EL PAíS › HASTA HUBO UNA CLASE SUECA DE FEMINISMO PARA HOMBRES

Lanús, capital antiglobalización

Un encuentro internacional discutió sobre pensamiento autónomo. Y hubo autonomía absoluta, incluso para definir qué es la autonomía. Los movimientos sociales en Bolivia. La discusión sobre los planes Trabajar.

Por L. V.

“La ronda de pensamiento autónomo es un mecanismo de debate y a la vez un espacio de encuentro. Hicimos la primera en enero del 2003, cuando distintos grupos –en ese entonces éramos sobre todo asambleas y Movimientos de Trabajadores Desocupados– nos juntamos para hablar de nuestras prácticas y de cómo generar organización a partir de las luchas cotidianas. Ahora cumplimos un año y decidimos abrir la ronda para hacerla internacional”, dice Neka Jara, del MTD de Solano. Desde el jueves hasta ayer, en un predio fabril abandonado de Lanús, la convocatoria Enero Autónomo reunió con esa invitación a militantes de 16 países que debatieron sobre autonomía. “Autonomía y educación”, “Autonomía y salud”, “Autonomía y pueblos originarios”, “Autonomía frente al poder del mercado y del Estado” fueron los temas tratados en talleres y debates donde se preguntó, al mismo tiempo, qué significa exactamente la práctica de la autonomía.
La convocatoria de los organizadores argentinos prometió garantizar “un espacio de libertad para que distintas experiencias de lucha y autonomía puedan compartir con todos su testimonio”. La respuesta dio lugar a un conjunto social difícil de definir, integrado por comunidades mapuches, militantes antiglobalización norteamericanos, anarco-punks chilenos, educadores populares de Brasil y de Uruguay, feministas bolivianas, activistas bolivianos, piqueteros y asambleístas argentinos, Madres de Plaza de Mayo, okupas italianos y unos suecos que dieron una clase de feminismo para hombres.
En total fueron unos 800 participantes, una parte de los cuales debió seguir las charlas con el auxilio de traductores. En los cuatro días del encuentro realizaron talleres y, cada atardecer, una ronda de pensamiento. Ramón Saravia, integrante del grupo Tinku, de Bolivia, contó en una de estas charlas la experiencia de los movimientos sociales en su país. “Tinku nació en 1998, éramos un movimiento juvenil al que se sumaron luego otros sectores. Ahora somos una red de movimientos con grupos de la universidad, de barrios, de mujeres, de colegios”, dijo Saravia al terminar el taller a Página/12. “Somos fuertes especialmente en Cochabamba, la región cocalera, donde nos ganamos un lugar cuando la guerra del agua, en el 2000, al participar en los bloqueos que aislaron la ciudad durante una semana. Ese fue el primer triunfo de Bolivia después de 15 años de fracasos, porque de 1985 al 2000 las políticas neoliberales habían calado muy hondo. La izquierda desapareció y era frecuente que sus intelectuales se pasaran al otro lado. En esos años todo lo que hacías era patalear. Podías cortar rutas, llorar, gritar, pero nunca ganabas. Estábamos debilitados. La lucha contra la privatización del agua nos unió y con ella nació un movimiento nuevo desde los más pobres. Desde entonces ha habido un ascenso continuo de los movimientos sociales.”
Tinku, dice Saravia, “está muy influenciado por el movimiento antiglobalización. Estamos en contacto con grupos de otros países, bajamos información de Internet. Dentro de Bolivia no integramos el movimiento campesino, pero tenemos un lugar de reconocimiento cuando las organizaciones se reúnen. Los movimientos sociales somos la nueva izquierda de Bolivia, una fuerza poderosa pero que tiene dificultades. La más grave es que hay problemas para ponernos de acuerdo y hacer propuestas, definir políticas. Ese es nuestro gran problema actual, el de acordar propuestas para poder avanzar”.
Toty Flores, del MTD de La Matanza, coordinó un taller de pensamiento político “con la idea de reflexionar sobre nuestras prácticas, de ir viendo si reproducimos el pensamiento hegemónico o conseguimos tomar otros caminos”. En su MTD, una organización de desocupados que rechazó los planes Trabajar y lo pagó al precio de no crecer, suelen hacer asambleas con ese eje de trabajo. Anabel Telles, filósofa local, participa de las charlas aportando un encuadre teórico, vinculando las ideas que aparecen con la historia del pensamiento político. Y el sábado, con otro público, lo volvió a hacer.
“Economía solidaria y comercio justo”, “Autonomía y periodismo”, “Qué es el ALCA”, espacios de “Juego e improvisación corporal” y “Educación popular” fueron otros de los talleres. El encuentro tuvo una cobertura de prensa propia, que una red de medios alternativos distribuyó a través de listas y páginas de Internet.
Víctor, integrante de La Fogata, dijo: “No nos interesa zanjar un debate con el voto sino llegar a acuerdos, de la misma manera que no nos preocupa construir una gran organización masiva sino trabajar en redes”.
En cuanto a la autonomía, nadie estuvo muy de acuerdo sobre sus significados y de a ratos parecía, escuchando las diferentes intervenciones, que se aludía a ella como un concepto siempre en construcción. Algunos dijeron que es “una lucha radical contra los mecanismos de opresión del Estado y el mercado”. Un participante opinó que había que incluir, en primer término, “al mercado y al Estado que todos llevamos dentro” y finalmente hubo quienes se negaron a discutir las categorías de la autonomía porque a fin de cuentas cada cual necesita de libertad para armar la propia.
Las rondas se realizan el primer sábado de cada mes, en Roca Negra, ubicada en Camino General Belgrano y Méndez, Monte Chingolo, partido de Lanús.

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