EL PAíS › CORACH VUELVE PARA OPERAR EN LA CAMPAÑA ELECTORAL
Un copiloto en el menemóvil
El ex ministro está hace meses en Inglaterra, dando clases. Pero Menem le pidió que volviera para ayudarlo. Lo hará. Su primera misión es tender puentes entre el ex presidente y Duhalde.
Por Diego Schurman
No podía ser de otra manera. En el país del “que se vayan todos” son muchos los que vuelven. Y entre ellos Carlos Vladimiro Corach. El ex ministro del Interior y reconocido operador político aterrizará en las próximas horas en Buenos Aires para sumarse al equipo de campaña de Carlos Menem. Lo hará por pedido expreso del ex presidente y con un objetivo no declarado: profundizar el acercamiento entre el riojano y Eduardo Duhalde.
Corach se fue del país a principios de año. Eligió Gran Bretaña para participar de actividades académicas en la Universidad de Oxford, cerca de Londres. En ese paraninfo, se mostró como protagonista de charlas, debates y seminarios. Es más, en la actualidad se encuentra desarrollando una tesis sobre cambios al sistema federal argentino, basado en el modelo brasileño.
Hasta ahora poco se sabía del ex funcionario. Después de años de explicar lo inexplicable en la puerta de su casa, en las recordadas y estratégicas charlas con los movileros, había bajado su perfil gradualmente hasta desaparecer de la escena pública. Se sabe, en Oxford el dólar se mantiene estable, no hay hiperinflación y el escrache no es más que una palabra extraña y de difícil traducción.
Sin embargo, Menem no lo dejó disfrutar mucho de ese paraíso. Hace diez días se comunicó personalmente para solicitarle que se sume a la tropa que ya viene colaborando con su campaña presidencial. “El fin de semana estará en Buenos Aires, eso es un hecho”, le confirmó a Página/12 Pablo Pernicone, vocero del ex ministro.
La reunión con Menem será antes del lunes. Y si bien Corach tiene un compromiso con la Universidad entre septiembre y noviembre, lo dejará de lado para cumplir con lo que le pida su jefe.
–No me voy a desentender de mi responsabilidad. Si hay que trabajar, voy a trabajar –dicen que le dijo al ex presidente.
Se sumará así a Alberto Kohan y a Eduardo Bauzá, dos referentes históricos del menemismo que ya participan activamente de la campaña “Menem 2003”.
Antes de su viaje, Corach solía mostrarse partidario de una renovación de la dirigencia y de las ideas. Hasta no hace mucho imaginaba un nuevo peronismo, sin la incidencia de Menem y Duhalde. Ambos –consideraba– habían cumplido su ciclo. Pero, curiosamente, pisará Ezeiza para profundizar la relación entre ambos.
“Acá falta decisión. Excepto Menem, todos se presentan como candidatos indecisos. En ese sentido Menem tiene ventajas porque no tiene a nadie enfrente. Unos se bajan, otros piden un tiempito y los que están se muestran temerosos o hablan de magnicidio”, reflexionaron ayer quienes dicen hablar en nombre de Corach.
La alusión era, obviamente, al abandónico Carlos Reutemann, el tiempista José Manuel de la Sota, Adolfo Rodríguez Saá y Néstor Kirchner, los que mencionan el (su propio) magnicidio.
El plan del ex ministro, según comentan en el menemismo, es la “consolidación institucional argentina”. En criollo: la defensa de la corporación política. Y entienden que el primer paso para lograrlo es a través de la unificación del peronismo. O mejor dicho, de un pacto entre el menemismo y el duhaldismo. Semanas atrás, Duhalde avanzó en ese sentido al participar en La Rioja de una acto que sirvió para blanquear la presencia de Menem en la interna del PJ.
No fue el único gesto. Con el reciente decreto de convocatoria a elecciones, el Gobierno legalizó la participación del ex presidente ya que estableció el fin del mandato de Fernando de la Rúa. Superada la discusión “técnica”, al menos entre los polos del poder del PJ, Corach sería encomendado a buscar puntos de consensos en el esquema político.
El ex ministro perdió gimnasia pero no influencias. Aun a la distancia supo mantener contacto con el amplio abanico peronista. Y esto incluyó avarios funcionarios de gobierno. Claro, siempre en reserva, como es su estilo.
Corach tiene línea directa con José Pampuro. El secretario privado y sombra de Duhalde tiene entre sus colaboradores a Juan Carlos Mazzón, ex integrante del Ministerio del Interior durante la gestión corachista.
Las comunicaciones en estos últimos meses también se extendieron al ex titular de la Secretaría de Inteligencia, Carlos Soria y a su reemplazante Miguel Angel Toma. Con este último mantiene un estrecho vínculo desde hace tiempo. Pero no es el único de la cofradía del siempre presente, aunque poco visible, José Luis Manzano. También se conecta con el ministro del Interior, Jorge Matzkin, un hombre afecto al menemismo y que en La Rioja, al encontrarse con el ex presidente, se le escapó un adulador “jefe” como saludo. Matzkin fue secretario de Interior cuando Corach estaba al frente de esa cartera.
A excepción de Pampuro, en ese grupo se encuentra el núcleo de los llamados “acuerdistas”. Son los que ven con entusiasmo una alianza entre Duhalde y Menem. Y deliran con una fórmula de unidad con el ex presidente a la cabeza y De la Sota como compañero de fórmula. ¿Cuál es la ventaja para Duhalde? Al Presidente –elucubran– le garantizarían su retorno triunfal a la provincia de Buenos Aires.
Es de este grupo donde no dejan de recordar que de todos los postulantes del PJ nadie fue tan menemista como De la Sota. En el ‘99 Rodríguez Saá prestó sus servicios al menemismo, en una fórmula compartida con Jorge Asís, para obstaculizar la carrera de Duhalde. Pero el gobernador cordobés no sólo trabajó por la primera reelección de Menem sino que también trabajó ardorosamente por el fallido segundo intento.
La relación es recíproca. Antes de partir a Oxford, y cuando Menem todavía no había irrumpido en escena, el mismo Corach no ocultaba sus preferencias por De la Sota. En rigor, por entonces era el candidato por el que se inclinaba la mayoría del menemismo.
No tanto de estos temas como de otros más específicos, el ex ministro de Menem supo hablar con el secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, y el ministro de Seguridad y Justicia, Juan José Alvarez. Lo mismo sucedió con Eduardo Amadeo, vocero presidencial, con quien los une una relación más fluida: a principios de año hasta se encontraron a compartir una charla a solas en un country.
La tarea de Corach no parece sencilla. Pero su retorno indica que la interna del PJ tampoco.