Lunes, 13 de abril de 2015 | Hoy
EL PAíS › OPINIóN
Por Eduardo Aliverti
Se largó, y cómo. La comodidad con que se impuso Juan Manuel Urtubey es impactante, y más porque las encuestas no auguraban tanta distancia. Es solamente el inicio. De todas formas, cualesquiera sean los resultados en estos próximos meses, parece muy difícil que pueda cambiar la sensación de que hacia julio y octubre resta saber cómo jugará Cristina. No es la única incógnita. Es la principal.
Los salteños son menos de un 3 por ciento del padrón nacional. La cantidad asoma como poco significativa, y en la previa eso se plasmó en una cobertura nacional moderada. Es un error, al igual que en otros distritos, leer política de tal manera. La voluntad popular es atendible, al margen de la representación que tenga en el total del país, pero además, en el caso de Salta, se manifiesta un escenario acorde con las perspectivas nacionales. Iba de suyo que el choque central era entre el gobernador victorioso, con apoyo manifiesto de Daniel Scioli, bien que no tanto de Casa Rosada, y el senador nacional Juan Carlos Romero, quien ya comandó la provincia durante tres períodos consecutivos. Urtubey es un díscolo real o eventual para los códigos kirchneristas. Ha sabido diferenciarse del modelo porque en algún momento quiso emerger como presidenciable autónomo, con la imagen típica del político joven y pragmático que sería capaz de arrimar cierto aire fresco a la férrea estructura conservadora de la provincia. Romero, con el respaldo de Sergio Massa, abrevó explícitamente en el menemismo y encarna una dinastía familiar-empresarial atravesada por denuncias y cuestionamientos de todo tipo. Por si fuera poco lo acompañó en la fórmula Alfredo Olmedo, un personaje sobre el que se hacen difusas las diferencias entre pintoresquismo y grotesco cavernícola. Quizá por ingredientes como ésos, y por fuera de la disputa para gobernador y vice, Salta comparte con Mendoza la peculiaridad de una buena inserción de la izquierda trotskista, que ayer se ratificó con un porcentaje interesante en la lucha por la gobernación –sumados PO y MST– y otro que quizá se esperaba más largo en la de la intendencia capitalina. Algunos análisis adjudican estas buenas elecciones a un eficiente trabajo de militancia en bases sindicales y franjas sociales más postergadas. Otros prefieren explicarlo a través de sumar el voto frívolamente “antipolítico” de capas medias, desentendidas de compromisos mayores, incluyendo la cuota tradicional de sufragios testimoniales. En la composición social del voto a esa izquierda con discurso radicalizado, tanto como en Córdoba capital, Neuquén y Jujuy, surge un mix de ambos factores. Será interesante profundizar la mirada sobre ese electorado, aunque en lo sustantivo no vaya a alterarse, ni mucho menos, el fiel de la balanza general. La provincia norteña acaba de certificarlo.
Las PASO salteñas mostraron entonces, genéricamente, los grandes trazos de la puja nacional. Un gobernador con el sostén a regañadientes del kirchnerismo puro, pero como sea, y con una amplitud notable que excedió en mucho al alrededor de tercio de electorado que se sabe firme, se ratificó la potencia de que dispone la órbita K. Enfrente, un contendiente del peronismo disidente, o algo así, que para el caso tuvo el soporte de Massa como en otros distritos hay rivales del oficialismo que lo tienen de Macri. En Salta, ambos apoyaron a Romero –con diferente intensidad– y es correcto decir que, para la lectura nacional, Daniel Scioli venció a la doble M. Sin embargo, la falta de un liderazgo claro de la oposición, en términos nacionales, hace que resalten las influencias de cada lugar. La salvedad podría ser Santa Fe, que vota el domingo próximo y donde el cómico Miguel del Sel, quien ya estuvo muy cerca de ser electo gobernador, juega codo a codo hace rato con el alcalde porteño. Tal vez sea el único distrito de peso donde el PRO o la figura de Macri consigan exponer como propios los votos de las primarias, pese a quienes advierten que el éxito del humorista y diputado ausente se debe más a su carisma y recorridas en soledad, por los barrios pobres que al influjo del aparato macrista. En el resto del país hay dispersión del apoyo opositor nacional o, peor aún, rige un festival de movidas y respaldos invertidos que confunden al más pintado. Macri viajó a Salta, sin ir más lejos, para apoyar al candidato capitalino a intendente Alfredo Durand Cornejo, cercano a Romero, pero no terminó de avalar a éste como candidato a gobernador porque fue con Massa. Una muestra de la renovación de la política con que están comprometidos. Sobre la contienda en la capital salteña cabe prestar atención al muy buen desempeño del candidato Javier David, alineado con Urtubey. Lo venció en forma clara la suma de los postulantes por la fórmula de Romero, pero no es tan claro que se haya votado eso y no a los nombres en particular. Quedó allí una escena abierta.
