EL PAíS › EL GOBIERNO ANTICIPO QUE NO DIALOGARA CON CARRIO
Una apertura para casi todos
El Gobierno invitó al titular de la UCR, Angel Rozas, a un diálogo político. Carrió habló de un nuevo Pacto de Olivos.
El diálogo político, la criatura que el Gobierno aparentemente quiere reflotar en virtud del reciente acercamiento al radicalismo, ya comenzó a generar conflictos. Ayer, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, salió a aclarar que, por ejemplo, la líder del ARI, Elisa Carrió, sería excluida de una lista de posibles convocados a la Casa Rosada. “El diálogo siempre está abierto con quienes tienen cosas que aportar, pero se complica cuando usted se encuentra con discursos agraviantes, altisonantes, que sólo buscan infamia”, sostuvo Fernández. En realidad, la propia Carrió ya se había autoexcluido al avisar que no se prestaría “a ningún show”. Ayer, Carrió redobló su oposición a lo que llamó “un nuevo Pacto de Olivos”, junto a la confirmación de su candidatura a diputada en la Capital Federal para las elecciones del año próximo. Más dubitativo acerca de la convocatoria, Ricardo López Murphy primero dijo que sí y ayer que según cómo.
Fernández se despachó contra Carrió. “Es un fenómeno muy porteño. Es alguien que se escapa de su provincia natal, donde no tiene ningún reconocimiento, y prueba suerte en la ciudad de Buenos Aires con un discurso muy mediático”, afirmó. Y completó: “Carrió vive diagnosticando cosas, pero es absolutamente incapaz de resolverlas”. El jefe de Gabinete puso como ejemplo que la embestida de la jefa del ARI contra la mayoría automática de la Corte Suprema “fracasó” mientras que el gobierno de Néstor Kirchner tuvo éxito.
Fue el primer choque público generado a partir de la aparente reapertura de un ciclo de diálogo político, inédito en los catorce meses de gestión kirchnerista, que comenzará esta semana cuando el propio Alberto Fernández reciba al presidente de la UCR, Angel Rozas. El chaqueño, para más, pasó de amigo a enemigo visceral de su comprovinciana Carrió, que salió a atacarlo. “El diálogo entre los partidos tradicionales es siempre por cargos o prebendas, por eso nosotros no vamos al diálogo”, explicó. Carrió aprovechó para hablar de un nuevo Pacto de Olivos y deslizó que “el tiempo es el que dirá si tenía razón Rozas o si tenía razón yo”.
Un poco más dispuesto se mostró López Murphy, líder de Recrear. “Tengo un pensamiento institucional. Kirchner es el presidente de todos los argentinos y si somos convocados sin insultos, ni agravios, ni humillaciones, estamos dispuestos a concurrir”, respondió.
Si de veras habrá una nueva ronda de diálogo o si el movimiento del Gobierno se limitará a un acercamiento con el radicalismo es algo que todavía no está claro. Hombres cercanos al Presidente han asegurado a interlocutores con los que se entrevistaron la semana que pasó que estos gestos se extenderán sólo por dos meses, hasta que se cierren las negociaciones con el Fondo (ver página 6).
Cerca del Presidente creen que una apertura a la dirigencia tradicional servirá para llevar una imagen tranquilizadora hacia adentro y afuera del país luego de los traspiés de las últimas semanas, como el traspié por los casetes del caso AMIA, los incidentes frente a la Legislatura porteña y la consecuente renuncia de Beliz y su equipo, escandalete incluido.
Con todo, las encuestas publicadas por los principales diarios nacionales durante el fin de semana dejaron al Gobierno muy contento. “Si en el momento más difícil del Gobierno el Presidente conserva un nivel de imagen tan alto, es para estar satisfechos”, sostenía un funcionario que pasó parte del fin de semana con Kirchner en Río Gallegos. Envalentonados, en la Casa Rosada incluso pronosticaban que los guarismos del Gobierno subirían en los próximos días gracias al lanzamiento de una nueva etapa del plan de obras públicas y a la relativa tranquilidad del panorama que supuestamente acarreará la apertura del diálogo político.