EL PAíS
Planteo de la OIT por la falta de libertad sindical
La OIT aceptó la denuncia de la CTA contra la ley de asociaciones sindicales, que protege la existencia de una central única y sindicatos únicos por rama de actividad. Oposición de la CGT y el Gobierno.
Por Raúl Dellatorre
La Central de Trabajadores Argentinos obtuvo ayer un primer éxito en la asamblea de la OIT, al conseguir un señalamiento del plenario sobre las “incompatibilidades” entre la legislación laboral argentina y el Convenio 87 de la propia OIT sobre Libertad Sindical. La CTA viene bregando desde hace años por su reconocimiento como central sindical, pero hasta ahora no había obtenido que el plenario de la OIT incorporara “el caso argentino” en sus conclusiones sobre incumplimientos de las normas laborales en el mundo. Este pronunciamiento fue tomado con calma por las autoridades argentinas, pese a que en el plenario la representante oficial, la viceministra de Trabajo, Noemí Rial, había defendido a la par de la CGT el reconocimiento de la personería gremial y la representación en conflictos sólo a la entidad más numerosa. “Se evitó que saliera una sanción”, comentaron en los pasillos oficiales. La respuesta más virulenta, en cambio, estuvo en boca del dirigente cegetista Julio Piumato (Judiciales), que tildó en su exposición de “conspiración imperialista” la denuncia contra el régimen legal laboral argentino.
Hace dos años, en junio de 2003, una delegación de la CTA encabezada por Víctor De Gennaro había llevado el mismo planteo de ahora ante el seno de la OIT. La legislación era la misma que ahora, y la disputa entre CTA y CGT se daba en términos parecidos a los actuales. Pero el Gobierno, entonces, no tenía más de diez días de haber asumido. Un conocedor del manejo de estos organismos internacionales indicó que ese no es un factor menor: “Siempre la OIT le da un tiempo a un gobierno que recién empieza para adecuarse a las normas laborales antes de hacerle un planteo”.
Pero, además, hubo otros dos factores que esta vez sirvieron para barrer obstáculos. Uno, la actitud del gobierno argentino, que según varios observadores “se corrió para permitir que el caso se tratara”. Gesto que nadie dejó de advertir, al punto que provocó, a la vez, cierta satisfacción en la CTA y gran disgusto en la CGT, como era de esperar. El otro punto a favor del tratamiento fue el cambio de actitud que se observa en las organizaciones internacionales, como en este caso en la Ciosl, central internacional socialcristiana a la que adhiere la CGT. Los observadores señalan como un rasgo diferencial de este año que “ya no hay tanto apego a defender a los propios adherentes si esto implica pagar un costo alto, porque socialcristianos y socialdemócratas están mirando hacia 2006 o 2007, cuando esperan poder avanzar hacia una central única”. El hecho es que la Ciosl le soltó la mano este año a la CGT y, en cambio, apañó la presentación de la CTA.
De esta forma, el duro planteo de la CGT defendiendo el unicato consagrado por la ley 23.551 de asociaciones sindicales recibió apoyos muy limitados, en tanto muchas de las organizaciones europeas de peso se expresaron en favor del reclamo de la CTA: Comisiones Obreras de España, las centrales obreras nórdicas (Noruega, Dinamarca, Suecia y Finlandia), la CGIL de Italia, entre ellas. Además, sumó un pronunciamiento en el mismo sentido la PIT-CNT, de Uruguay.
Pedro Wasiejko (neumáticos) expuso la posición de la CTA, reclamando la aplicación en Argentina de las normas de libertad sindical proclamadas por la Organización Internacional del Trabajo en el Convenio 87. Esta norma permite a los trabajadores crear sus propias organizaciones independientemente de que existan entidades con personería gremial en la misma rama. Esto le daría legalidad, por ejemplo, a la organización de gastronómicos conformada al amparo de la CTA desconociendo a la Utgra, que comanda Luis Barrionuevo. Y, obviamente, a la CTA como organización paralela y al mismo nivel que la CGT.
En el plenario final, Gerardo Martínez (construcción) defendió la postura de la CGT, aunque eligió un discurso moderado y conciliador. Su designación para un cargo directivo en la OIT condicionaba su posibilidad de colocarse en una actitud “rebelde”. Como no podía ser de otra manera, Noemí Rial fue quien más se explayó en defensa del modelo sindical argentino. En su exposición planteó una defensa de la política económica y social del Gobierno, así como de la plena vigencia de las libertades sindicales. Citó, en apoyo de su discurso, cifras opinables, como un grado de sindicalización del 56 por ciento, que no se compadece con una proporción de trabajadores en negro (reconocida por el propio Gobierno) de casi el 50 por ciento. Más lejos aún debe estar aquel porcentaje del que corresponde a los que realmente votan en las elecciones de sus respectivos sindicatos, auténtica expresión de democracia sindical. Mencionó, además, que se firmaron 550 acuerdos y convenios colectivos en los últimos dos años, sin aclarar que en su gran mayoría no son más que acuerdos de recomposición salarial transitorios (con pocos meses de vigencia).
La OIT tomó el caso argentino como denuncia concreta de falta de libertad sindical, requirió al Gobierno el cotejo de las normas vigentes con las del Convenio 87 y le solicitó que le dé participación a una misión técnica de la organización que visitará el país probablemente en septiembre. La pelea de la CTA por el reconocimiento de la personería gremial ahora sigue en el país, pero sus directivos creen que con otra perspectiva.