Jueves, 5 de marzo de 2015 | Hoy
EL PAíS › JORGE CASTRO RUBEL, EL úLTIMO NIETO EN RECUPERAR SU IDENTIDAD, DECLARó EN EL JUICIO POR LOS CRíMENES DE LA ESMA
El hijo de Hugo Castro y Ana Rubel habló ante los jueces del proceso por el cual recuperó su identidad y contó que fue a conocer la ex ESMA, donde su madre dio a luz. Dijo que era un sitio “contrario a la dignidad humana”.
Por Alejandra Dandan
Cuando terminó su testimonio, de no más de media hora, el presidente del tribunal preguntó, como usualmente lo hace, si deseaba agregar algo más. Jorge Castro Rubel habló, así, en primerísima persona, de una de sus últimas experiencias, al haber vuelto a la Escuela de Mecánica de la Armada. “Sí –dijo–, quiero simplemente reforzar el malestar y el dolor que uno tiene al tomar conocimiento de las condiciones en las que mi mamá y muchas otras compañeras llevaron adelante el embarazo. Y el malestar e indignación que me genera haber nacido en un lugar tan paupérrimo, tan contrario a la dignidad humana. Lugar que tuve la oportunidad de conocer, del cual salí con un grado de impacto muy importante. Simplemente eso.”
Jorge Castro Rubel declaró en una de las últimas audiencias testimoniales del juicio oral que se lleva a cabo en los tribunales de Comodoro Py por esos crímenes aberrantes de la Escuela de Mecánica de la Armada. Es el último nieto identificado por Abuelas de Plaza de Mayo. Recuperó su identidad en diciembre de 2014 y es hijo de Ana Rubel de Castro y Hugo Alberto Castro. Son tres de las cientos de víctimas de esta causa, historias de las que él mismo fue hablando, y listados en los que él hasta ahora había sido situado como NN.
La sala AMIA de Comodoro Py estaba repleta. Madres, integrantes de HIJOS, de Abuelas y también quienes lo conocen tanto como para decirle que lo veían más tranquilo a él en esa silla que lo que estaban todos ellos allí. Jorge es pausado. Sociólogo, trabaja sobre temas vinculados con la dictadura desde antes de conocer su historia. Y en esa clave habló de su vida, de “dictadura cívico-militar” o de “plan sistemático” cuando se refirió al robo de niños.
“Antes que nada le hago una aclaración”, le dijo la fiscal Mercedes Soiza. “En este proceso estamos juzgando tres casos. Uno de ellos es usted. Sabíamos que usted era un NN, ahora recuperó su identidad, las preguntas que le vamos a dirigir son además sobre Ana Rubel y Hugo, sus padres, que forman objeto de este juicio. Lo primero que le voy a pedir es, de hecho, que nos relate quién es usted y quiénes eran sus padres. ¿Qué pudo saber en esta construcción muy reciente?”
“Sí –dijo Jorge–, efectivamente fue muy reciente porque hoy se cumplen tres meses del día en el que tomé conocimiento de esto. A mediados del año pasado, el 14 de agosto, me reúno con una familiar en una cita previamente pactada en la que ella me dice, me informa, que yo no era hijo biológico de las personas que me habían criado.”
“En ese momento le pregunto a ella si conocía mi procedencia, me dijo que no. Simplemente que era adoptado. Con esa información me acerco a mis padres de crianza y les pregunto. Les cuento y les pido más información. Y ahí me informan que no conocían mi procedencia, más allá de lo siguiente: mi padre es médico. Trabajó más de cuarenta años en Casa Cuna, o ex Casa Cuna, que hoy es el Hospital Pedro Elizalde, como médico del servicio de endocrinología, y con una guardia semanal, los días miércoles. En una de esa guardias llegaron dos personas, de entre 20 y 30 años, una con bigotes, con un bebé en muy malas condiciones, que era yo.”
