EL PAíS › LOS CANDIDATOS PIQUETEROS DE LAS BOLETAS
DEL KIRCHNERISMO BONAERENSE
“Chiche estigmatiza a los desocupados”
En esta entrevista, Juan José Cantiello, Laura Berardo y Hugo Gómez explican cómo llegaron a las listas provinciales del Frente para la Victoria desde los movimientos sociales. Chiche, Cristina y el gobierno de Kirchner.
Por Martín Piqué
Los tres son piqueteros, aunque esa definición no termine de describirlos bien. Juan José Cantiello, Laura Berardo y Hugo Gómez tienen trayectorias diversas, aunque coinciden en un punto: sus experiencias políticas comenzaron antes de la aparición de los movimientos de desocupados. Con la irrupción de esas organizaciones –un proceso que comenzó en los ’90 y se consolidó con la crisis de 2001–, se sumaron a las agrupaciones que buscaban organizar a los desocupados. Apenas cuatro años después, son candidatos a legisladores provinciales por el Frente para la Victoria. Reunidos por Página/12, le contestan a Hilda “Chiche” Duhalde, principal adversario del kirchnerismo en octubre. La acusan de estigmatizar a los piqueteros e intentar discriminarlos.
El miércoles, Chiche dijo que una de las razones de la ruptura con el Presidente era que éste pretendía incluir piqueteros en las listas: “Yo no podía integrar una lista donde vayan piqueteros”, argumentó. Sin embargo, al final no hubo dirigentes de ese perfil en la nómina de diputados nacionales que acompañará a Cristina Fernández de Kirchner –sólo Edgardo De Petris, de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA)–, aunque sí los hubo en las candidaturas provinciales. Son cuatro. Tres de ellos son Cantiello, Berardo y Gómez. La restante, Adela Segarra, será candidata en Mar del Plata (ver aparte).
Cantiello y Berardo figuran en la lista de candidatos a diputados provinciales por la tercera sección electoral: los ubicaron en los lugares 7º y 10º de la nómina. Gómez aspira a ingresar al Senado bonaerense por la primera sección: aparece en el quinto lugar de la grilla. Sus candidaturas reflejan el viraje de las organizaciones sociales kirchneristas, que suspendieron las protestas callejeras para llevar adelante proyectos productivos –autoconstrucción de viviendas o tendido de red de agua– o gestionar desde el Estado. El argumento ideológico que explica esos cambios es la lucha por la democracia participativa, un tópico que resurge en los teóricos del socialismo y que ha puesto de moda la Venezuela de Hugo Chávez. Eso implica, necesariamente, una democratización del Estado.
Cantiello, Berardo y Gómez creen que es un avance que las organizaciones sociales tengan espacio en las candidaturas, pero se lamentan porque dos de sus dirigentes más conocidos –Luis D’Elía (FTV) y Jorge Ceballos (Barrios de Pie)– hayan quedado afuera. (En el caso de Ceballos, cordobés de nacimiento, el Gobierno intentó incluirlo en la lista del Partido Nuevo, de Luis Juez, como incorporó a Patricia Vaca Narvaja entre los hombres del gobernador José Manuel de la Sota. La propuesta había surgido del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, pero no prosperó.)
–¿Qué opinan de las declaraciones de Chiche Duhalde?
Gómez: –Chiche tendría que acordarse de los orígenes del peronismo, ya que dice ser tan doctrinaria. Los piqueteros no representan otra cosa que los descamisados del ’45. Y yo me preocuparía más de no formar parte de una lista con empresarios que bancaron la última campaña de Menem (por Francisco De Narváez). Algún día la historia, sin la urgencia y las pasiones,va a reconocer hasta qué punto los luchadores sociales como Luis D’Elía y tantos otros han hecho cosas para que en este país no se produzca una hambruna formidable. Porque ahora pareciera que a la Argentina la sacó del marasmo Duhalde cuando en realidad lo que hizo Duhalde fue reducir los salarios a un tercio y multiplicar por tres la deuda externa.
