EL PAíS › COMO FUE LA CAMPAÑA DE IBARRA PARA EL BALLOTTAGE
El arte de sumar once puntos
Vilma Ibarra y Raúl Fernández, los dos
principales estrategas del ibarrismo, cuentan
cómo trabajaron para dar vuelta la elección.
Por Santiago Rodríguez
En las tres semanas que mediaron entre la primera vuelta y el ballottage Aníbal Ibarra consiguió descontar la ventaja que de entrada le sacó Mauricio Macri y terminó derrotándolo por siete puntos. La recuperación del jefe de Gobierno puede atribuirse a varios factores. El mismo Ibarra admitió que en un sistema de segunda vuelta la gente apela al “voto útil”. Otro elemento que no se debe soslayar es el decidido respaldo que le brindó el presidente Néstor Kirchner. Y el tercer punto que destacan los ibarristas es un cambio en el eje de la campaña, que apuntó a vincular la figura de Ibarra a la agenda local para contrarrestar la imagen que Macri había conseguido instalar en el electorado de que era el único que tenía propuestas para la ciudad.
La campaña de Ibarra para su reelección al frente de la Jefatura de Gobierno porteño tuvo un antes y un después. El punto de inflexión no fue otro que la primera vuelta del 24 de agosto en la que Macri aventajó al ex fiscal por cuatro puntos.
El antes comenzó en febrero, cuando Ibarra ni siquiera había anunciado que se postularía para un nuevo mandato. “Tenemos que armar la política de alianzas”, coincidió una tarde calurosa Ibarra con su hermana Vilma . La primera reunión con ese objetivo se hizo en la misma Jefatura de Gobierno de la Ciudad, y días más tarde hubo otra en la casa de Ibarra.
Ya entonces la senadora y el jefe de Gabinete porteño, Raúl Fernández, se perfilaron como lo que terminaron siendo: la dupla que condujo la campaña de Ibarra.
“La primera jugada audaz fue fijar la fecha de las elecciones para el 8 de junio. Sabíamos que manejando los tiempos podíamos forzar la formación de alianzas”, recordó Vilma a Página/12. Así fue: con la atención puesta entonces en la campaña presidencial el ARI y los socialistas terminaron encolumnándose detrás de Ibarra, quien también consiguió el apoyo de los kirchneristas alineados con Juliana Marino y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). La posterior decisión de la jueza María Servini de Cubría de suspender la convocatoria a los comicios dio lugar a la incorporación a Fuerza Porteña del kirchnerismo, con cuyo apoyo los ibarristas especulaban recién para la segunda vuelta.
El comienzo del después coincidió con la finalización de la primera vuelta. Los ibarristas quedaron golpeados por el triunfo de Macri en esa instancia. Aunque no lo admitieron en ese momento, se notó por la forma en que reaccionaron en los días posteriores. “Los primeros días estábamos un poco perdidos”, admitió Fernández. “Era muy difícil tomar la iniciativa porque la batalla comunicacional del domingo (de la primera vuelta, fue muy dura”, agregó Vilma, quien reconoció que “la movida del Correo fue lo mejor que ellos hicieron y fue un golpe tremendo”.
La idea de que Macri ganaba por 9 puntos produjo desánimo en las filas ibarristas. Vilma confió que “nos costaba convencer a nuestra propia gente de que la diferencia no era esa”.
El martes siguiente a la primera vuelta Ibarra resolvió centralizar el manejo de la campaña en manos de Vilma y Fernández, quienes desde entonces pasaron a reunirse a diario y mantuvieron un promedio de diez llamadas por día. Otra pieza fundamental fue el subsecretario de Comunicación, Daniel Rosso. Jorge Telerman también aportó en materia de visión política y comunicacional y el secretario de Medio Ambiente, Jorge Epszteyn, jugó el papel de “comodín” para lo que fuera necesario.
El cambio en la campaña se notó en la calle y en el discurso. Las fotos en blanco y negro –“tristes”, para gusto de Fernández– dejaron paso a los azules y rojos con fotos en color. Y aparecieron las consignas a futuro vinculadas con la gestión, como la deserción escolar cero y la capital latinoamericana de la cultura y el plan de empleo joven.
“En los últimos diez días le quitamos a Macri la palabra propuesta”, subrayó Vilma. La apelación a la figura de Kirchner pasó a inscribirse también en la estrategia de vincular a Ibarra a la agenda local, en la cual los ibarristas consideran que el debate con Macri fue determinante. A partir de ahí el ex fiscal se esforzó en remarcar que su buena relación con el santacruceño redundaría en obras para beneficio de los porteños.
Los ibarristas consideran que esa línea les permitió sacar en el ballottage mucha mayor diferencia en el centro de la ciudad, bastión del centroizquierda. La clave en el sur de la ciudad fue otra. “Ahí –apuntó Fernández– encaramos un trabajo militante cuerpo a cuerpo y voto a voto.”