EL PAíS › LA SEGURIDAD, LA POLITICA, LA RELACION ENTRE KIRCHNER Y SOLA
Nunca está todo bajo control
Un vistazo a la oposición. El abrazo del Presidente con Arslanian y el contexto que lo rodea. La ofensiva contra el ministro de Seguridad. Diálogos entre el gobernador bonaerense y los ocupantes de la Rosada. Sus consensos y sus diferencias. Las 62 salieron a la cancha pero no jugaron el fútbol que le gusta a la gente. Kirchner y el PJ.
Por Mario Wainfeld
OPINION
El índice de desempleo del mes de agosto, aseguran en el Ministerio de Economía, habrá descendido al 13,1 por ciento. Y eso que se ha incrementado la cantidad de los que salen en pos de trabajo. Las negociaciones por la deuda externa privada siguen bajo control. “Los mercados” no se inquietaron cuando se fue Gustavo Beliz ni cuando le tocó salir a Alfonso Prat Gay, ni cuando hubo zafarranchos de combate entre el kirchnerismo y el duhaldismo.
La oposición política apenas si hinca el diente en esos temas y cuando lo hace resulta inocua. El núcleo de las críticas al oficialismo se centra en reproches de carácter institucional: los “superpoderes”, el hegemonismo, los fondos de la provincia de Santa Cruz. Un territorio válido pero limitado en el que Elisa Carrió prevalece con holgura sobre otros políticos. Por su aptitud discursiva, incluida la riqueza de vocabulario, por sus antecedentes republicanos, por su historial en los últimos años, la líder del ARI se desplaza como pez en el agua en ese tipo de debates.
Ricardo López Murphy, por seguir con la metáfora, transita como un bull dog en el agua, sin garbo ni adaptación. La palabra “República” se le cae de la boca cada cuatro palabras pero no convence ni al FMI que suele alabarlo por algunos otros de sus issues de cabecera. Es que el pasado condena al jefe de Recrear. Sus pedidos de diálogo con la oposición chocan de modo brutal con su gestión al frente de Economía, en la que acometió un plan de reajuste feroz sin consultar a las provincias, a las universidades, a la coalición de gobierno de entonces, a su propio partido. Como ministro de Defensa (de Argentina, con su densa historia a cuestas y no de Finlandia) jamás le abrió las puertas a los organismos de derechos humanos. Puesto a predicar un pluralismo que no es el sello de una derecha acostumbrada a la endogamia y al debate en cenáculos pagados por el establishment, López Murphy queda en descubierto, luciendo la incomodidad de quien se ha puesto un ropaje diseñado a la medida de cualquier otro.
Sus ex (¿ex?) correligionarios, los radicales, también cuestionan las facultades que reclama el Gobierno para el jefe de Gabinete y los decretos de necesidad y urgencia. El retruco oficial, centrado en lo que fue el gobierno de la Alianza, en los superpoderes de Domingo Cavallo, el frenesí decretista de Fernando de la Rúa, los obliga a elaborar disquisiciones relativas al cambio de circunstancias, esto es, al fin de la emergencia. Un argumento alambicado que suena demasiado a paja en el ojo ajeno, propagado por un emisor nada creíble.
Ese debate político, en el que sólo parece prosperar Carrió, no hace zozobrar al Gobierno en su día a día ni parece conmover a la mayoría de lagente del común. El acallamiento de los dos ministros apellidados Fernández viene devengando pura ganancia para el oficialismo pues vino a probar que el ida y vuelta con la oposición no era una necesidad de la sociedad, sino una creación mediática retroalimentada por el propio Gobierno.
Ni la economía ni la oposición jaquean al Gobierno, en el corto plazo se entiende. De cara al futuro más cercano le resulta más complicante su relación con el peronismo. Pero si se quiere atisbar un riesgo en una realidad que luce demasiado serena para estas pampas hay que clavar otra vez la mira en la seguridad urbana. O en los secuestros extorsivos, devenidos temas de Estado.
