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La agenda del día después

 Por Mario Wainfeld

El presidente electo Mauricio Macri dio su primera conferencia de prensa en su nuevo rol el día después. Formuló algunos anuncios, sin mencionar las designaciones que tiene pendientes. La transición es entre muy y demasiado breve: los nombramientos se irán develando pronto, según pasen los contados días.

Se lo vio suelto seguramente porque atraviesa un momento de gloria y porque sabe que gozará de un blindaje mediático que será parte de sus fortalezas.

En materia económica esquivó definiciones precisas: habló de una ingeniería de gabinete destinada a achicar las competencias del ministro de Economía.

Para cuestiones complejas le cedió el micrófono a su virtual jefe de Gabinete Marcos Peña, cuyo discurso es mucho más articulado que el del líder.

Tal vez las medidas más perfiladas fueron las vinculadas con política internacional: la derogación del Memorándum de Entendimiento con Irán y el pedido de aplicación de la “cláusula democrática” del Mercosur a Venezuela. Son promesas de campaña que pronunció en el debate con el gobernador Daniel Scioli.

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El Norte también existe: Unidas ambas al discurso usual de Macri, las dos acciones sugieren un volantazo en la política internacional. La derecha política y mediática llaman a eso “volver al mundo” como si la Argentina se hubiera trasladado a Marte desde 2003. “El mundo” en rigor son los Estados Unidos cuyo Departamento de Estado verá con satisfacción las dos propuestas y más en general un giro brusco que se está insinuando.

Llevar al Mercosur el reclamo de la cláusula democrática es una jugada gestual, que no da la impresión de ser viable... lo que no le quita motivo ni razón. Como comentó ayer en este diario Eric Nepomuceno, Brasil no acompañará y el punto marcará una primera divergencia con el aliado estratégico.

La interrelación con Brasil (que aunque algunos lo pongan en duda forma parte del “mundo”) es mucho más rica y compleja que ese punto: no se avecina una ruptura pero puede ser una señal del posicionamiento que acaso busque Macri. Un mandatario leal a Washington, opción que lo distinguiría de casi todos sus colegas de Sudamérica.

Es una movida testimonial que podría buscar aliados en Colombia o México, los ejemplos de regímenes de derecha más importantes al sur del Río Bravo. Paradójicamente son naciones asoladas por el narcotráfico que es otro ítem del temario favorito del presidente electo.

No es serio hacer un balance sobre Venezuela en cuatro líneas. Digamos que no es un régimen perfecto y que muchas de sus políticas son cuestionables y cuestionadas... pero mucho menos es una dictadura. Viene a cuento señalar que en diciembre habrá elecciones parlamentarias muy decisivas, que la oposición participará con entusiasmo y que según encuestas y análisis le asisten buenas perspectivas para ganar.

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El Congreso en funciones: El Memorándum es una ley que puede ser derogada por otra. Si hay apuro, Macri deberá convocar a sesiones extraordinarias a un Congreso en el que no cuenta con mayorías propias.

La suerte del proyecto dependerá entonces de la postura que adopten diputados y, en especial, senadores del Frente para la Victoria (FpV). A título de opinión la norma fue un intento fallido del actual gobierno. La comprometida actuación de la presidenta Cristina Fernández Kirchner desde los albores de la investigación del atentado a la AMIA la excluye de las sospechas de haber querido frenar la búsqueda de la verdad. En realidad la causa estaba empantanada irremisiblemente desde hacía muchos años con un fallo por nulidad que desnudó complicidades del gobierno de Carlos Menem, de integrantes del Poder Judicial, policías y autoridades de la DAIA.

No hubo malicia aunque tal vez se incurrió en un exceso de voluntarismo al pensar que se conseguiría tomar declaración indagatoria a ciudadanos (ex funcionarios) iraníes. Ningún país entrega a sus nacionales fácilmente y menos para que sean juzgados por delitos gravísimos. El Memorándum jamás produjo avances en la investigación, aunque tampoco la estancó sencillamente porque ya lo estaba.

Habrá que ver qué actitud toman los bloques del FpV y también si no se dividen ante la coyuntura política (en especial los senadores que reportan a sus mandatarios provinciales). Es un escenario abierto, dadas las circunstancias.