Cantiello: –Todo ciudadano tiene derecho a poder votar o elegir y ser elegido. Si yo dijera que no quiero que en mi lista vaya un judío, un homosexual o un negro sería un escándalo. Uno puede decir “yo no comparto la lista con tal porque tiene un proyecto de país distinto”. Y eso está bien. La señora de Duhalde puede decir que no comparte mis ideas y no quiere compartir la lista. Muy bien. Pero no puede decir que no quiere compartir una lista por lo que yo sea: ni por pertenecer a una organización social o ser piquetero. Es un error de concepto.
G: –A los desocupados Chiche los llama piqueteros. Y eso es como decirle huelguista a un sindicalista: lo estás estigmatizando por un método de lucha y no por lo que el tipo es. Cuando fusilaron a los de la Patagonia Rebelde no les decían sindicalistas, los llamaban huelguistas. Pero sindicalista es algo más que un huelguista.
–¿Qué papel pueden aportar los piqueteros en una lista electoral?
Berardo: –Las organizaciones sociales, que soportaron sobre sus hombros la crisis y se organizaron para dar respuesta, tienen que ser parte del proyecto político. Además, la decisión del Presidente de pelear contra la vieja política y construir algo nuevo es difícil de sostener si no tiene participación popular. Hay que aportar toda la experiencia y toda esa sabiduría que fuimos construyendo en estos últimos tiempos. Las organizaciones políticas tienen que tener representación política.
C: –¿Qué aportamos? Somos lo que ellos quisieron representar o representaron parte de su historia: somos la resistencia de los ’90, que resistió al modelo neoliberal, y somos los que de una manera muy dinámica vamos pasando de desocupados a piqueteros a constructores de casas. En este momento, somos uno de los sujetos sociales más dinámicos.
–¿Qué diferencia hay entre lo que ustedes proponen, o lo que están haciendo en el Estado, y la tarea de Chiche con las manzaneras?
B: –El modelo que intentó llevar adelante el duhaldismo respondía a un modelo asistencialista donde no se promovía la participación ni la construcción de estos nuevos sujetos políticos. Hoy lo que nos estamos planteando es recuperar el Estado. Las manzaneras hicieron una tarea loable en los barrios pero no alcanzaban. La asistencia es necesaria, y más con lo que dejó el neoliberalismo, pero es más necesario reconstruir el Estado. Un Estado que incluya la participación. Estamos hablando de políticas promocionales, de aprender incluso de los sectores populares.
–¿Cómo explican la integración en el Frente para la Victoria de dirigentes que hasta hace muy poco pertenecían al duhaldismo?
G: –Decía Haya de la Torre que a la sociedad hay que transformarla con las cosas que uno tiene a mano y no con las que hubiera querido tener. Se trata de un tema de correlación de fuerzas. Kirchner tomó una decisión formidable que nos devuelve al espíritu de su primera semana de gobierno, cuando se plantó tan fuerte contra estos sectores de la vieja política. Y lo que queda de este lado tiene mucho de vieja política, mucho de nueva y mucho de las organizaciones sociales. Con eso hay que construir lo nuevo: con partes de lo viejo y con todo lo nuevo que nuestro pueblo aporte.
–¿Ese argumento no permite justificar cualquier cosa?
G: –No, no. Porque se ha roto con una muy buena parte de lo viejo. Podría haber hecho una lista de unidad para sacar los doce concejales en cada uno de los distritos, con el cuento del poder territorial, y no lo hizo.
–¿No hay riesgo de que lo viejo termine contaminando a lo nuevo?
G: –Hasta ahora no lo logró. Y ahora va a poder menos. Aunque me hubiera gustado mucho ver en la lista a Luis D’Elía y al Huevo Ceballos. Hubiera sido muy justo pero como no se trata solamente de justicia sino de la relación de fuerzas que nos lleve a un cambio profundo. Este es un gobierno en disputa, tironeado desde muchos sectores. El Presidente, cuando rompe con el duhaldismo, define la disputa hacia el campo del pueblo. Es muy bueno. Hacía muchos años que la lista de diputados nacionales no era tan buena. Está en la misma dirección que el Gobierno. No es un rejunte con empresarios entreguistas y torturadores.