Un león en batalla
Néstor Kirchner sabía lo que hacía cuando abrazó a Carlos León Arslanian en la Casa de Gobierno. El Presidente advirtió que el ministro de Seguridad bonaerense es el blanco preferido de la derecha autóctona. Carente de discurso referido a la política económica, a los equilibrios fiscales, a la negociación con los bonistas, sus temas predilectos, la derecha pone todas sus fichas a que se produzca alguna tragedia en el conurbano. Desestabilizar a Arslanian es un ingrediente táctico de esa estrategia.
Arslanian introdujo en esa puja un ingrediente político novedoso que fue enfrentar a Juan Carlos Blumberg. Los integrantes del sistema político, al menos los de los partidos mayoritarios, se habían precavido de hacerlo. El ARI, con plena coherencia, votó contra casi todas las dispersas y catonianas iniciativas del ingeniero Blumberg, pero Lilita siempre se refirió a él con respeto y deferencia. El gobierno nacional lo recibe y le suministra información de manera continua. Arslanian, en cambio, percibe que el ingeniero va por su cabeza y no está dispuesto a ofrendársela así como así.
Todo el gobierno provincial atisba que hay una campaña contra Arslanian que tiene a Blumberg como uno de sus arietes y que se afinca en un par de programas televisivos, en especial el de Mariano Grondona. Hace un par de semanas Grondona denunció que Arslanian cobró “millones de pesos” por asumir su cargo. Esa información le provino, explicó, de “montones de mails que circulan” y “fuentes-fuentes” que no identificó con otra precisión. Tal parece que hoy llevará a un torturador y represor a quien presentará como líder político y especialista en seguridad. Sus iniciales son Luis Patti, el eléctrico.
En provincia se dice que los cargos son ridículos. El estudio de Arslanian tiene desde mucho tiempo antes de asumir un contrato con la provincia para intentar el recupero de fondos adeudados al Banco Provincia. Afirman que el contrato se ganó en una licitación. El estudio Arslanian no es el único conchabado para la tarea: hay en total 16 bufetes, de buen nivel, pues su finalidad es contender en paridad con colegas de empresas poderosas que cuentan (a la hora de no pagar al fisco) con asesores legales de postín.
Según informan asesores cercanos al gobernador Solá, el estudio Arslanian no cobró millones de pesos sino algunos miles en un par de años. Pero es ostensible que lo que se discute no es este contrato sino las purgas policiales que, con enorme coraje personal y político, despliega el ex juez federal. Blumberg se ha dedicado últimamente a defender a policías declarados prescindibles, desandando lo que fue desde abril su discurso crítico, que incluía en sus reproches a la Bonaerense. Enfurecido con Arslanian, cuentan sus circunstantes, no trepida en aliarse a los enemigos del ministro.
En ese contexto, Kirchner, que seguramente no comparte la táctica belicosa adoptada por Arslanian, le dio un espaldarazo. El inequívoco gesto ocurre en un curioso momento, en el que el gobierno nacional y el bonaerense están en bastante buenos términos.
En la semana que epiloga hoy, Solá se reunió a solas con el Presidente en una ocasión y en otra con el jefe de Gabinete Alberto Fernández. Según expresan desde ambos lados de lo que muchas veces fueron trincheras opuestas, los encuentros fueron productivos y amigables. Provincia y Nación se saben condenadas a la acción conjunta en materia de seguridad y buscan lograr eficiencia.
No es que haya acuerdos plenos. En la Rosada susurran que las investigaciones avanzan merced al empeño de la Federal y la SIDE, siendo que los provinciales suelen ser muy lentos e ineficaces. En La Plata consideran que el Gobierno tiene una visión demasiado simplista del mapa del delito en el conurbano. “Cualquier cosa que pasa se la imputan a la Bonaerense. Así dicho es una exageración. Hay muchas personas que se dedican al delito que no son policías, delincuentes profesionales, marginales que hacen del choreo su forma de vida”, sociologizan muy cerquita de Solá.
