EL PAíS › UN PLAN PARA FRENAR AL KIRCHNERISMO
Nace la Duhalde-Macri S.A.
El político y el empresario avanzan en un acuerdo. Uno responde así a la amenaza de
Cristina, el otro sueña con ser presidente.
Por Diego Schurman
–¿Cómo estás? –le preguntó Aníbal Ibarra.
–Ahora estoy mucho más tranquilo, con tiempo para descansar, alejado de la locura del poder –le contestó Eduardo Duhalde.
Días después de esa conversación, el ex presidente se dejó fotografiar en la cancha de Banfield. No era el reflejo de su tiempo de descanso, ni la representación del alejamiento del poder. Todo lo contrario: a su lado estaba Mauricio Macri, con quien comenzó a tejer un acuerdo “estratégico” que tiene a la provincia de Buenos Aires como primera escala.
Duhalde no le mintió a Ibarra. O en todo caso no le mintió únicamente al jefe de Gobierno porteño. Su discurso refractario del poder es un clásico, y se puede comprobar en decenas de reportajes. Pero Macri no llegó al palco de Banfield sólo para ver a Boca. Respondió a una invitación de Duhalde para hablar de política. De hecho la cumbre estaba prevista para el domingo anterior, en La Bombonera, donde el equipo local jugó con Vélez. Pero el fallecimiento de la madre del ex mandatario –lo que originó aquel llamado de Ibarra– demoró la cita una semana.
Las risas que mostraron para los fotógrafos continuaron por la noche. En la residencia de Lomas de Zamora, el ex mandatario, sus hijos y su mujer Chiche agasajaron a Macri con una cena. Hubo calor familiar y una amena conversación política, según consignó a Página/12 un legislador del macrismo. ¿Por qué aguas navegaron en esa larga jornada? Macri instaló el primer tema cuando Duhalde le preguntó sobre su futuro inmediato.
–Quiero ensanchar mi base electoral –contestó el empresario, insinuando que para ello debe apuntar al peronismo.
Fue entonces que el ex presidente lo motivó a caminar la provincia de Buenos Aires. Y le aseguró que no pondrá ningún obstáculo para el desembarco de Compromiso para el Cambio en el distrito.
Para el titular de Boca se trata de un paso importante hacia la nacionalización de su estructura partidaria. Pero en territorio bonaerense eso podría tener un costo: la obligación de trabajar en alianza con el justicialismo, aunque también el derecho de incluir gente propia en la lista del PJ que competirá en las legislativas del 2005.
Macri se asume como el principal referente de la oposición. Y busca posicionarse para las presidenciales del 2007, aunque –si los números no dan– no descarta volver a pelear en la Capital. ¿La tercera alternativa? Lanzar su candidatura a legislador nacional.
Discreción
En las filas del empresario son excesivamente prudentes. Temen ser utilizados por Duhalde en su subterránea interna con el kirchnerismo. Por eso sólo reconocen las “cordiales” conversaciones con el ex presidente y el objetivo de avanzar en una “estrategia común”.
¿Por qué tanta discreción? Los macristas manejan dos hipótesis para el proyecto presidencial del 2007, siempre partiendo de un fracaso de Kirchner, algo que por ahora no refleja el termómetro de la calle.
1 Piensan que una mala administración kirchnerista terminará arrastrando a todo el PJ. Y que, en ese caso, lo más conveniente sería cerrar trato con un exponente de la derecha como Ricardo López Murphy. Ya hubo varias conversaciones con el líder de Recrear.
2 No desechan la posibilidad de que el peronismo ortodoxo termine por hacerle un vacío a Kirchner para convertirse en su más fiel oponente. Puede sonar exagerado, pero el país dio varias muestras en ese sentido.
Ejemplos sobran: Adolfo Rodríguez Saá supo en su semana presidencial lo que es sentir la ausencia del PJ. El famoso verticalismo justicialista se quebró en la última elección, donde el partido presentó tres candidatos, de los cuales dos ocuparon el primer y segundo lugar. Si se diera un escenario similar la alternativa del armado de un frente con Duhalde, e incluso con el misionero Ramón Puerta, toma vigor.
Mojada de oreja
El encuentro tiene otros matices si se lo mira desde el peronismo. Duhalde se mostró con Macri en respuesta a la incursión del kirchnerismo en su territorio, ya que tomó como una mojada de oreja cuando se echó a rodar la candidatura de Cristina Kirchner.
¿Qué quiere Duhalde para su distrito? Como siempre, alambrarlo. No dejar que nadie se involucre en sus decisiones. Es vox pópuli entre los bonaerenses el deseo de Chiche de suceder al actual gobernador Felipe Solá. Fanático de los sondeos, su esposo también viene midiendo la imagen de Daniel Scioli en la provincia. El vicepresidente es un mimado de los Duhalde y, sabiendo de la tirante relación que mantiene con Kirchner, quieren hacerlo migrar de distrito. Concretamente estudian una fórmula Chiche-Scioli.
En Capital el respaldo a Macri es un hecho. Esa alianza –que en la última elección Duhalde no blanqueó por pedido de Kirchner, jugado por Ibarra– trajo zozobra en la Casa Rosada. Esta semana, en el día del acuerdo con el FMI, Kirchner tenía en su escritorio una encuesta porteña de la consultora Equis. El trabajo plantea distintos escenarios para la sucesión de Ibarra. En todos, los contrincantes son Macri y Elisa Carrió. Los que rotan son los candidatos kirchneristas. Están los previsibles: Alberto Fernández, Daniel Filmus, Rafael Bielsa. Y los inesperados: Roberto Lavagna y Cristina Kirchner. Del abanico de posibilidades, la senadora es la que saca mayor ventaja.
Se estima que la interna duhaldista-kirchnerista se mantendrá sorda durante la primera parte del 2004, básicamente porque no es un año electoral. Pero los problemas seguramente saldrán a superficie, y con fuerza, en plena primavera. Por ahora priman chicanas de menor cuantía.
El miércoles Fernández fue acosado por los legisladores santafesinos. Lo tienen en la mira por haber cuestionado la manera en que esa provincia manejó los fondos para los inundados. A la hora de los reproches, el reutemista Angel Baltuzzi se quejó porque Kirchner nunca los recibió mientras que Duhalde siempre les abría las puertas de la Casa Rosada.
El jefe de Gabinete arrancó la contestación marcando las diferencias de estilo entre uno y otro. Pero concluyó que el Presidente “no tiene tiempo para asados ni para hacer sociales”, lo que se entendió como un tiro por elevación para el ex mandatario.
El duhaldismo más rancio contraatacó esta semana al poner sobre la mesa quiénes ostentan el control del partido. Fue cuando la senadora Mabel Müller, una suerte de alter ego de Chiche, le negó el título de peronista al encuentro de Parque Norte que organizó el kirchnerismo. Y su esposo Oscar Rodríguez, otra espada central del duhaldismo, no se preocupó por ocultar su satisfacción con la foto que alteró los ánimos de la Casa Rosada.