La jueza federal María Romilda Servini procesó con prisión preventiva al empresario Ibar Pérez Corradi por tráfico de 14 mil kilos de efedrina y le trabó un embargo por 98 millones de pesos. Además le pidió colaboración al fiscal federal Juan Pedro Zoni para identificar los bienes y lograr el recupero de activos que pudieran haber sido conseguidos a través de fondos de origen ilícito.

El procesamiento se basó en las declaraciones del propio Pérez Corradi, los llamados diarios que mantenía su proveedor de efedrina Alfredo Abraham y la declaración de Jorge Ochoa, una persona a la que el traficante le usó el nombre.

Pérez Corradi estuvo prófugo acusado por tráfico de efedrina y de ser el autor intelectual del triple crimen de General Rodríguez. Se entregó luego de arreglar sus condiciones con el Gobierno. Está claro que debía involucrar al ex jefe de Gabinete Aníbal Fernández durante su declaración. Pero Pérez Corradi simplemente dijo que Sebastián Forza, uno de los asesinados en General Rodríguez, le dijo que el ex funcionario era “la morsa” (quien supuestamente les daba protección), algo que es incomprobable. Pero además, Pérez Corradi también dijo que el radical Ernesto Sanz había cobrado una coima de 200.000 dólares para desplazar al juez Federico Faggionato Márquez.

En los tres meses transcurridos desde que lo trajeron a la Argentina, Pérez Corradi aportó poco y nada de nuevo al expediente que instruye Servini. Hoy por hoy, es un arrepentido que no dio frutos. La jueza aún debe expedirse acerca del vínculo de Pérez Corradi con el triple crimen de General Rodríguez.