EL PAíS › OPINION

Avelino

Por Alicia Oliveira *

Son las seis de la mañana y estoy durmiendo cómodamente. Suena el teléfono, lo atiendo y una voz me dice:
–¿Hola, nena! Qué hacías?
–Gimnasia, gimnasia... ¿Qué querés que haga a esta hora?, Avelino.
Y después, con cierta voz de refunfuño le reclamaba:
–Vos y tu horario obrero.
Pero seguíamos hablando. Me contaba lo que había leído en los diarios, charlábamos de política y al rato debíamos cortar la conversación. Avelino tenía que reiniciar su turno en la fábrica metalúrgica. Yo, por supuesto, volvía a la cama. Horas más tarde tenía que iniciar mi ronda tribunalicia.
Estas llamadas se produjeron por muchos años, hasta que Avelino se jubiló como obrero metalúrgico después de haber sido uno de los más importantes dirigentes sindicales de la Argentina.
Mucho tiempo después, cuando fui defensora porteña, siempre me iba a visitar. Me decía que para él era un orgullo. Recordaba siempre que me había conocido muy joven. Para él era la Alicia, la nena, la compañerita.
Un día, en medio del diálogo contó una picardía que él creía nueva para mí.
–¿Vos sabés, nena? Todos los días a las seis de la mañana yo llamaba a mis amigos burguesitos para despertarlos.
Me reí.
–Si lo sabré, Avelino... ¿Te olvidaste de que yo era una de tus víctimas?
–Y bueno, así por lo menos sabían algo de lo que es laburar.
Avelino, Avelino Fernández, me enseñó mucho del peronismo. Me contó sobre la resistencia, sobre la lucha de los trabajadores, las huelgas, Perón, Evita. Me regaló una foto donde están él y el general en Puerta de Hierro. La tengo en mi biblioteca, con mis libros, con los sueños escondidos de la Argentina peronista que me enseñó Avelino. Eso es lo mejor que dejaré a mis hijos: libros, fotos y sueños. También me enseñó a laburar.
Avelino, te cuento que el viernes a la noche Analía, tu nieta querida, me avisó que habías muerto. Fui una cobarde, no fui a verte. Prefiero recordar tu voz a las seis de la mañana. Prefiero acordarme de vos cuando nos encontramos después de la muerte de otro viejo compañero, Envar El Kadri.
–Che, ese velorio parecía Retiro –me dijiste.
Te miré sin comprender.
–Claro, nena, estaban estacionadas todas las líneas.
Era una manera de hacer conocer la presencia de todo el peronismo.
No sé quiénes fueron al tuyo, Avelino. Si fue Retiro completo o sólo una parada de pueblo. Pero eso no tiene importancia cuando alguien encarna el orgullo del movimiento obrero y la dignidad del pueblo argentino.

* Encargada de Derechos Humanos de la Cancillería.

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