EL PAíS › EL PRESIDENTE Y TRES MINISTROS ATERRIZARON EN VILLA PALITO
Viviendas para paliar la pobreza
En el corazón de La Matanza, el presidente Néstor Kirchner repartió subsidios por 945 mil pesos a las organizaciones piqueteras para la autoconstrucción de viviendas. El gobernador Felipe Solá también estuvo.
Por Martín Piqué
Los vecinos de Villa Palito lo esperaban en el medio de un enorme descampado, con el pasto raleado y la tierra arcillosa, que se levantaba con cada pisada y se sentía en la piel. A unos metros se veía una torre blanca de la ex fábrica de Jabón Federal. Al otro lado el terreno se perdía en un basural de varias cuadras. Grupos de muchachos aguardaban en los techos de las casas a medio construir. Estaban en cueros y tenían bidones de agua o gaseosa de segundas marcas para mitigar el calor. La gente se hallaba desperdigada entre los pocos árboles, muchas mujeres con chicos, jóvenes con ropa deportiva, estilo cumbia villera. De repente, el helicóptero presidencial apareció por un costado. Sobrevoló el descampado y aterrizó en medio de una nube de polvo que cubrió todo. La gente se cubría los ojos y tosía. “No importa, si tenemos lo que queremos”, comentó entonces una mujer de la villa, entre contenta y resignada.
Néstor Kirchner se bajó, las aspas del helicóptero seguían zumbando y la multitud ya lo había rodeado. El calor reventaba a mediodía en esa parte de San Justo, a unas cinco cuadras del Camino de Cintura, en unas cuarenta hectáreas de tierra que forman el barrio Almafuerte. Se trata más bien de una villa miseria –a la que sus vecinos bautizaron Villa Palito– y un descampado de veinte hectáreas, donde los vecinos pretenden levantar un barrio nuevo construyendo casas populares con los beneficiarios del plan Jefes de Hogar. El Gobierno aprobó esos planes otorgando créditos para la construcción de 360 viviendas este año –180 en una primera etapa– como parte del Plan de Emergencia Habitacional.
El plan incluye también a otras organizaciones sociales y piqueteras, como la Cooperativa Villa Las Antenas, la Federación de Tierra y Vivienda (FTV) y la Corriente Clasista y Combativa (CCC). Entre las cuatro construirán 180 viviendas de un valor de 20 mil pesos cada una. Para eso, conformaron 45 cooperativas integradas por cuatro desocupados que estén cobrando los 150 pesos del plan Jefes de Hogar. Cada cooperativa tendrá a su cargo la construcción de dos casas en distintos barrios de La Matanza (Villa Palito, Las Antenas, San Javier y Tapiales), donde tienen su base las organizaciones. En el caso de la FTV y la CCC, festejaron el anuncio movilizando unas cuatro mil personas desde la rotonda de San Justo.
Algunos lo hicieron en micro, otros a pie. Llegaron justo cuando Kirchner empezaba a caminar hacia el palco. Los de la CCC traían sólo pancartas con la leyenda de su organización, mientras que la FTV –abiertamente kirchnerista– colocó frente al escenario una bandera que decía “compañero Presidente, fuerza Néstor Kirchner”. Además, sobre la pared de una escuela, los piqueteros de D’Elía habían colocado una bandera con los rostros de Fidel Castro, Kirchner, Lula y Hugo Chávez. Era la misma que habían usado para el acto de D’Elía en la cancha de Atlanta, el 19 de diciembre pasado. Justamente, la referencia a Cuba generó la frase más comentada de la jornada, porque Kirchner reaccionó con dureza contra las declaraciones del subsecretario del Hemisferio Occidental, Roger Noriega, y contra quienes habían dicho que George Bush lo había “citado” para hablar de la política exterior argentina (ver página 3).
Junto a Kirchner habían llegado los ministros Aníbal Fernández (Interior), Julio De Vido (Planificación) y Alicia Kirchner (Desarrollo Social). También estaba el gobernador bonaerense, Felipe Solá, y dos de sus ministros. El intendente anfitrión, Alberto Balestrini, presentó a Kirchner y Solá como si fuera un animador. “Son dos hombres que están cambiando el país al lado de los desposeídos y los desocupados”, los elogió Balestrini. Hace un mes, el intendente denunció que el Gobierno había suspendido cinco mil subsidios de su municipio. “Va a tronar el escarmiento”, había dicho entonces. Aquel episodio, que generó una dura respuesta del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, pareció quedar zanjado ayer. Aunque en el Gobierno tuvieron que esforzarse para que Balestrini compartiera un palco con D’Elía, con quien está distanciado.
Desde el escenario techado –el único refugio con sombra en un mediodía que a algunos hizo pensar en el rally por el desierto de París-Dakar–, Kirchner prometió que el aumento de recaudación no se utilizará para pagar la deuda externa. “Si crecemos más, lo que vamos a pagar más es la deuda interna, no la deuda externa”, aseguró. También prometió que el Gobierno hará “los esfuerzos necesarios” para darles agua potable a los 80 mil habitantes de La Matanza que no tienen ese servicio. “No vamos a depender de si la empresa nos autoriza o no a hacer agua. Pongámonos a trabajar”, arengó mirando a Balestrini y a Solá. El compromiso sorprendió a algunos de los funcionarios que estaban en el palco.
Entretanto, la multitud compuesta por piqueteros y miembros de organizaciones sociales, muy pobres, le gritaba y le pedía que se acercara a las vallas. Como ya es un clásico, Kirchner accedió a los pedidos y paseó dos veces entre la gente. Lo abrazaban, lo palmeaban, le daban papelitos y regalos. Y lo escoltaron en una tumultuosa caravana, a los tumbos, hasta el helicóptero ante el temor del personal de Fuerza Aérea. Pero antes de irse, el Presidente había saludado a los representantes de las cooperativas que participarán del proyecto. Allí estaban Juan Antonio Enriquez, de Villa Palito; Hugo Molina, de Las Catonas; Alicia Sánchez, de la FTV, y Lucio Blasco, de la CCC. Flanqueados por D’Elía y Juan Carlos Alderete, los cuatro firmaron contratos que luego fueron refrendados por Kirchner y Balestrini. La gente festejó las firmas como si fueran goles.
“Hace treinta años, mis abuelos llegaron a Villa Palito echados de Capital. Hoy, por suerte, hay una nueva política para generar nuevas viviendas”, contó a Página/12 Juan Enríquez, dirigente barrial de una de las cooperativas de la zona. Llevaba a su hija a cuestas, y caminaba entre los visitantes –el Presidente, los ministros, el gobernador– como si estuviera en un encuentro de fans con su estrella favorita. A cada funcionario, Enríquez le regalaba un balero de madera, creado artesanalmente por sus vecinos. Uno de esos baleros lo recibió De Vido, quien lo embocó de un solo golpe. Kirchner, incrédulo, festejó la suerte ajena con una sonrisa.