Más allá de la obsesiva preocupación por el desenlace de los secuestros extorsivos, en la gobernación y en Presidencia se juzga que se avanza en la depuración policial, en la prevención y desbaratamiento de secuestros, en la restauración de la autoridad política. Pero se sabe que la lucha contra el delito no es solo materia de los especialistas en seguridad. A Solá lo obsesiona la cantidad de convictos que están en libertad merced a libertades condicionales, cumplimientos parciales de penas o aplicación de los tratados de Costa Rica. Cerca del gobernador explican que su número excede al de encarcelados, que se acercan al número de 30.000, que forma parte de los mandatos de Blumberg. Los convictos libres deberían ser contenidos y readaptados a través de un plan que incluyera trato regular con asistentes sociales, capacitación laboral y pago de un subsidio (“bastante superior al de un jefe de Hogar”) mientras durara su buena conducta. La pregunta del millón es si “la sociedad” que solicita costosas cruzadas aceptaría, bajando a lo concreto, bancar a personas salidas de la cárcel en pos de evitar que recaigan en las redes de la delincuencia. Por ahora nadie la expresa en alta voz, porque el proyecto está en carpeta.
Sobre política y plata
“Felipe y Kirchner hablaron de seguridad, de plata y de política, en ese orden”, sistematizan en La Plata. El abrazo con Arslanian rubricó un apoyo económico del Gobierno a la provincia, que venía siendo reclamado (a veces con estrépito) por Solá. “La plata estaba desde hace meses pero faltaba el moño político”, reconocen cerca de Balcarce 50.
Solá se precia de haber ordenado la caja provincial desquiciada por la crisis, una catástrofe de alcance nacional y por un cataclismo local, la administración de Carlos Ru-
ckauf. Pero avizora que en 2005 las cosas se tornarán peliagudas si se fuerza a Buenos Aires a honrar las deudas que acumula con la Nación por el Plan de Financiamiento Ordenado. Son más de 2200 millones de pesos, acumulados en 4 años. En general, el Tesoro nacional viene concediendo facilidades a las provincias, pero al modo de Reinaldo Merlo, paso a paso. Gotear la plata a las provincias es un modo eficaz de tener las riendas de la situación. El federalismo argentino es un sistema asaz inestable. Hace cuatro o cinco años los gobernadores domeñaban al Presidente. Hoy la ecuación se ha dado vuelta algo que escuece a Solá pero que, por expresarlo con un eufemismo, no le quita el sueño a nadie en la Rosada.
Puestos a charlar “de política”, Kirchner, Alberto Fernández y Solá encontraron muchos puntos en común. En la Rosada perciben que el gobernador está más dispuesto a comprenderse con Kir-
chner, al tiempo que muy crítico de Eduardo Duhalde. El gobernador, incluso, le aconsejó al Presidente que rehusara liderar el PJ. La sugerencia está en línea con el pensamiento más íntimo de Kir-
chner, tanto como el razonamiento que la sustentó. “Felipe le dijo a Kirchner que es mucho más representativo que el PJ, que el partido es un cepo para su aceptación por la sociedad”, cuenta un circunstante de ambos. A esta altura es claro que a Kirchner no lo fascina presidir el PJ. Por algo lo viene gambeteando desde hace un año y medio. De todas formas nada está cerrado en esta materia que alude a una tensión entre el primer mandatario y el partido que le garantiza gobernabilidad.
Dos estadios
Un round de esa sorda pelea se disputó en el estadio de Atlanta anteayer. Hablamos del desleído, arcaico y despoblado acto convocado por las 62 Organizaciones. El mentor de la convocatoria, el titular de las “seis-dos” Gerónimo “Mono” Venegas (un duhaldista de ley), concluyó su mensaje convocando a un 17 de octubre de 2005, en la Plaza y con Kirchner hablando a los trabajadores. Venegas verbalizó el anhelo del PJ, ávido de que Kir-chner vuelva al redil. La gran novedad fue la presencia de Duhalde como orador, bien distante de sus promesas de jubilación y del papel ecuménico que viene actuando desde que dejó la Presidencia.