El bebé parecía estar debajo de los dos kilos y medio de peso. Y estaba “cianótico”, con un tinte azul, tal como contaron las sobrevivientes de la ESMA que ayudaron a su madre en el parto. Los hombres dejaron al bebé y se fueron. “Y bueno, en esa situación, estuvo de llevarme y criarme como hijo propio”, contó. A partir de eso, “más del conocimiento de la realidad previa, de lo que fue la última dictadura cívico-militar en la Argentina y conociendo detalles del plan sistemático del robo de bebés y habiendo nacido en 1977 entendí que el camino lógico era presentarme antes en Abuelas de Plaza de Mayo”.
Dijo que “asimiló” la noticia después de la “conmoción” que le generó, y al mes y medio llamó a Abuelas. Contó breve. Lo citaron. Se presentó. Siguió los pasos de rutina. Chequearon una copia de la partida de nacimiento. Encaminó una vía en la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi). Le dieron un número de legajo. Una semana después, con los datos apócrifos identificados en la partida de nacimiento, lo llamaron para decirle que correspondía hacer el ADN. Jorge se presentó el 11 de noviembre y el 4 de diciembre recibió el llamado de Claudia Carlotto, la titular de la Conadi con la información.
“Le pregunté cuál era la familia en la cual había correspondido y me dijo Castro Rubel. Me acerqué personalmente a la sede de la Conadi y me contaron brevemente algunos datos de mis padres y me entregaron dos fotografías de mis padres.”
–¡Señor presidente! –pidió la fiscal–. Queremos ver la exhibición de las fotos.
La causa ESMA había logrado reconstruir la historia de sus padres por testimonios de sus hermanos. Sobre todo estuvo muy presente su madre, Ana Rubel, desde las primeras declaraciones de las sobrevivientes en 1979.
Jorge siguió: “Se me informa que no tenía abuelos con vida. Y que yo había nacido en el sótano de la ESMA”. En ese momento estaba Alicia Milia, una de las sobrevivientes secuestradas que con Sara Osatinsky ayudó en el parto de Ana. “Por supuesto accedí a verla. Ella es una de las dos personas que asistieron el parto de mi madre y mi nacimiento. Ella se encontraba muy emocionada, al igual que yo. A partir de ahí me empecé a vincular con la familia de origen y a conocer a quienes habían sido mis padres y cómo era mi familia.”
Ana, su madre, nació y se crió en Resistencia. Hizo la secundaria en la Escuela Normal, y más tarde tres años de economía en la UNE. Su hijo cree que ahí empezó a participar en el movimiento estudiantil. Viajó a Buenos Aires, al parecer con un hermano del PRT-ERP que posteriormente fue asesinado en 1974. Ana militaba en las FAL, “que tuvieron tres denominaciones, si no me equivoco –explicó su hijo–: Frente Argentino de Liberación, Fuerzas Argentinas de Liberación o Fuerzas Armadas de Liberación. Creo que fue una de las tres formas”.
Respecto de Hugo, dijo que “era de La Lucila, había hecho el secundario en el Otto Krause y había trabajado como maestro mayor de obras y también se había vinculado con la militancia en esta misma organización”. Jorge cree que su padre pasó por la Ford de Pacheco y que estuvo en Córdoba trabajando en una funeraria.
Los secuestraron el 15 de enero de 1977. Ana estaba embarazada de dos meses. Hasta ahora se creía que había dado a luz con un embarazo de siete meses, pero las fechas testeadas hacen pensar que el niño nació a término. “Mi papá lo que tiene es la certeza de que me recibe en una guardia del 6 de julio que termina el 8 de julio a la mañana –dijo al referirse al hombre que lo crió–. Y me recibe en horas de la noche. Mis condiciones de salud concuerdan con el relato de las sobrevivientes, es decir que yo me encontraba cianótico. Y tenía muy bajo peso, entiendo que hubo una confusión por el tema de los siete meses hasta ahora. Digamos que las cuentas cierran, que yo nací a los nueve meses con un embarazo a término o cercano a término. Y evidentemente estaba así por las condiciones paupérrimas en las que mi madre llevó a término su embarazo. Así es lógico que su hijo tuviera bajo peso.”
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