El debate le permitirá al nuevo gobierno teatralizar críticas furibundas al kirchnerismo, mientras el presidente se ocupa de temas más acuciantes y más cercanos a la cotidianeidad de los argentinos.

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La Nación en armas: El lunes amaneció con un editorial vergonzoso del diario La Nación, titulado “No más venganzas” cuya bajada-síntesis expresa que: “la elección de un nuevo gobierno es un momento propicio para terminar con las mentiras sobre los años 70 y las actuales violaciones de derechos humanos”. Se clama por la libertad de represores condenados y se re versiona la teoría de los dos demonios. Por ahí los hubo, concede la tribuna de doctrina, pero uno de ellos comenzó la “guerra sucia”: adivinen cuál.

La Nación fue instigadora, cómplice y encubridora de la dictadura cívico militar, su socia en Papel Prensa, amén de su house organ. Pura coherencia, cero novedad en ese aspecto... lo chocante es el momento estratégico elegido. Justo el primer día que usualmente le hubiera servido para alabar a su gran esperanza blanca triunfante. Ya dispondrán tiempo para el panegírico: privilegiaron bajarle línea. Tan brutal es el texto que varios periodistas y otros trabajadores del mismo diario la cuestionaron en asamblea y redes sociales. No frenarán la ofensiva ni mellarán la línea editorial de La Nación pero su gesto es elogiable.

Se puede asociar la pieza con la siniestra pintada en la Casa de la Memoria y la vida, aledaña a Mansión Seré. Escribieron que el 22 de noviembre se terminaba “el curro” remitiendo a la celebérrima frase de Macri sobre la política de derechos humanos. No hay motivos para imaginar que la pintada fuera parte de la campaña de Cambiemos pero lo cierto es que sectores ultraderechistas se presentían favorecidos por el resultado del domingo. Y que la frase de Macri concuerda y empatiza con su visión del mundo.

En la conferencia de prensa Macri enunció que seguirán los juicios por delitos de lesa humanidad. Las presiones de un aliado de fierro sobre el mandatario seguirán en escalada.

Los procesos a los represores, con todas las garantías legales, son uno de los jalones de la etapa kirchnerista. Son reconocidos como un ejemplo en la región y en muchos países democráticos. Para La Nación integran la pesada herencia que se debe arrojar por la borda. Por ahora, Macri no cedió.

Se chimenta, todavía sin corroboración, que el diputado radical Oscar Aguad será ministro de Defensa. Aguad es conocido como “el milico”, un apodo que revela tanta imaginación como llamar “el gordo” a un tipo que pesa 130 kilos. Es amigo personal y contertulio habitual del criminal Luciano Benjamín Menéndez. Su nombramiento sería un tiro para el lado de la injusticia, amén de un pago menor a los socios boinas blancas.

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Renuncia inesperada: El senador Ernesto Sanz sonaba como posible ministro de Justicia, cargo que la UCR consideraba retribución insuficiente por su aporte a Cambiemos. Los radicales le hicieron fácil la Primaria Abierta (PASO) a Macri perdiendo por goleada. Su mérito, estiman, es haberle insuflado representatividad y potencia, aportando fiscales y savoir faire en las jornadas electorales. La coalición les sirvió para ganar la gobernación de Jujuy, por primera vez desde 1983. También sumaron Mendoza pero en esa provincia es habitual la alternancia con el peronismo, a diferencia de la norteña. Ya en 2013 batieron ampliamente al FpV, quedando como favoritos. El diputado Julio Cobos era buen candidato a la gobernación o a la primera candidatura a senador nacional. Optó o le quedó ésta. Volverá al cuerpo que lo hizo famoso por su voto no positivo.

Las decisiones de Sanz, aprobadas en la Convención radical de Gualeguaychú, le reportaron menos poder propio que el prometido por el senador que se había fascinado con recobrar ocho provincias o más. Se ignora aún cuánto “pagará” el PRO a dirigentes boinas blancas. Los necesita en el Congreso y seguramente para llenar todos los casilleros de la enorme grilla de los estados nacional y bonaerense.

