EL PAíS
› CONTUNDENTE DESTITUCION E INHABILITACION POR TIEMPO INDETERMINADO AL JUEZ BOGGIANO
Triste fin del último de los automáticos
Con mucho más de los dos tercios, los senadores lo destituyeron por “mal desempeño” a raíz del caso Meller, por el cual había recibido seis acusaciones. Además, por unanimidad de todos los que acordaron su destitución, lo inhabilitaron “por tiempo indeterminado” para ejercer cargos pagos en el Estado.
› Por Eduardo Tagliaferro
A pesar de que la destitución de Antonio Boggiano –último integrante de la denominada mayoría automática del menemismo en la Corte Suprema– se había convertido en la crónica de una muerte anunciada, no dejó de sorprender la contundencia que tuvo la votación que puso fin a sus días en el máximo tribunal de Justicia. Con mucho más de los dos tercios de los presentes, el Senado consideró que el magistrado había tenido un evidente “mal desempeño” en el caso Meller, por el que había recibido seis acusaciones. En los seis cargos fue encontrado culpable. Para ningún observador pasó inadvertido el evidente malestar que generó en los senadores, tanto del oficialismo, como en muchos de la oposición, el reciente fallo de los conjueces que ordenó a la Cámara alta poner fin a la suspensión del juez. Los dos tercios de los presentes inhabilitaron a Boggiano para ejercer cargos públicos. Posteriormente y por la unanimidad de todos aquellos que estuvieron de acuerdo con su inhabilitación, se votó que ésta fuera por tiempo indeterminado. El ahora ex ministro anunció que apelará ante la Corte y ante organismos internacionales la decisión del Senado. “Esto recién comienza”, amenazó anoche.
Cuando llegó el momento de la votación, luego de dos horas y media de deliberaciones secretas, en las bancas de la Cámara alta había 57 senadores sentados. Luego del debate hecho a puertas cerradas, no había lugar a los argumentos, tan sólo había que decir Sí o No cuando se les preguntaba por cada uno de los catorce cargos por los que se lo acusaba a Boggiano. En los cargos 1 y 3 del caso Meller, el juez tuvo 44 votos en contra. Los dos tercios se alcanzaban con el voto afirmativo de 38 senadores. En los restantes cargos, la propuesta de la destitución osciló entre los 40 y los 42 votos. El resultado fue holgado.
El resultado de la votación contrastó con la que terminó con la destitución de Eduardo Moliné O’Connor. Aquel 3 de diciembre del 2003, los dos tercios se alcanzaron en tan sólo dos cargos. En ambos, por dos votos se superaron los dos tercios que reglamentariamente se necesitan para destituir a un magistrado. En ese juicio la inhabilitación fue desestimada por el Senado. A la hora de comparar uno y otro juicio, las diferencias son evidentes. Para los senadores no quedaron dudas de algo que el diputado Ricardo Falú se cansó de repetir en todo el proceso de la acusación: el comportamiento de Boggiano en el caso Meller fue más grave que el de Moliné. Entre otras cosas por su repentino cambio de opinión, un día antes de firmar el voto que formó la mayoría que le permitió a Meller fundamentar un millonario reclamo contra el Estado. Eso llevó a que muchos consideraran que el cambio no se debió a razones de derecho, sino a algún interés particular.
Si bien Moliné enfrentó al Senado y recurrió a todas las chicanas posibles, el comportamiento de Boggiano lo superó largamente. La mayoría de los senadores consultados por este diario no ocultaron su fastidio porque la presión de los conjueces, sumadas a gestiones privadas y privadísimas de miembros de la Iglesia Católica y del establishment económico y político, llevó las cosas al borde de un conflicto de poderes. Algo que incluso no descartan que suceda, si es que el tribunal ad hoc que le dio la razón a Boggiano cuando reclamó el fin de su suspensión, recusa a los senadores o desconoce lo actuado por el Senado.
En el comienzo de la sesión de Juicio Político, el titular del bloque justicialista, Miguel Angel Piche- tto, había anunciado que finalizada la votación pediría sobre tablas el tratamiento de un proyecto de declaración sobre el fallo de los conjueces. El malestar del oficialismo era inocultable. Cuestionan a estos conjueces que se extralimitaron. Incluso repiten que, algunos de ellos, que están muy pronto de ser acusados por el Consejo de la Magistratura por casos de antigua data, tendrían que haberse excusado ya que precisamente en el Consejo participan dos de los senadores que ayer votaron la destitución de Boggiano: Pichetto y el riojano Jorge Yoma.
La votación no tuvo sorpresas, aunque sí algunas ausencias. El escenario había comenzado a definirse en la primera parte de la sesión pública. Allí, al rechazar la suspensión votada anteayer por los conjueces de la Corte Suprema, Cristina Fernández de Kirchner destacó que la presentación de Boggiano, en la que recusaba a los 34 senadores que votaron contra Moliné en el caso Meller, era “un intento de desarmar al tribunal”. Por ello no dudó en sostener que luego del pronunciamiento del tribunal ad hoc, podría “desaparecer la institución de Juicio Político”. No dudó en calificar el fallo de los conjueces como una “defensa corporativa de la magistratura”. El riojano Eduardo Menem abrió las puertas a que la decisión del Senado es revisable, pero se distanció de las recusaciones masivas como la que realizó Boggiano. La puntana Liliana Negre de Alonso, la más incondicional defensora del ahora ex juez de la Corte, dijo que “no había que temer a la revisión judicial de las actuaciones del Senado”. Luego del debate, se rechazó la última y desesperada jugada de la defensa del numerario del Opus Dei: suspender la sesión en la que se votaría la destitución de Boggiano.
Ese debate público marcó las posiciones que luego se definirían en la sesión secreta. A puertas cerradas fue Rubén Marín quien rechazó el juicio contra Boggiano. Ricardo Gómez Diez y los radicales Carlos Prades y José Zavalía, más la justicialista Sonia Escudero, se sumaron a la defensa del juez. En líneas generales dijeron que no se podía destituir a un juez por el contenido de sus sentencias. Gómez Diez aseguró incluso que Boggiano y la Corte Suprema no habían avanzado sobre el fondo del asunto en el caso Meller. Los argumentos por la destitución los realizaron Fernández de Kirchner, el socialista Rubén Giustiniani, Vilma Ibarra y Diana Conti. Giustiniani señaló que el mal desempeño no fue por “ineptitud por desconocimiento en la materia, sino ineptitud basada en la falta de independencia del principal ocupante en la Casa Rosada”. Léase: Carlos Menem.
Luego vino la votación pública. No hubo sorpresas. Desde las gradas, los diputados Ricardo Falú y Hernán Damiani, encargados de la acusación, se saludaban exultantes. A diferencia de Moliné, Boggiano optó por no presenciar el veredicto. Detalles de una sesión que pone fin a la Corte que el menemismo supo construir.
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