EL PAíS › EXPECTATIVA POR EL ENCUENTRO ENTRE LULA Y KIRCHNER
Las caipirinhas de la amistad
Se verán el lunes en Brasilia, en la cumbre de mandatarios de la Comunidad Sudamericana de Naciones y la Liga Arabe. Kirchner confirmó su presencia ayer durante un acto en Cipolletti.
Sin proponérselo, la cumbre de mandatarios de la Comunidad Sudamericana de Naciones y la Liga Arabe, que se realizará el próximo lunes en Brasilia, concentrará todas la miradas de la región. Es que allí deberán verse la cara los presidentes Néstor Kirchner y Luiz Inácio Lula Da Silva, en medio del tironeo de ambos países por el liderazgo político y económico de la región. En la Casa Rosada intentaron bajar las expectativas, señalando que el viaje del mandatario argentino, si bien está agendado, aún no está confirmado. Aunque el propio mandatario argentino confirmó anoche su presencia durante un acto en la ciudad rionegrina de Cipolletti.
La Confederación Sudamericana de Naciones (CSN) fue motorizada por Brasil y ejecutada por Eduardo Duhalde. Anteayer, Bielsa supeditó, una vez más, la institucionalización de la CSN a la resolución del “déficit institucional del Mercosur”. En ese sentido señaló “el más absoluto sentido común indica que no se puede saltar dos metros diez cuando no se llegó a saltar un metro cuarenta”.
Si bien de sus palabras se pudo especular con un faltazo de Kirchner a la cumbre que se desarrollará el lunes y martes de la próxima semana, el propio Presidente confirmó a la agencia Télam que estará presente allí más allá de los tironeos con Brasil.
Es evidente que la Cancillería argentina está decidida a poner sobre la mesa y hacer públicas las diferencias con Itamaraty. “Nos necesitamos. Brasil también se está recuperando, pero queremos que eso no sea a costa del desarrollo de la Argentina”, señaló, por ejemplo, el subsecretario de Integración Económica del Ministerio de Relaciones Exteriores, Eduardo Sigal.
El planteo es conocido. Hace un año, Roberto Lavagna presentó al gobierno de Lula un plan para resolver las “asimetrías” productivas entre los países. El ministro de Economía no tuvo ninguna respuesta. O más bien, las que tuvo no fueron las esperadas. Ayer, el secretario de Industria, Miguel Peirano, admitió la decisión de tomar “medidas unilaterales” para restringir el ingreso de productos brasileños.
Frente a las quejas, el gobierno de Lula ayer hizo denodados esfuerzos para bajar el tono de la disputa. El asesor presidencial en política internacional, Marco Au-relio García, convocó a una conferencia de prensa para explicar la posición de su país y señaló que “Brasil y Argentina unidos, jamás serán vencidos”.
Se sumó el canciller Celso Amorim: “La importancia estratégica que Brasil otorga prioritariamente, y por encima de cualquier otra cosa, es la relación con Argentina”, dijo, también en tono componedor.
Fueron palabras necesarias para descomprimir una situación que llegó a las primeras planas de los principales diarios de Brasil. No se trata solamente de una pulseada por asimetrías comerciales, sino también por un posicionamiento político. La Argentina le reprocha a Lula un supuesto afán expansionista, que implica la búsqueda de cargos en organismos internacionales, sea en la OMC, en la ONU, o la FAO. El especialista Demetrio Magnoli, en un artículo publicado ayer en el diario Folha de Sao Paulo, calificó de “arrogante” el estilo de la política exterior de Lula y consideró que la reacción argentina era esperada en los círculos diplomáticos.
Lo que quedó en claro es que la estrategia brasileña de poner paños fríos al diferendo no fue comunicada a John Danilovich, embajador de Estados Unidos en Brasilia. El hombre, a contramano de la diplomacia del país donde reside, destacó la “prioridad del gobierno brasileño con el Area de Libre Comercio de las Américas” (ALCA) y, en ese marco, dijo que “el liderazgo de Brasil (en la región) es un hecho”.