EL PAíS › ESCRITO & LEÍDO
Historia de la timba
Por José Natanson
“Los avatares de las volátiles finanzas argentinas, que ya lleva 32 devaluaciones y cinco default, dan cuenta de dos constantes de la macroeconomía nacional. Por un lado, la incapacidad constitutiva de la burguesía local para generar ahorro con sentido industrial. Por otro, el éxodo de recursos a través del sector financiero, tanto para favorecer a los más poderosos intereses locales como a sus socios extranjeros”, sostiene Daniel Muchnik en La patria financiera (Norma), donde se propone un minucioso recorrido por la historia argentina, desde la Colonia hasta hoy, desde el punto de vista del sector financiero.
El libro de Muchnik inserta los diferentes acontecimientos financieros, desde los primeros créditos contraídos para financiar las guerras de independencia hasta el blindaje aliancista y el default, en el contexto más amplio de la historia nacional. Su primer capítulo analiza los primeros pasos de la joven nación y narra en detalle el empréstito por un millón de libras esterlinas firmado el 1º de julio de 1824 por el ministro de Hacienda Bernardino Rivadavia, con la banca Baring Brothers, al que Muchnik le asigna especial importancia: asegura que ninguno de los objetivos por los que se contrajo el crédito se cumplió y que, por el contrario, las sucesivas renegociaciones lo convirtieron en una carga enorme para la economía nacional. “Podría decirse que el caso Baring es la génesis de la dependencia nacional del capital británico y, más ampliamente, del capital trasnacional.”
En los siguientes capítulos se analiza la situación del sector financiero y su incidencia en la economía argentina durante el auge del modelo agroexportador, durante la etapa de intervención estatal y durante el caótico período 1955-1976. Hay un largo capítulo sobre la dictadura –titulado “La supremacía del negocio”–, donde Muchnik analiza la reforma financiera, cuyo aspecto más visible fue la famosa tablita, la proliferación de bancos, casas de cambio y “cuevas” con los nombres más inverosímiles, y el festival de endeudamiento de aquellos años, destinado a todo tipo de propósitos: el Mundial de 1978, recuerda el autor, costó unos 800 millones de dólares.
Periodista económico de larga trayectoria, con varios libros publicados, Muchnik no se enreda en los tecnicismos imcompresibles de los textos financieros: el suyo es un libro económico, pero pensado para el gran público. La intención de contextualizar el análisis financiero en el devenir histórico es interesante y el autor no duda en señalar a los responsables de los desbarajustes de cada momento. Podría señalarse, de todos modos, que la sociedad, o al menos algunos sectores importantes, también han sido parcialmente cómplices de estas políticas: la fiebre de especulación desatada por la tablita en los ’70 no afectó sólo a los sectores más pudientes y la enorme ficción económica del uno a uno contó con un vasto apoyo social durante casi diez años. Muchnik no deja de decirlo, desde luego, pero las afirmaciones podrían haberse redondeado mejor, por ejemplo, con datos de encuestas.
La patria financiera incluye citas de trabajos de los principales economistas argentinos y anécdotas curiosas, como la idea de Rosas de cambiar la soberanía sobre las Malvinas por la cancelación de la deuda con Inglaterra. Es un análisis histórico riguroso, que no pierde de vista el eje de la dependencia, y que revela los aspectos más perversos del mercado financiero y sus terribles consecuencias para la economía argentina.