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El patrimonio inmaterial
Por Mónica Guariglio *
Los museos y el patrimonio inmaterial es la consigna 2004 del Comité Internacional de Museos (ICOM) para celebrar el 18 de mayo el Día Internacional de los Museos.
De una histórica desproporción entre el consabido protagonismo de la materialidad de los bienes culturales y la orientación en ese sentido de la mayoría de las instituciones museológicas, finalmente vemos ampliado el campo de análisis considerando como alternativa de promoción, defensa, difusión y protección del patrimonio al no tangible.
Desde sus contenedores, iconos del patrimonio construido, hasta sus colecciones y propuestas de promoción, los museos han trabajado influenciados por la prepotencia de la materialidad. La necesidad de lo tangible como reaseguro de orden, la monumentalidad de sus edificios hasta la propuesta expositiva han referido mayormente a los cánones del respeto por aquello asible.
Las faltas de certeza del presente, los procesos de globalización y multiculturalidad o las convulsiones del mundo actual por un lado o quizás el proceso de cambio de los museos transformados progresivamente en centros de dinamización cultural más proclives a un vínculo estrecho con su comunidad, han visto emerger el interés por aquellas manifestaciones que, trascendiendo el límite del objeto coleccionable, avanzan sobre la necesidad de manifestación de las identidades locales, sus memorias, ritos, tesoros vivientes, fiestas populares y modos de comunicación.
Desde esa perspectiva este próximo aniversario del Día Internacional de los Museos nos lleva a reflexionar sobre nuevas experiencias-vivencias museológicas que grafican otros alcances y contenidos del denominado patrimonio inmaterial.
Los límites hoy felizmente desdibujados del deber ser de nuestros museos empiezan a dar pasos en el progreso de otras vías de registro de la memoria colectiva.
Muestras de esa voluntad se traducen, por ejemplo, en la creación de Museo de la Deuda Externa en el ámbito de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA) –proyecto que nos involucra– y más aún en la creación del Museo de la Memoria en la ESMA, ambos resultado de luchas sociales y políticas, afirmación de identidades, interpelación a la sociedad desde los temas más profundos –aquellos cuyas heridas siempre abiertas nos animan a no aflojar, resistir, interrogarnos–.
Podemos afirmar que la protección de nuestro patrimonio cultural y su reflejo material-inmaterial en nuestras instituciones deberá afrontar el desafío de traducir desde su especificidad las demandas de inclusión, justicia y verdad que la hora reclama.
* Directora general de Museos GCBA.