Sábado, 14 de abril de 2007 | Hoy
EL PAíS › SEGUIDORES DEL GOBERNADOR MANIFESTARON CONTRA LOS DOCENTES
Sobisch volvió a hacer un guiño a la policía y grupos del Movimiento Popular Neuquino salieron a la calle para criticar el paro docente. Los maestros rechazaron una propuesta general de diálogo. Pidieron precisiones y ratificaron el paro del lunes.
Por Martín Piqué
Desde Neuquén
Hasta ayer el conflicto político y social que atraviesa esta provincia parecía tener un solo protagonista en las calles: los maestros y los trabajadores que se solidarizan con ellos. Pero todo cambió en las últimas 24 horas. Como si hubiera estado esperando una señal para actuar en bloque, el Movimiento Popular Neuquino salió a responder desde todos los frentes. Mientras el gobernador Jorge Sobisch publicaba solicitadas en los diarios nacionales y hablaba en la asunción del nuevo jefe policial (“Me duele la muerte de un docente neuquino a manos de un policía. También me duele la muerte de dos policías en Caballito y Saavedra”), grupos del MPN se reunieron en el monumento a San Martín –epicentro de las protestas en los últimos días– para reclamar el levantamiento del paro docente. “No venimos a romper/ no venimos a agredir/ queremos que den las clases/ esto así no puede seguir”, cantaban.
Fue una acción coordinada. Mientras Sobisch opinaba desde todos los matutinos nacionales con una solicitada, sus simpatizantes se preparaban para competir por el espacio público con los compañeros del docente asesinado Carlos Fuentealba. La estrategia consistía en ir a la búsqueda de la “mayoría silenciosa” que alguna vez definió Richard Nixon. Y desde bien temprano los militantes del MPN empezaron a actuar en consecuencia. A primera hora, todos los empleados del Ministerio de Seguridad recibieron un memorándum que los citaba en la principal unidad básica del MPN. Allí se terminó realizando un acto, que encabezó la concejal Gloria Sifuentes. “Vamos a defender a muerte a nuestro gobierno y a nuestro partido”, arengó la mujer.
La promesa se pudo comprobar unas horas después. Pasadas las seis de la tarde, unas doscientas personas con banderas argentinas y de Neuquén se concentraron en el monumento a San Martín. “No somos de un partido determinado. Somos padres autoconvocados por la educación”, explicaba un joven con un megáfono. Al pie del monolito se veían varios chicos de escuela primaria con guardapolvos blancos. “Miren cómo está la ciudad, sitiada, la municipalidad sucia y pintada, los puentes cortados”, se quejaba el orador. Se dirigía a los peatones y los automovilistas que a esa hora –la tardecita– desfilaban por el boulevard de la avenida Argentina. Desde algunos coches festejaron con bocinas.
La reacción del oficialismo tuvo su epicentro en el discurso del propio Sobisch. En su única aparición pública del día (desde que la Casa de Gobierno está sitiada pasa la mayor parte del tiempo en la residencia oficial, sobre la costanera del río Limay), el gobernador habló en la asunción del nuevo jefe de Policía, Rolando Figueroa. Lo escuchó todo su gabinete. “Ningún sector tiene derecho a alterar la normalidad de la convivencia a través de la usurpación del espacio público”, dijo Sobisch. También habló el nuevo jefe policial, quien negó rumores de autoacuartelamiento. Dijo que los 40 efectivos antimotines que desde el domingo están encerrados en la gobernación se encontraban “en mejor estado”.
La situación de esos policías fue una de las comidillas de los medios. Desde el Canal 7 de Neuquén se mostró a la madre de uno de los efectivos que se quejaba porque los maestros bloqueaban la salida de los uniformados y les impedían el suministro de comida y bebida. “¿De qué derechos humanos me están hablando? Les impiden salir, los provocan, los insultan. No tienen agua ni gas”, se exaltaba la mujer frente a cámaras. El encierro de los policías tuvo su correlato judicial: la fiscal Gloria Lucero se presentó en la gobernación con la intención de llevarles un refrigerio. Los docentes le impidieron el paso. El nuevo jefe de Policía tampoco hace mucho por congraciarse con los manifestantes. Un movilero le preguntó cómo era posible que José Poblete, el policía que asesinó a Fuentealba, hubiera seguido activo tras estar acusado de apremios ilegales. “No era una condena firme”, lo defendió Figueroa.
Mientras los simpatizantes del MPN aparecían en el monumento a San Martín, a cuatro cuadras los docentes seguían alrededor de la Casa de Gobierno. La asistencia había bajado un poco porque muchos estaban en la sede provincial de ATEN para participar de un plenario. Los afiliados debían decidir si aceptaban la propuesta de diálogo que les había enviado el superministro Jorge Lara. Por mayoría se decidió rechazarla. Los docentes reclamaron una carta escrita que tenga precisiones sobre el eventual aumento y mantuvieron la exigencia de que renuncie Sobisch. El lunes volverán a la carga con un paro –al que adhirieron los gremios de la CTA y Camioneros prometió colaborar– más otra marcha a la gobernación. Lara, el funcionario a cargo de las negociaciones, terminó internado en una clínica de Cipolletti. “Estrés gástrico”, era el diagnóstico que daban las radios.
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