Ante la inminente renovación de las autoridades partidarias Sanz hizo pública una carta en la que declina toda designación y que lo aleja de la actividad política. Era número puesto que no sería reelegido aunque ese no ha de ser el único motivo. El senador mendocino dejará su banca a Cobos con quien se odian con la pasión de quienes son correligionarios y comprovincianos. Sanz adujo deseos de recuperar su vida personal y familiar.

Las renuncias de dirigentes con trayectoria a la política siempre deben tomarse con pinzas. Ni siquiera se dice que no sea sincera, tan solo que con el tiempo puede cambiar de parecer.

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De cacería: El discurso de pastor electrónico de Macri contuvo la promesa: no habrá revanchismos. No se sabe cómo define a la voluntad de destituir a funcionarios del área ejecutiva o del Poder Judicial que tienen mandato legal para seguir en sus cargos. El más chocante, porque cuenta con acuerdo ampliamente mayoritario del Senado, es el de la Procuradora General Alejandra Gils Carbó. Los ángeles de Mauri, las diputadas Patricia Bullrich y Laura Alonso, amenazaron con hacerle juicio político si la Procuradora no renuncia, una oferta que Macri piensa que no puede rechazar.

Dado el quorum propio del FPV en el Senado y las mayorías especiales exigidas, el juicio político pinta ir en tren bala al fracaso. La estrategia macrista, entonces, cuenta con la solidaridad de los jueces y fiscales federales. Comodoro Py no ha mutado tanto en estos años aunque existen como excepciones jueces y fiscales dignos. Se promueve una serie de presiones (i)legales con denuncias amañadas que son la especialidad de la casa y prospectos gratos de tapas de Clarín.

El secretario general de judiciales, Julio Piumato, coopera con la movida promoviendo una movilización anti Procuradora para principios de diciembre.

El presidente de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti aborrece a Gils Carbó y su viraje anticipado al oficialismo entrante ha sido tan torpe cuan entusiasta. Habrá que ver si pronuncia algunas de sus homilías laicas frente al ataque. Tal vez lo converse con el juez servilletero Claudio Bonadio, con quien departe amicalmente cada semana. Bullrich es otra de sus contertulias habituales, lo que el Supremo blanqueó.

La Corte sigue con tres miembros que bien mirados son uno, a diferencia de los mosqueteros de Dumas que eran cuatro. Carlos Fayt todavía no se va, espera hasta el 11 de diciembre, pero tampoco trabaja mucho. Es una falla institucional que resiente el funcionamiento del Tribunal y acentúa su proverbial lentitud para dictar fallos que no sean contra el actual oficialismo.

Solo una negociación inter partidaria que forma parte del imaginario que verbaliza Macri podría poner fin al desmembramiento de lo que fue una Corte elogiable antes de que quedara diezmada por dos fallecimientos y dos dimisiones. Ahora es un ersatz que Lorenzetti maneja a su antojo.

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Scioli y los otros: Funcionarios, dirigentes y militantes del FpV asumieron en general la derrota con declaraciones sensatas, de tono democrático y sin vituperar a quienes no los votaron.

Scioli atravesará el calvario del candidato vencido, sin territorio propio y sin un “armado” que no construyó en años previos.

El FpV generó varias campañas simultáneas con baja organicidad y demasiadas críticas internas.

En dos ocasiones durante un año de órdago, las bases kirchneristas desoyeron o desbordaron a sus conducciones. Una fue en el balotaje porteño cuando contrariando el discurso de los dirigentes y candidatos (“son lo mismo”) votaron masivamente al diputado Martín Lousteau contra Horacio Rodríguez Larreta, el hasta entonces segundo de Macri. El candidato de PRO se impuso por un pelito. Tal vez unos votitos más podrían haber impactado en la competencia nacional. Nunca se sabrá, claro.

La otra irrupción se produjo entre las dos vueltas electorales. Un activismo espontáneo y militante se volcó a las calles y plazas para trasfundir fuerza y “pedir” el voto. A diferencia del ejemplo porteño el impacto real no es mensurable pero dejó una marca del potencial movilizador del kirchnerismo y de la fuerza de sus adherentes. Ellos seguirán activos.

El futuro inminente de Scioli es más melancólico, aunque en el rush final puso más garra que en otros tramos de la competencia. Siempre tuvo la dignidad de no enfrentar a la presidenta y a su partido, lo que le hace honor pese a que no suple otras limitaciones como candidato.

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