También fue el Duhalde de siempre, y no el patriarca del Mercosur el que participó, lapicera en mano, del cierre de listas para la elección de autoridades del PJ bonaerense. Un armado que no conmueve multitudes pero que sigue interesando a la dirigencia. El susodicho cierre reflejó un relativo crecimiento de Solá, inesperado para más de uno, incluido algún felipista.
Kirchner le hurtó el cuerpo a Atlanta pero envió a tres de sus ministros, reconociéndole cierta entidad. Dualidad que refleja acaso su actual pensamiento. Y, cuentan sus confidentes, rió de buena gana cuando los propios asistentes le contaron que el acto fue un fiasco. Solá también fue invitado, incluso a último momento se le ofreció ser orador pero esquivó ambos convites.
Nada hubo de desafío al Presidente en los discursos en la cancha de los bohemios. Sólo panegíricos desbordantes (como el de Duhalde) o inexpresivos (como el de Scioli). Los contingentes gremiales se iban retirando a medida que hablaban sus respectivos referentes, lo que dejó a Duhalde casi como un orador de cámara. Si esto es la política, la política dónde está.
Tras concluir que el encuentro en Atlanta fue un fracaso, en las filas oficiales fue un tópico compararlo con el que convocaron los transversales en el Luna Park. La sensación térmica favoreció a los transversales, superiores en cantidad y, especialmente, en clima militante y mística. Ahí también asistieron funcionarios oficiales, del rango de secretarios. Peronista también en esto, Kirchner sigue regando cien flores para, en su momento, ver cómo manejarse. La traducción electoral de ambas movidas es, cuanto menos, prematura. El movimiento de desocupados, que puso la carne y las achuras en el Luna, suele garantizar más gente en la calle que votos en las urnas. Pero en política las sensaciones también pesan, en esa medida los transversales salieron fortalecidos.
El talón de Aquiles
La Corte sigue su proceso de renovación. Ricardo Lorenzetti, joven, santafesino, explorador de temáticas relativamente nuevas (derechos del consumidor, medio ambiente, ciudadanía en sentido amplio), va camino a añadir pluralismo y calidad a un tribunal cuya jerarquía técnica tiene rangos inéditos. El aire puro que llega a la Corte debería transformarse en ventarrón para despejar el vicioso ambiente del fuero federal de la Capital, que acumula magistrados desprestigiados. Una visita a las playas de estacionamiento de Comodoro Py, con su frondosa escudería de autos ABC1 y motos vedadas para gentes de regular pudiencia, debería servir de aliciente a un poder político que empieza a estar en deuda con una necesaria limpieza.
La economía pende de la cuerda floja de la negociación pero no genera sobresaltos cotidianos. Y en la política, según se contó, el Gobierno tiene más cuitas con (determinar cuáles son) sus aliados que con sus adversarios.
Pero en un país con las instituciones carcomidas, es imposible aspirar a una cabal estabilidad. La conmoción pública por los secuestros (un delito odioso que suscita inmediatas identificaciones entre sus víctimas directas y otras personas del común) viene en el escenario actual a ser el punto más vulnerable del Gobierno. O, a fuer de ser más certeros, el que puede determinar cambios más brutales dentro del actual escenario.
Ninguna sociedad del mundo puede garantizar “secuestros cero”, menos que ninguna las sociedades latinoamericanas. La contigüidad entre ricos de toda riqueza con pobres y marginales incrementa el riesgo. Pero ningún argumento terminará de convencer a la sociedad de la zona metropolitana, cuya legítima preocupación por el tema se redobla, excitada por la presión mediática.
La Argentina sigue siendo un país devastado, con la mitad de la población debajo de la línea de pobreza y una desigualdad que es una afrenta. Sin embargo, el mayor riesgo en la coyuntura para el Gobierno, lo más parecido a un golpe de mercado o al talón de Aquiles sería el desenlace infausto de un secuestro extorsivo.