EL PAíS › LOS PUNTOS DE TENSION CON GRAN BRETAÑA POR MALVINAS

Lejos de “Winnie the pooh”

La Argentina endureció su política hacia las islas. El Reino Unido considera que eso es “hostilidad” y “malviniza” la relación. La propuesta perdida de Bill Rammell sobre los vuelos charter. El nuevo embajador y lo que vendrá.

 Por Sergio Moreno

En septiembre, en la reunión que mantuvieron el canciller argentino, Rafael Bielsa, y su par británico, Jack Straw, durante la asamblea anual de la ONU en Nueva York, no abundaron las flores. “La política de su país hacia nosotros es hostil”, encaró Straw; “no acepto esa caracterización”, replicó Bielsa. Así comenzó. El resto de la conversación fue (un poco) menos tenso. Los británicos, según entienden en la Cancillería argentina, han envenenado la relación bilateral con dosis más que homeopáticas de “malvinización” (lo que por eso se entiende en términos británicos). Los argentinos quieren separar el conflicto por Malvinas del resto de la relación. “Ellos dicen que cambiamos nuestra política, nosotros decimos que no. En rigor de verdad, la cambiamos, pero considerar que es ‘hostil’ porque abandonamos la política ‘Winnie the pooh’ es excesivo y malicioso”, reflexiona una alta fuente de la diplomacia criolla.
La tensión en la relación bilateral reconoce su génesis en el cambio de actitud que imprimió la administración de Néstor Kirchner a las políticas cinceladas en los ‘90 respecto de las islas. El quiebre, concretamente, se produjo a fines del 2003, cuando la Argentina decidió suspender la autorización de vuelos charter especiales entre Chile y el archipiélago. Los kelpers pusieron el grito en Londres, que supo transmitir, en su estilo cortés y duro, a Buenos Aires. Tal actitud no logró cambiar los nuevos modales argentinos, por lo que se abrieron negociaciones para exponer posiciones y tratar de llegar a algún acuerdo, situación que aun no ha acontecido.

Los vuelos

La Argentina permitía, desde 1999, que se realicen vuelos charter desde Chile hasta las Malvinas. Chile los hacía, entre otras, mediante su empresa de bandera, LAN y sobrevolaban la Patagonia argentina. La actitud del gobierno de Carlos Menem y en menor medida (más declamativa que concretamente) el de Fernando de la Rúa era permitirlos. Los isleños no querían –ni quieren– vuelos que provengan desde la argentina continental.
En noviembre, el gobierno de Kirchner cortó los permisos y propuso que salgan desde territorio continental. Además dejó entrever que desearía un vuelo regular desde el continente a Stanley-Puerto Argentino. Los kelpers, of course, se negaron.
En febrero de este año llegó al país el secretario de Asuntos Exteriores del Foreign Office, Bill Rammell (encargado de las relaciones con toda América latina, Rusia y Asia Central), para mantener reuniones con Bielsa y con el secretario de Relaciones Internacionales, Jorge Taiana. Los encuentros fueron muy fructíferos. Su producto (que no fue divulgado hasta ahora) fue una propuesta de Rammell a la que los argentinos se abrazaron decididamente. La proposición de este sindicalista laborista fue, más o menos, la siguiente:
- “Olvídense de los vuelos regulares; hablemos sólo de vuelos charter” (tal como aseguró ayer a Página/12 el ex embajador británico en Buenos Aires Sir Robin Christopher).
- “Podrían hacerse vuelos charter desde el continente; podríamos empezar con los vuelos que llevan a los familiares de los caídos.”
- Los argentinos se negaron; entienden que los vuelos de los familiares son humanitarios y que no entran en este tipo de conversaciones. Rammell aceptó e incluso accedió a que haya “algunos vuelos” durante el 2005.
Hay un papel firmado en la Cancillería argentina con esta propuesta.
Pero Rammell, tras la visita a Buenos Aires viajó a las islas. Los isleños bramaron por su propuesta que, coincidentemente, el Foreign Office diluyó. En la Cancillería argentina la verónica de los ingleses con la propuesta Rammell cayó pesada como guiso frío.

Endurecimiento

Otros episodios tensaron un tanto más la relación entre ambas naciones. Un breve repaso enumera:
- Está listo el monumento (cenotafio) a los caídos argentinos en la guerra. Los ingleses quieren que vayan funcionarios argentinos. Los argentinos no aceptan que les sellen el pasaporte como si fuese otro país. Las tratativas están paradas –a pesar de que el monumento está listo–. Muy probablemente, viajen a inaugurarlo sólo los familiares de los caídos.
- Los barcos que salen de las islas, si se dirigen a terceros países (“países hermanos que reivindican el reclamo de soberanía argentina sobre el archipiélago”, aclaran con cierta ironía en el Palacio San Martín) deben pedir permiso a Buenos Aires. Han ocurrido episodios en que no fueron autorizados.
- El rompehielos “Almirante Irízar” ha entrado en algunas oportunidades en aguas que los ingleses consideran “zona de exclusión”. El buque de la Armada Argentina hizo, en esos casos, un ejercicio de soberanía: preguntó a los barcos que encontró filiación, motivo de su presencia, etcétera.
- Los británicos quieren sentarse a discutir cómo combatir la pesca ilegal en la milla 201 (aguas internacionales); los argentinos niegan al Reino Unido el status de país vecino en el Atlántico sur. Como contrapartida, se han hecho expediciones conjuntas científicas. Sólo eso.

Lo que vendrá

“Los ingleses malvinizan la relación, en el peor sentido. Son tipos duros que saben negociar. Nosotros queremos separar el conflicto por las islas del resto de la relación bilateral. Está siendo difícil, ellos lo ponen difícil”, relató a Página/12 una altísima fuente del Gobierno.
Para ablandar las durezas –que incluyó que el reemplazante de Christopher en Buenos Aires, el entrante embajador inglés John Edgar Huges, se haya pasado toda una semana en las Malvinas antes de asumir su cargo (cosa que aún no hizo)–, tirios y troyanos participarán de un encuentro de planeamiento de políticas (policy planning) conjuntas. En tales reuniones se establecen estrategias compartidas sobre temas acordados. La próxima será en noviembre, en el Reino Unido. Allí algún alto funcionario argentino (tal vez Taiana) se sentará a conversar con Rammell para tratar de reflotar su propuesta (la del inglés) sobre los vuelos charter.
Bielsa es optimista. Habrá que ver qué dice la realidad que, en esta oportunidad, tiene aspecto de rubia Albión.

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