos nietos están en Europa. Sin ir más lejos, la última nieta apareció en Holanda.
Raquel Albeniz: –TxI apareció en un momento en que no había teatro político, y una vez que se instaló, explotó... Después repercutió: aparecieron Televisión x la Identidad, Cine, Danza...
C. F.: –Lo que hacemos, claro, trasciende lo teatral. Vienen abuelas, nietos, y al final de la función hablan. Se termina de completar el objetivo cuando ves que el motivo de la búsqueda está ahí, en cuerpo y alma, y te cuenta lo que vivió. Todo se resignifica. Al ser gratis, puede venir todo el mundo. Nos hemos encontrado con alumnos de escuelas y muchísima gente que no había ido nunca al teatro. Me acuerdo de un chico que le dijo al padre “¿y vos dónde estabas cuando pasó todo esto?”. Dijimos “bueno, listo, vale la pena”. Ni te digo cuando aparece un nieto...
–¿Qué otras cosas fuertes les han pasado en el camino?
A. E.: –Muchísimas. Nos ha pasado en TxI itinerante –las funciones que se hacen por fuera del ciclo, todo el año– que alguien deslice un papelito con información y que diga “no lo abras hasta que me vaya”. Cuando la persona se fue y el compañero lo abrió, había una dirección, un teléfono, un lugar, donde supuestamente había un nieto apropiado. Son esas cosas que derivamos a Abuelas, porque todo sigue la vía que tiene que seguir a través de ellas; todo es muy secreto, cuidado.
C. F.: –Fue muy fuerte cuando hicimos funciones para la Policía, Gendarmería, las fuerzas de seguridad. Fue una iniciativa de Nilda Garré.
A. E.: –No fuimos recibidos maravillosamente.
C. F.: –Pero sí despedidos maravillosamente. Hubo debate, mucha charla. Nos acompañaron Victoria Montenegro y Pedro Sandoval, entonces también se movilizaban mucho. No me voy a olvidar nunca de la función para Gendarmería: cuando terminó, una chica se levantó, salió corriendo y agarró a Victoria, diciéndole que en su casa faltaban las partidas de nacimiento.
–¿Sigue siendo ardua la tarea de organizar TxI? Cada año aparece el problema del presupuesto, ¿no?
R. A.: –Sí, y somos pocos. Somos trece de la comisión de dirección más los colaboradores que siempre están con nosotros, y cada vez el ciclo va creciendo, mutando de forma. Vamos abarcando otros lenguajes e instancias. Tenemos apoyo, pero tenemos la sensación de que todos los años empezamos de nuevo.
C. F.: –Es muy desgastante: no tenemos la seguridad de que mañana vamos a poder mantener los gastos mínimos de la sede y hacer un ciclo. Todos los años empezamos de cero, y depende, obviamente, de la buena voluntad y la decisión política de determinados organismos e instituciones. Ya no deberíamos estar así.
R. A.: –TxI nos da momentos de mucha alegría. También de peleas, como sucede en toda familia. En la época del ciclo nos vemos todos los días, cuatro, cinco horas. Y más también. Mi marido me odia. Me ve mandando mensajes a las once de la noche (risas).
–El lema de este año es “Pasar la posta”. ¿Por qué?
R. A.: –Hemos vivido tantas cosas con las chicas, tantas épocas terribles, por eso estar en democracia nos da tantas alegrías. Pero no nos olvidamos de que hemos vivido aquello, y aquello puede estar latente por ahí todavía. TxI es un lugar de resistencia artística, pasiva, para decir “ojo que acá estamos”. No es que nos olvidamos, nos vamos a defender de cualquier opción que aparezca en contra de nuestros derechos. Si me da el cuerpo, pienso hacer eso. Resistir como estamos resistiendo. Es un trabajo de militancia muy completo, a futuro, siempre avisando. Aprendimos que hay que sembrar para después tener. Y hay una conciencia de que las Abuelas están grandes. Nuestra pregunta es ¿qué pasará cuando no estén? Los nietos seguirán la búsqueda, la lucha. ¿Qué pasa si nosotros no estamos? ¿Quién continuará con esto? Queremos sembrar una conciencia de pasar la posta. Decir: “Tienen que seguirla. Pasar la posta”.
–O sea, les gustaría pensar que TxI se extinguirá el día en que aparezca el último nieto.
A. E.: –Recuerdo una obra del segundo o tercer ciclo, en el Centro Cultural San Martín. En la historia, un señor estaba acostado en terapia intensiva, entraba con un librito una tataranieta que le venía a comunicar que era el último nieto recuperado. Era una cosa tragicómica. No sabemos cuánto faltará... pero apuntamos a que se los encuentre a todos. A los que faltan, a los que por lo menos sabemos que faltan.
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