Jueves, 23 de octubre de 2014 | Hoy
EL PAíS › LAS ABUELAS DE PLAZA DE MAYO CONMEMORARON SUS 37 AñOS CON AMIGOS Y COLABORADORES EN EL TEATRO ARGENTINO DE LA PLATA
Entre artistas, músicos y, sobre todo, los nietos recuperados, las Abuelas repasaron los logros de este año.
Por Victoria Ginzberg
“Yo tengo tantos hermanos que no los puedo contar. Y una novia muy hermosa que se llama libertad”, cantó Silvia Iriondo mientras Ignacio Guido Montoya Carlotto tocaba el piano en la conmemoración por los 37 años de Abuelas de Plaza de Mayo. La aparición del nieto de Estela de Carlotto fue central este año para la institución, no sólo por la familia a la que pertenece, sino por lo que movilizó en la sociedad y en los jóvenes que tienen dudas sobre su identidad. Su presencia allí fue el cierre justo y merecido de los últimos doce meses. Pero el acto de ayer fue mucho más: una celebración a todas las Abuelas y a su búsqueda, un balance de los logros alcanzados y también de las pérdidas, un abrazo de artistas, colaboradores, amigos y de los nietos. “Sin ellas no estaríamos acá”, dijo desde el escenario Manuel Gonçalves, uno de ellos. “No vivimos en vano y estamos recordando 37 años de caminar el país y el mundo para buscar a nuestros nietos. Estamos dejando la vida porque es imposible que no los busquemos. Seguiremos caminando, buscando a los que faltan”, dijo al cierre Carlotto.
“Algunos nos preguntan si Estela se operó, porque tiene esa sonrisa que no se le borra”, dijeron Gonçalves y Leonadro Fossati, los nietos encargados de conducir el acto mezclando en equilibrio humor y emoción. “Claudia Carlotto te encuentra la cartera, te encuentra a los nietos, te encuentra todo”, bromearon cuando la hija de Estela y titular de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad anunció el hallazgo de la cartera que la abuela cordobesa Sonia Torres había perdido poco antes.
“El protocolo lo hacemos mal. Eso lo aprendimos de las Abuelas. Ellas son nuestras próceres. Gracias por darnos la posibilidad de saber quiénes somos. Gracias por reconstruir la identidad del país.” Hubo, entonces, mención a los tres nietos encontrados este año: Ignacio Guido Montoya Carlotto, Ana Libertad Baratti de la Cuadra y Valeria Gutiérrez Acuña– y a las dos abuelas que no llegaron a conocer a sus nietos. Luego llegó Ignacio y se sentó al piano. Pero antes se pasaron las imágenes que serán el nuevo final de la película de Nicolás Gil Lavedra sobre la vida de Estela de Carlotto. El nieto de Estela tuvo que parar al segundo de haber comenzado a tocar por los aplausos y gritos. “Bienvenido”, se escuchó fuerte en la platea.
Era la primera vez que las Abuelas celebraban –porque lo conseguido en este camino es para festejar aunque hayan nacido del terror– su aniversario en La Plata. En esa ciudad vive Carlo-tto, que también cumplía años ayer, y la familia de Alicia de la Cuadra, la primera presidenta de Abuelas. En La Plata, finalmente, se gestó la institución.
El Teatro Argentino estaba lleno. Banderas de distintas agrupaciones kirchneristas –La Cámpora, Kolina, Peronismo Militante– y de HIJOS colgaban de los tres pisos de pullman. Cerca de las ocho de la noche entró Estela escoltada por su hijo Kibo Carlotto, secretario de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires.
El gobernador Daniel Scioli había pasado a saludar un rato antes, pero se tuvo que ir al coloquio de Idea. En representación de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner habló el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda, quien fue presentado como “un hermano”. “Me ha tocado ver de cerca a estas mujeres. Las vi en los mejores y en los peores momentos. Las vi caminar, desmayarse y levantarse. Y vi una sociedad que no las quiso, pero también vi a una sociedad que después las apoyó y les dijo gracias”, aseguró. También estaba la ministra de Desarrollo Social, Alicia Kirchner, que fue requerida para las selfies por muchos de los presentes.
Como balance del año, Gonçalves y Fossati mencionaron, entre otras cosas, los 547 represores juzgados y condenados, la ley del Banco Nacional de Datos Genéticos, la creación de la Unidad Fiscal especializada en los casos de niños apropiados durante el terrorismo de Estado que dirige Pablo Parenti, los 95 ex centros clandestinos de detención señalizados, la Casa de la Identidad de Abuelas que funciona en la ex ESMA y los 30 sitios de memoria. Fossati se detuvo en la comisaría quinta de La Plata –donde nació–, que sigue funcionando y que recorrió hace quince días con Scioli. “Tenemos la promesa de que en breve se va a desalojar la primera parte”, comprometió al gobernador. Antes de entrar, el secretario de Abuelas, Abel Madariaga, había resaltado la cantidad de jóvenes que están llegando a la institución con dudas. “Hacemos apuestas de cuantos aparecen de acá a fin de año”, afirmaba, un poco en broma y un poco en serio.
“Estos logros son sólo algunos, estos son logros del pueblo argentino. El próximo año hay que defender esto”, advirtió Gonçalves.
Las Abuelas recordaron a Raquel Gvirtz de Arscuchin y Angelica Chimeo de Bauer, dos compañeras que murieron este año. También a Clyde Snow, fundador del Equipo Argentino de Antropología Forense. Señalaron que gracias a los miembros del EAAF, este año pudieron resolverse otros tres casos denunciados en Abuelas, aunque se trató de la identificación de tres embarazadas que no llegaron a dar a luz.
Alegraron la noche Beto Bernuez y Max Delupi con el show de Nancy y Thelma (“Les quieren dar el Nobel de la Paz a las Abuelas... cuando se enteren del tole tole que se arma cuando ponen una caja de bombones sobre la mesa”) y Kevin Johansen y Liniers con los The Nada, que hicieron bailar a nietos y, sobre todo, bisnietos con “La cumbierita intelectual” y otras canciones. “Un lujo, un placer estar acá”, dijo Johansen antes de que Liniers tirara un avión de papel con un dibujo hecho en vivo. En la platea saltaron para agarrarlo, pero para que llegara a la nieta Catalina de Sanctis Ovando, que también es dibujante (la ilustración de un niño que baja de un trapecio y es recibido por otros jóvenes y Abuelas que estaba en el escenario y en las invitaciones era suya).
Liniers trajo de regalo para Estela el original del dibujo que hizo el día que apareció Ignacio, donde se ve a abuela y nieto fundidos en un abrazo. “Me acordé lo que era abrazar a mis dos abuelas y qué feo era que te robaran eso. No sabía que para Estela el abrazo también significaba tanto”, contó en referencia a la frase que la presidenta de Abuelas repite desde que Ignacio recuperó su identidad: “No quería morir sin abrazarlo”. En el dibujo se lee: “No pudieron robarle abrazar a su nieto”. A Ignacio, Liniers le regaló un pingüino con la frase de la canción de Rubén Blades: “La vida te da sorpresas”.
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