Lunes, 23 de noviembre de 2015 | Hoy
EL PAíS › EN CóRDOBA, LA FóRMULA CAMBIEMOS OBTUVO MáS DEL 71 POR CIENTO DE LOS VOTOS
En la provincia mediterránea, el ballottage le dio a Mauricio Macri una buena porción de los votos obtenidos. Un millón y medio contra los 600 mil de la fórmula encabezada por Daniel Scioli. De la Sota sigue con su estrategia presidenciable.
Por Marta Platía
Desde Córdoba
La receta de un ganador anunciado: una provincia anti-K desde la primera hora, más la exitosa prédica de un “cambio” inoculado a través de los megamedios; un gobernador peronista de derecha que decide apoyar sotto voce a un multimillonario neoliberal en detrimento del peronismo que se supone es su partido, más los errores y el desgaste propio de un gobierno de 12 años y que no supo construir un referente local son algunas de las principales razones para que Mauricio Macri haya hecho la pata ancha en Córdoba: 71,65 a 28,35 por ciento, según los cómputos al cierre de esta edición.
El fruto de ese mantra inyectado a través de los macromedios locales y nacionales ofrece muestras gratis adonde quiera que se pregunte: “Mire, yo le agradezco a Cristina lo que hizo por mí y mi familia: mis hijos van a la universidad, en casa tenemos la netbook y eso nos sirve para comunicarnos con la familia que vive en Italia, le agradezco la operación que me hicieron en un hospital público y me salvó la vida, la jubilación de mi tía... El subsidio para los chicos, pero yo quiero un cambio”. Así, Analía Moretti, de 52 años, madre de tres hijos y habitante de un barrio obrero de la zona norte de la capital cordobesa, explicó su voto a este diario. Y como ella, varias decenas de hombres y mujeres que con frases calcadas, repetidas, dieron respuestas similares.
Ese “sí, es cierto, hicieron cosas buenas pero queremos un cambio” se podría tomar como el gran logro del publicitario brasileño. La idea fuerza del “cambio”, aunque sin explicitar qué implicará realmente ese cambio. Eso sí: negando férreos la megadevaluación que se viene y ha sido alertada por los electores de Scioli desde el debate del 15 de noviembre, y que obligó a acallar al equipo económico de Macri que –a qué negarlo– cuenta con apellidos que honran la historia más negra de las finanzas en la Argentina: Melconian, Sturzenegger, Prat-Gay y Cavallo, entre otros.
Sin su clásica campera roja “de la suerte” para votar, ayer el gobernador electo Juan Schiaretti dijo estar “convencido de que con las nuevas autoridades nacionales se va a terminar la discriminación con Córdoba”, y repitió lo que ya ha dicho las pocas veces que salió al ruedo: que tendrá una “muy buena relación” con el gobierno que resulte elegido.
Schiaretti sudó la gota gorda en todos estos meses para evitar pronunciarse por uno u otro candidato.
José Manuel de la Sota, el jefe político de Schiaretti, aseguró por su parte y luego de votar en Río Cuarto, que “siempre” desea “que les vaya bien a los que tienen la responsabilidad de gobernar”. Algo que tuvo que salir a reforzar ya que su obsesión por la presidencia ha generado que más de uno crea que está al acecho del yerro de quien gobierne para proponerse a sí mismo al cargo.
Por su parte, Luis Juez, su antiguo archienemigo que cada vez parece estarle más cerca –ambos fueron por Macri en esta “cruzada” anti-K–, dijo que el ganador no obtendrá “un cheque en blanco”. Según el reciente socio de Olga Riutort –la ex esposa del gobernador– y ariete de Macri en Córdoba: “Se está confiriendo una responsabilidad a quien quiere que sea su próximo presidente y esa responsabilidad debe ser acotada. No hay cheques en blanco”. Cuando lo confrontaron con su “tronco” peronista y la contradicción que supone su apoyo a Macri, aseguró: “Mire, el día que vengan por los derechos del pueblo, de la gente, ese día me paro y me voy, como ya he hecho de tantos lugares”.
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