Como era previsible, el juez federal Claudio Bonadio procesó ayer al diputado nacional y ex ministro de Infraestructura, Julio De Vido, por el delito de descarrilamiento de tren, agravado por muertes, y administración fraudulenta, todo en relación con la tragedia de Once. Lo curioso es que Bonadio dijo en su momento todo lo contrario y excluyó a De Vido de la acusación por lo ocurrido en Once. Sin embargo, el Tribunal Oral de la tragedia ferroviaria ordenó en su fallo que se extienda la investigación a De Vido. Lo que correspondía era que Bonadio se apartara del caso porque ya había dicho que el ex ministro no tenía responsabilidad. Sin embargo, el magistrado decidió exhibir nuevamente su inquina con el gobierno anterior, tomó rápidamente la acusación y ayer procesó a De Vido, sin prisión preventiva, pero con un embargo de 600 millones de pesos. Los abogados del ex ministro apelarán.

En los fundamentos del fallo por la tragedia de Once, el Tribunal Oral Federal 2 sostuvo que De Vido no podía ser eximido de responsabilidad porque era la máxima autoridad del ministerio y porque la secretaría de Transporte tenía una dependencia funcional del ministro. De forma indirecta, el TOF 2 argumenta que De Vido debió renegociar la concesión e impedir las faltas de mantenimiento. Se trata de un debate planteado en muchos casos judiciales, en la Argentina y en el mundo, y que tiene relación con el nivel en el que se hace el corte de responsabilidades. Se supone que un presidente tiene confianza en sus ministros, éstos en sus secretarios y así hasta los que están directamente ligados, en este caso, por ejemplo, con el mantenimiento o con la revisión del estado de las formaciones. Un criterio es que la responsabilidad penal llega hasta quien está ligado a lo ocurrido en forma directa.

Respecto de la tragedia en Once, donde hubo 51 muertos, uno de los puntos neurálgicos consistía en determinar si la formación chapa 16 frenaba o no frenaba, es decir si había un problema clave de mantenimiento. Prácticamente todos los peritos dijeron que los frenos funcionaban, por lo cual podría alegarse que las muertes se produjeron más por impericia o porque el conductor se quedó dormido que por el estado de la formación. De hecho, el Tribunal dictaminó que el choque se produjo por una conducción temeraria del motorman, quien aplicó los frenos en forma tardía, además de que incurrió en exceso de velocidad. En todo caso, siempre la polémica se plantea alrededor del nivel de funcionarios al que le caben las responsabilidades. Así fue en Cromañón o en el accidente de Lapa. En el caso de Once, el TOF 2 y ahora el juez extendieron las culpas hasta De Vido.

Como ocurre habitualmente con Bonadio, el magistrado la emprendió en forma rápida contra el anterior gobierno y contra el ministro, pese a que sostuvo lo contrario anteriormente. El estudio de Adrián Maloneay y Julio Virgolini, que defiende a De Vido, ya adelanto que presentará recursos para obtener la nulidad de las decisiones de Bonadío “que no se encuentran fundadas ni en las pruebas incorporadas a la causa ni en el derecho aplicable”, sostuvieron los abogados en un comunicado. “El juez rechazó todas las medidas de prueba ofrecidas y no contestó a los argumentos de la defensa. La actual decisión de procesarlo encontrándose pendiente de resolución ante la Cámara la recusación que las partes le formularon, demuestra claramente la pérdida de imparcialidad y su calidad de Juez no independiente. Todas esas cuestiones han de ser puntualmente desarrolladas en los recursos que el equipo de abogados interpondrá en las próximas horas”, concluyeron Maloneay y Virgolini.

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