C: –A mí me hubiese gustado que hubiera más representación de las organizaciones sociales. Pero no siempre se puede hacer lo ideal. Entre lo ideal y lo real está lo posible. Y se hace lo posible. La contradicción principal en este momento es Duhalde. En tercer o cuarto lugar están los otros, los que hasta hace medio minuto eran duhaldistas. Pero si vamos hacia allí posiblemente eso vaya cambiando, o terminará limpiándose como se trata de cambiar con Duhalde. Hablamos de gradualidad, de gobierno en disputa: no se puede hacer todo en una sola movida.
B: –Igualmente, la pelea no termina en octubre. Ahí es el inicio.
–¿Dan por descontado un triunfo amplio de Cristina Kirchner?
B: –Exacto. El Presidente logró construir un gran consenso. Cristina representa a muchos sectores y también representa la construcción del proyecto nuevo. Tiene que ser una acumulación fuerte y un proyecto grande, amplio. Del otro lado hay un poder político viejo, fuerte y que se ha construido sobre mafias, sobre corrupción. Hay que pelearlo. Pero para eso hay que tener fuerza. Un dato: nosotros, Barrios de Pie, en Moreno tenemos dos compañeros presos perseguidos por el poder político viejo. Que no se va a quedar quieto. Entonces, la alternativa tiene que ser grande. Hay que pensarla en el largo plazo, no sólo hasta octubre.
–Cuando hablan de “gobierno en disputa”, ¿quién es la otra parte?
G: –Más allá de los funcionarios que lo puedan representar, son los grupos económicos concentrados, el modelo neoliberal que se arrastra todavía en muchos lugares, las capas geológicas del Estado que frenan toda la iniciativa popular. Creemos que les vamos ganando. Inclusive decimos que la principal pelea es contra nosotros mismos y contra los restos de neoliberalismo que nos dejó a todos.
–¿Por ejemplo?
G: –A lo mejor esto me trae algún problema. Hay muchos compañeros muy estimados que hacen campaña con su foto en primer plano. Creo que acumulamos cosas de la política de los últimos años: el candidatismo, el prestigismo personal y no el del conjunto. Si este tipo de cosas nos atravesó a todos, ¿cuánto más a los políticos profesionales? En todo lo metodológico hay algo de ideológico.
–En el oficialismo hay quienes piensan que en la campaña hay que esconder a los piqueteros.
B: –Eso se verá en octubre (risas).
–Pero si Cristina gana la mayoría lo tomará como producto de su imagen, su figura, y no lo de lo que puedan aportar la FTV, Barrios de Pie, el Frente Transversal y Popular o el MTD Evita.
G: –Cristina es todo eso. Es el proyecto del nuevo país.
–¿Entonces Cristina también es piquetera?
C: –Hay dos formas de afrontar la realidad. Una es ocultarla, poner la basura bajo la alfombra, o como hacía la dictadura, que había una villa y ponía un paredón para que los que venían de Ezeiza no vieran la villa que había. Hay otra forma más enfermiza, que es negar la realidad. Y hay otro que la pone sobre la mesa y dice “esta es nuestra realidad, la queremos transformar”. Cristina no es piquetera ni nunca lo fue. Y no le voy a poner un título de lo que nunca fue. Pero Cristina quiere que todos se incluyan en la sociedad, para que no haya más desocupados, para que la sociedad cambie, se transforme, sin esconderla. Eso es lo que queremos.
–¿Por qué ya no están en la calle, protestando, si los indicadores sociales no se modificaron demasiado?
C: –Hay que apoyar este camino porque el Presidente dijo que “hay que redistribuir la riqueza en la Argentina”. Y ese es uno de los ejes de la CTA, de la FTV y de muchos otros grupos. Uno puede decir que los indicadores macro no cambiaron. Puede ser. Pero hay signos. A nosotros tener más de mil quinientos compañeros trabajando en cooperativas de vivienda, de trabajo, es un verdadero avance. Es una alternativa.
G: –Más allá de las estadísticas, hay otros indicadores. Yo viajé dos años desde Carapachay a Retiro eligiendo asiento. Y ahora hace tres meses que no me siento. Es gente que viene a laburar. El empleo todavía es precario porque esto es un proceso. Una Argentina que no tiene oficios, que no tiene una burguesía nacional que aporte a un rápido crecimiento. En esto también hay una disputa fuerte con algunos sectores del Gobierno.