Lunes, 23 de julio de 2007 | Hoy
Una experiencia escolar mezcló música en vivo, charlas con las Madres, trabajos de memoria y un gran final de siete escuelas.
“Quién está violando los derechos humanos?”, preguntaba uno de los murales que empapelan el salón de usos múltiples de la escuela ESB Nº 77 de Moreno, en la provincia de Buenos Aires. Los chicos los pintaron después de charlar con un historiador, una madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora y en base a las letras de la histórica banda punk “Los Violadores”. Motivados por sus profesores, representaron el dolor, la opresión y el horror de la dictadura militar argentina. Para completar un mes y medio de proyecto que también incluyó un noticiero sobre el tema, más de 300 chicos de siete colegios de la zona vivieron un recital lleno de energía y emoción.
Las mochilas de Los Piojos, Callejeros, los Rolling o el cantante de cumbia El Polaco nunca se imaginaron guardar los autógrafos y las fotos digitales sacadas por los chicos que se colaban en el aula donde se preparaban los músicos. Antes de que comenzara el show el cantante, Pil Trafa, abrazaba a su hijo Ian de cuatro años con una mano y con la otra le firmaba una hoja de carpeta a un alumno apenas nueve años más grande. “Es emocionante saber que nuestro mensaje sigue llegando a chicos tan jovencitos, que en vez de estar jugando a la pelota hicieron esto porque quisieron”, confiesa mientras se derrumba la imagen dura y agresiva que el punk argentino supo conseguir en más de un cuarto de siglo.
Lejos del circuito y los seguidores habituales, la banda jamás había tocado en una escuela secundaria. El profesor responsable, confiesa que los escuchaba desde cuarto año y que lo sorprendió la bienvenida de su primer contacto, el baterista, Sergio Vall. El “se copó” y, después de contarle lo que estaban haciendo, convenció al resto de los integrantes de participar gratuitamente de la movida por los derechos humanos.
Cuando nacieron, en los ’80, la censura les había arrancado una “i” pero entonces “Los voladores” sabían precisamente la razón de su nombre. “Nosotros dijimos: Los violadores son ellos, son violadores de la Constitución.” Ahora siguen hablando sobre el gobierno militar y aseguran que “la dictadura está en un lugar tétrico de la historia con muchos de sus jerarcas entre rejas, o lamentablemente con arresto domiciliario, pero por suerte aislados porque todavía son contaminantes”.
En el escenario, Zulma, una alumna de 17 años, tomó el micrófono y tras taparse dos veces la cara con el texto que iba a leer, le dedicó a Delicia Córdoba de Mopardo unas palabras nacidas la semana anterior, cuando la conoció: “Gracias Madres y Abuelas por la alegría, la libertad, las raíces, la identidad, la dignidad y el valor”. Selva del Carmen Mopardo, su hija, fue secuestrada en su casa de Castelar el 13 de noviembre de 1976. Esa misma noche, su hijo Néstor y su mujer, Alicia Morcillo, también fueron llevados por los militares. Sebastián, que en ese momento tenía seis meses, ahora tiene 32 años y el único familiar que le queda es su abuela. “Mi hija fue maestra y siempre estaba luchando por la juventud y la niñez, ella desde el cielo me da la fuerza para poder seguir, estar con ustedes y desearles solamente que sean siempre así, que sean siempre unidos. Cuando uno empieza algo y está unido, siempre triunfa. Las Madres hemos hecho lo que hemos hecho por tener unión y seguir adelante”, contó Delicia.
“No hacen falta más palabras, les presento a la banda: El Niño en el bajo, El Tucán en guitarra, Sergio Vall en batería y Pil Trafa, el cantante”, dijo Gerónimo. Es el profesor de plástica que logró atraer a cientos de chicos para que, fuera del horario escolar, dedicaran su tiempo a pintar una espada atravesando un mundo con forma de corazón, la tierra atrapada en una mano tatuada con una esvástica nazi o la sombra negra de los desaparecidos en un fondo rojo. Después de tanta espera, Violadores le explicó sus orígenes a un público diferente: “Nosotros nacimos en una época de la Argentina muy oscura, donde unos señores que vestían ropa militar sometieron al pueblo argentino a un encarnecimiento, a una matanza, hicieron desaparecer personas e hicieron un sistema económico-político a futuro que todavía lo estamos pagando porque vendieron el país a las potencias mundiales”.
Después de algunas respuestas más sobre su historia y sus ideas, la banda descargó la furia de sus letras y su música: “Re-pre-sión forma de vida/ Re-pre-sión en la Argentina/ Re-pre-sión 24 horas por día/ Yo no quiero re-pre-sión/ Detestamos a la re-pre-sión/ Nos burlamos de la re-pre-sión/ re-pre-sión ¡NO!. Así empezaron un recital que duró cerca de una hora y en el que los saltos y los empujones de todo “pogo” se hicieron presentes. La energía terminó por contagiar a los profesores más tímidos que no se resistieron a cantar y mezclarse entre sus alumnos. “Me encanta, me encanta, me encanta. Se siente la adrenalina”, cuenta como un secreto, una chica entre sus amigas. “Como ellos, saltaban nuestros hijos”, recuerda Delicia sentada en una silla de “la 79”, como conocen en el barrio satélite a esta “escuela” que perdió la “l” de su cartel en la entrada. “¿A quién le importa?”, planteaba otro mural en la pared. Los chicos, parece, se encontraron ellos en la respuesta.
Informe: Sebastián Abrevaya.
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