Son primarias, de todos modos, y es mejor no perderlo de vista hacia un octubre frente al que la Presidenta no intervino todavía en forma determinante. Esto es reconocido por todo miembro de la oposición con honestidad intelectual, al tomar nota de que la imagen positiva de Cristina oscila entre 45/55 por ciento incluso entre los relevamientos que encargan sus adversarios. Se recuperó de su caída en pocos puntos cuando el episodio Nisman, y algunos periodistas atribuyen esa reanimación a la capacidad de olvido de la sociedad argentina. Podrían contemplar, caramba, que en realidad primaron las revelaciones en torno de lo tanto que inventaron. A nadie se le ocurre hoy convocar en defensa de las labores del fiscal muerto. ¿Eso es olvido o probanza de que las falsedades no alcanzaron para desgastar? ¿Acaso no debe sumársele la insólita operación de prensa que endilgó a Máximo Kirchner y Nilda Garré la titularidad de una voluminosa, oculta y sospechosa cuenta en el exterior, con el subtexto de una triangulación Argentina-Venezuela-Irán empalmado al panfleto de Nisman? El banco al que involucraron ya desmintió oficialmente esa superchería en lo relativo a la embajadora ante la OEA y, ahora, la cuestión es si ella y el hijo de la Presidenta no habrán armado una empresa fantasma (ya no en portada y como título de cabeza, claro está). El nuevo recurso, según las publicaciones de última hora, es alertar sobre una ampliación de la Corte Suprema manipulada por el kirchnerismo, pero consiste ya en una treta gastada, aburrida, de impacto insignificante en la harén electoral. Es también en la propia oposición donde admiten que no parece haber mayores sobresaltos en el horizonte económico. Con esas cartas en la mesa, los preocupa más la movida cristinista que sus ingenierías electorales. Continúa sin saberse qué hará la Presidenta y, sobre todo, cómo. Por mucho que algún candidato diga que ella le dijo que lo apuntala, de su boca no salió nada que pueda considerarse siquiera como indicio. Deja hacer, si es por los jugadores precandidateados, al punto de que se permiten cruces tan fuertes como los depositados sobre la ambigüedad de Martín Insaurralde. Por el momento siguen vigentes la incombustibilidad de Daniel Scioli, algunas declaraciones altisonantes de Florencio Randazzo, expectativas por si hay preferencias para ubicar en fórmula a jóvenes incondicionales y conjeturas sobre el armado en la provincia de Buenos Aires más dichos hacia un lado u otro. Cristina esperará, se supone, hasta que las circunstancias le impongan un gesto rotundo. Pero también podría esperarse que no lo haga, y no sólo porque ante competencias electorales jamás se aconseja mover con demasiada antelación. Su mayor fortaleza es que sigue concitando apoyo mediante gestión concreta y fijación de agenda. Eso es lo que volcará hacia quien favorezca, fuere que lo haga con acción u omisión.
Diputados aprobó el proyecto del Ejecutivo que estatiza el sistema ferroviario nacional, si de acciones se trata, por mayoría abrumadora. Además continuó el trabajo de la comisión bicameral que investiga el listado de cuentas abiertas en Suiza por el HSBC y el mecanismo que este banco habría facilitado para que más de 4 mil empresas y particulares fugaran divisas por unos 3500 millones de dólares. Fue exhibida una filmina con los titulares de cuentas que serán citados en primer término. Son Cablevisión, Telecom Argentina, Plavenar, Central Térmica Güemes, Instituto Massone, Herbick, Taltech Internacional, Powerco, Exolgan y Neprosil. El listado se amplía con, entre otros, Cambio Mercurio, Banco Velox, Bridas, Multicambio, Havanna, Cía. de Servicios Farmacéuticos. También están mencionados los nombres de Amalia Lacroze de Fortabat y Amalia Amoedo, con fondos por más de 60 millones de dólares y el nombre de Alfonso Prat Gay como “apoderado usuario de Internet” de la cementera. Siempre como debe ser, la cobertura del tema en los medios hegemónicos fue nula o irrelevante. En relación inversamente proporcional, hubo un despliegue abrumador en torno del operativo de desmantelamiento en la feria La Salada. Por razones de pudor profesional cuesta, pero es casi irremediable, destacar algo tan obvio: mientras se trate de truchadas, infracciones, clandestinidad, narco y encubrimientos en torno de sectores marginales, suburbanos, de aspecto externo impresentable ante las buenas conciencias, allí estará el periodismo independiente para darle crédito a su valentía republicana. Sólo allí, porque más allá están sus cuentas publicitarias.
La obviedad se emparienta con aquella otra de que, al fin y al cabo, será cuestión de elegir entre un gobierno con cierta capacidad para marcarles la cancha a los grandes grupos económicos, o uno en el que vuelvan a gobernar directamente ellos.
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